INSCRIPCIÓN PRINCIPAL CELTOLATINA DE PEÑALBA DE VILLASTAR

 

Inscripción de Peñalba de Villastar

Una de las circunstancias que más han dificultado los progresos en la interpretación de las inscripciones celtibéricas ha sido precisamente la escasez de textos extensos hasta el hallazgo de los bronces de Botorrita, y con ello la necesidad de trabajar primeramente sobre textos muy breves: primero los epígrafes monetales y luego otros algo más amplios pero también poco extensos (inscripciones "medianas", del tipo de la inscripción de Luzaga y de ésta de Peñalba de Villastar de la que nos ocupamos aquí), y finalmente otras más abundantes pero por lo general también muy breves, como son las llamadas "téseras de hospitalidad". Todo ello ha ocurrido además en unas décadas en que la lingüística comparativa estaba demasiado deslumbrada con los estudios indoeuropeístas, o en otras -más anteriores- en que los estudios célticos tenían un ámbito de trabajo que se centraba básicamente en la reconstrucción de la antigua lengua céltica europea a partir de su comparación con los restos del desaparecido celtogalo, de la amplia literatura irlandesa medieval escrita y de los idiomas célticos modernos, pero excluyendo de forma prejuiciada y a-priorística sus posibles restos lingüísticos en un área geográfica (la Península Ibérica) que los investigadores europeos se resistían a considerarla histórica y culturalmente como genuinamente céltica (en la aceptación de ello no pueden soslayarse las decisivas aportaciones de Antonio Tovar al respecto, aunque por otros motivos Tovar no sea precisamente "santo" de nuestras devociones filológicas y paleohispánicas).

La transposición de esos mismos métodos filológicos indoeuropeístas a las inscripciones celtohispanas menores no obtuvo tampoco avances seguros, y para cuando se dispuso de inscripciones extensas como las de Botorrita esos métodos estaban ya demasiado viciados para poder aplicarse más productivamente a esas nuevas inscripciones largas recién descubiertas. Todo ello sin contar las varias décadas de trabajo que ha costado descifrar casi por completo los signarios ibéricos en que se habían escrito la mayor parte de esas inscripciones celtohispanas o celtibéricas, o la pretendida "autoridad" que en estas materias se han arrogado durante esas mismas décadas una serie de filólogos tanto españoles como extranjeros, que a la larga han causado a estos estudios más perjuicio que beneficio (aunque no tanto como el pontifex maximus M. Pallotini y otros causaron en su momento a la Etruscología, llevándola con sus "dogmas incuestionables" a un colapso completo).

Ahora, el camino de los estudios celtibéricos puede invertirse, pasando de los textos extensos completos (principalmente el de Botorrita 1) a estos otros textos menores o "medianos", que también pueden contarse con los dedos de una mano (y sobran dedos, como suele decirse), y finalmente a los más numerosos textos breves, mucho más abundantes. Eso es precisamente lo que intentamos aquí con nuestro estudio provisional, un "camino-de-vuelta", aunque hemos de señalar que los progresos en la interpretación morfosintáctica y en la reconstrucción gramatical son los verdaderamente importantes y productivos, pues los intentos de "interpretación semántica y léxica" y de "traducción" han de ser por ahora necesariamente conjeturales, debido precisamente a esa escasez de textos y de contextos, y de momento son puramente convencionales y sólo pueden considerarse meros instrumentos de control y verificación indirecta de los datos gramaticales. En otros casos, por ejemplo en los estudios anteriores de epígrafes numismáticos y de las breves inscripciones de las téseras de hospitalidad, a veces se han obtenido mejores interpretaciones semánticas y léxicas que morfosintácticas, precisamente por la necesidad de haber tenido que basarse y apurarse al máximo con criterios exclusivamente contextuales.

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Esta inscripción "mediana" que aquí estudiamos es una de las primeras celtohispánicas de las que se ocuparon los filólogos indoeuropeístas españoles y extranjeros. Se trata de una inscripción celtibérica transcrita en alfabeto latino que fue descubierta por Juan Cabré y publicada en el Boletín de la Real Academia de la Historia (BRAH, 56, 1910, p.241-280), reseñada luego por M. Gómez Moreno en su "Discurso de Ingreso en la RAE", 1942, y estudiada después -entre otros- por A. Tovar, M. Lejeune y U. Schmoll, y por J. Untermann y otros desde finales de los años '70. Cabré tuvo la desafortunada idea de recortarla y llevarla al Museo Arqueológico de Barcelona, y el recorte produjo algunas grietas y la desaparición de algunas letras, aunque ya estaban fotografiadas previamente.

Estaba grabada en la roca caliza de un largo farallón rocoso de la localidad turolense de Peñalba de Villastar, donde en los años siguientes se han hallado también más de una veintena de inscripciones y graffiti muy breves (antropónimos célticos, ibéricos y latinos) o de lectura bastante dudosa o problemática. El lugar parece haber sido, en opinión de algunos (y también lo compartimos), un santuario rupestre al aire libre o en todo caso un sitio con cierta sacralidad o de utilización religiosa popular hasta bien entrada la época romana.

En el aspecto paleográfico, no cabe duda de que se trata de una inscripción "improvisada" in situ, con todo el descuido y la espontaneidad de cualquier "graffiti". Llama la atención la forma de la E, representada por II, así como la forma de la A, que recuerda a alguna grafía de los signarios ibéricos. Hay a veces dificultades para distinguir entre sí letras como la I y la S, la C y la G, o la R y la Q, por lo que hay que guiarse por el cursus natural de su trazado o por la propia fonética más verosímil para cada palabra, aunque la persona que escribió este texto en un soporte tan propicio a deslices y trazos involuntarios como es la roca caliza se preocupó de distinguir esos parecidos mediante trazos suplementarios o signos diacríticos (por ejemplo bajo la S, cuando ésta aparece próxima a una I y pudiera confundirse con ella). Tovar presume de ofrecer una lectura que él llama "segura e indudable", pero hay razones -a la vista de sus propios facsímiles y de alguna de las fotografías originales- para suponer en determinadas palabras otras lecturas algo distintas de la suya.

TRANSCRIPCIÓN (seguimos de momento la de Tovar en líneas generales, pero marcando en negrita nuestras dudas y discrepancias):

      ENIOROSEI
      VTA · TIGINO · TIATVNEI
      TRECAIAS · TO · LVGVEI
      ARAIANOM · COMEIMV
      ENIOROSEI · EQVEISVIQUE
      OGRIS · OLOCAS · TOGIAS · SISTAT · LVGVEI · TIASO
      TOGIAS

(al final de la segunda línea otros leían TIATVMEI; al comienzo de la línea tercera otra lectura alternativa era ERECAIAS; y al principio de la línea 6 otras lecturas podrían ser OGRV u OGRE y OIOCAS)

De las dieciocho palabras que contiene el texto, más de la mitad resultan comprensibles morfosintácticamente, pues se reconocen desinencias de genitivo singular en -o (TIGINO, TIASO), de dativo en -ei, de posible acusativo singular en -om, además de conjunciones conectivas-finales como UTA (análoga a la latina ut) o copulativas como -CUE (latín -que), bien documentadas en la inscripción de Contrebia 1.

Para una interpretación que no recaiga en los mismos prejuicios apriorísticos en cayeron A. Tovar y otros, es necesario consolidar primero un esquema morfosintáctico lo suficientemente operativo para intentar una aproximación semántica coherente, y debemos prescindir de momento de los apriorismos de considerar TOGIAS y LUGVEI como supuestas alusiones respectivas a la diosa celtohispánica Toga o al dios pan-céltico LUGUS, así como de otras conjeturas que contradigan los datos obtenidos en nuestro análisis de Contrebia 1.

En principio podríamos estar de acuerdo en que ENI- pudiera ser equivalente a la preposición latina e indoeuropea in, en, indicativa de lugar "en donde", aunque tampoco hemos descartado que se trate más bien de la forma pronominal ENI que ya vimos en el Bronce de Contrebia 1. Pero que tanto esta forma supuestamente pronominal o preposicional como la terminación -ei de OROSEI pudieran ser de locativo singular, no de dativo singular como en el bronce contrebiano, nos parece ya bastante más difícil de aceptar, sobre todo porque en los locativos declinados de las lenguas indoeuropeas antiguas una de sus características principales parece ser el hecho de que tales nombres de lugar en caso locativo no necesitan especialmente el refuerzo preposicional para expresar esa relación locativa o distinguirlos de otros casos de la declinación con desinencias análogas.

El término OROSEI, si en verdad fuese un topónimo, se piensa que podría aludir a una localidad celtíbera del Ebro medio, ilocalizada pero atestiguada como Orosis en varias inscripciones monetales celtibéricas. Otros lo consideran un nombre personal o incluso un verbo, pero sin aportar razonamientos convincentes. Para Lejeune y Tovar correspondería a alguno de los hipotéticos meses no mencionados en el incompleto calendario celtogalo de Coligni (!).

En nuestra primera aproximación hemos considerado que la conjunción UTA (latín ut) tendría un posible valor de conjunción introductoria de una oración subordinada final (="para que..."), como en las frases 3 y 5 de la inscripción de Contrebia 1, con lo que tiene que tener también su propio verbo. Ese verbo no puede ser ninguna de las palabras del sintagma siguiente, TIGINO TIATUNEI, que parece claramente (por sus desinencias respectivas de genitivo singular en -o y de dativo singular en -ei ) un nombre personal en función de Complemento Indirecto y destinatario de la acción de ese verbo subordinado: "para que a Tiatuno de Tigino...".

Pero antes de buscar el verbo y el complemento directo de esa oración subordinada introducida por UTA, vamos a volver sobre ese primer sintagma de la frase, ENI-OROSEI, que consideramos como el Complemento Indirecto (también en dativo singular) de la oración o verbo principal, todavía por determinar e identificar. Para ello vamos a reconsiderar esa hipótesis a-priorística tan extendida por Tovar y otros de que TO LUGVEI es una clara referencia al dios pan-céltico LUG o LUGUS.

TO es considerado por algunos investigadores como una preposición derivada de la preposición indoeuropea y protogermánica *to, en alemán zu, en inglés to, en irlandés to / do (="para", "hacia"). LVGVEI se considera por algunos como un posible topónimo, en locativo. Conjetura por conjetura, no vemos razón de peso para no considerar que LVGVEI podría ser -en efecto- un dativo del nombre de la divinidad a la que se dedica la inscripción, y tampoco para que el nombre de esta divinidad celtíbera sea efectivamente el mismo del dios céltico Lugus o Lug, presente en numerosos topónimos y en algunas inscripciones celtohispánicas (entre ellas en una inscripción celtíbera de Osma y en otras tres aras en Galicia, aunque sólo por el nombre no podemos estar seguros de que se trate realmente de la misma divinidad).

En efecto, ¿es en realidad este Luguos una divinidad celtíbera con el mismo nombre, pero distinta de los Lugus galaicos? ¿es acaso el mismo dios designado en el bronce de Contrebia 1 con el epíteto de "Ambitiseto"? No lo sabemos. Pero pudiera ser significativo el hecho de que no lejos de esta inscripción se dibujase un burdo grabado, hoy desaparecido, que representa a un ser antropomorfo bicéfalo (una bicefalia que ya vimos que podía ser una de las características de ese Ambiti-seto celtibérico: "el que está por ambos lados", "el de las dos caras"), con lo que cobra verosimilitud la hipótesis de que este "santuario al aire libre", como se le ha llamado, estuviese dedicado no exactamente a ese Lug pancéltico, sino a un Luguos o Lugus que en realidad sería esa misma divinidad sanadora a la que en el Bronce de Contrebia 1 se la designa con el epíteto de Ambitiseto (="el de doble rostro").

En su día Tovar y otros simplemente consideraron esa homonimia como signo de identidad con el Lugus galaico y celtogalo, aunque recientemente ha sido muy discutida esa identificación (pero sin argumentos invalidantes definitivos). Lo cierto es que parece ser la única palabra del texto que puede identificarse claramente con un teónimo, pues las que ya hemos visto parecen más bien antropónimos personales, y en el vocablo TOGIAS, que aparece repetido dos veces más adelante, no está nada clara su supuesta identificación con la diosa celtohispana Toga, pues en principio podría ser más bien un sustantivo común o incluso otro nombre personal femenino.

En la suposición de que LVGVEI sea el dativo complemento indirecto ("para Luguos"), es difícil pensar que TO pudiera ser una simple preposición de refuerzo del dativo (¿para evitar confundirlo con un supuesto locativo?), pues en el Bronce de Contrebia 1 hemos visto que todos los dativos funcionan perfectamente sin preposición y que las preposiciones mismas aparecen generalmente unidas como preverbios o prefijos a las palabras a la que se refieren, no sueltas o separadas de éstas, y en otras inscripciones aparecen pospuestas al término que rigen, es decir, como post-posiciones más que como prae-positiones propiamente dichas. Por eso hemos pensado que TO podría ser más bien la forma celtibérica nominativa-invocativa del pronombre personal de 2ª persona de singular (="tú"), análogo al tu latino y a otras formas más o menos similares en las distintas lenguas indoeuropeas. Si no fuera por esta nueva posibilidad, no descartaríamos tampoco que se tratase de esa referida preposición, pero en su acepción indicadora de movimiento "hacia", no en su acepción propia de dativo o receptivo (="para").

Retomando ese ENI-OROSEI del principio de frase, coincidente con otra forma exactamente igual que se repite a comienzos de la línea 5, y que seguramente marca el comienzo de otra frase o periodo oracional distinto (como también pensaron Lejaune y Tovar), y suponiendo -ésta es nuestra hipótesis interpretativa- que dicho sintagma sea una alusión a cada una de esas dos caras, cabezas o rostros de esa divinidad a la que se invoca, se ilumina un sentido bastante completo para esta primera frase, que además es bastante concordante con los datos de la inscripción de Contrebia 1.

En efecto, podemos identificar el lexema OROSEI (precedido del pronombre demostrativo ENI) como una forma celtibérica análoga al latín os oris (="rostro", "cara"), y traducir provisionalmente este sintagma que se repite dos veces en el texto como si fuera una doble invocación o petición (a cada una de las dos cabezas o rostros de esa divinidad bicéfala o bifronte):

["Para este rostro (tuyo), (para que a Tiatuno de Tigino....verbo subordinado + complemento o sujeto), complemento directo + verbo principal + sujeto elíptico implícito]. [(Y) para este (otro) rostro (suyo)...........................................+ sujeto"]

La hipótesis es desde luego verosímil, y muy sugestiva contextualmente, pero no está exenta de dificultades, o mejor dicho, de opciones interpretativas diversas e igualmente posibles. En la frase 6 del Bronce de Contrebia, precisamente la referida a ese dios llamado "Ambiti-seto", aparece un término OZAS que allí traducíamos conjeturalmente como "rostros", asimilándolo también al latín os oris, y considerando que en el celtibérico no se había producido el rotacismo o evolución completa a [r] del sonido de S sonora intervocálica [z], procedente a su vez de una S sorda, a diferencia del latín *osis > *ozis > oris). Aquí, en cambio, en este OROSEI, hemos de presuponer que se había producido ya ese rotacismo en la -r- intervocálica (podemos atribuirlo a una mera variante dialectal, aunque en todo caso se trataría de supuestos "dialectos" celtibéricos en unas zonas relativamente cercanas; pero es más verosímil suponer que la inscripción de Contrebia, aunque también de época romana, precedería en más de un siglo a ésta de Peñalba, tiempo suficiente para que el celtibérico de la zona terminase de completar ese rotacismo, quizá también por influencia de la propia lengua latina coetánea).

El verbo de esa oración subordinada introducida por UTA sólo puede ser uno de estos dos sintagmas: TRECAIAS o TO-LUGVEI (o LUGVES o IVGUES, en otras lecturas). Veámos una por una las opciones interpretativas que tenemos y cuál podría ser la más verosímil y la más probable.

TRECAIAS (en la lectura de Tovar y otros) es muy poco probable como verbo, y desde luego no conocemos ningún otro término en las lenguas indoeuropeas afines con esa forma y con carácter verbal (Tovar hace una superflua elucubración sobre su supuesto prefijo numeral TRE- que no nos lleva a ninguna parte repetir aquí). Tampoco puede aceptarse como antropónimo personal, pues no va acompañado de ningún tipo de patronímico o de gentilicio, como es usual en los nombres personales celtibéricos, excepto en los de las divinidades.

Pero si volvemos a la lectura original de M. Gómez Moreno, el maestro de Tovar, que leía ERECAIAS, o incluso con la lectura también sostenible de IRECAIAS, podemos buscar supuestas analogías verbales con el verbo latino erigo erectum (forma verbal compuesta derivada de ex, rego), que tiene los sentidos de "levantar", "hacer subir", y creemos que no forzamos demasiado la analogía ni la fonética si presuponemos un verbo celtibérico ERECAIAS (con terminación indoeuropea de 2ª persona de singular y con un significado análogo). En este supuesto, el sintagma TO LUGVEI podría estar formado por la preposición TO (="hacia") y el sustantivo LVGUOS (lat. lux lucis, "luz", y también -en sentido figurado- "luz de la vida", "vida"). Es decir, tendríamos algo así como "PARA QUE A TIATUNO DE TIGINO (LE) INCORPORES A LA VIDA (=a tu luz)", lo cual conviene bastante bien a una divinidad sanadora a la que se pide por la salud de alguien (en este caso la de ese Tiatuno de Tigino). Esta opción lleva a la dificultad de admitir la correspondencia regular entre la [k] intervocálica celtibérica y la [g] intervocálica latina (e-recaias / e-rigis), que podría estar manifestada también en el Deivo-rekis del Bronce de Luzaga, y al mismo tiempo la correspondencia -g- / -k- (la del celtibérico luguos y el latín lukem). Hay otra opción con la que se puede mantener a ERECAIAS como verbo, y es la de suponer que el sintagma siguiente, que necesariamente habría que leer como TO LVGVES (no LVGVEI), constituiría propiamente el Sujeto de esta oración subordinada, en caso invocativo: "PARA QUE TÚ, LUGUOS, LEVANTES A TIATUNO DE TIGINO".

Otras opciones interpretativas (como la de considerar TO-LVGVES, o incluso una hipotética lectura TO-IVGVES, como el verbo de esta oración subordinada, compuesto de preverbio o preposición) nos parecen bastante más dificultosas, no sólo por tener que admitir más variaciones en su lectura sino sobre todo porque aunque admitamos que podrían relacionarse respectivamente con los verbos latinos lucere (="brillar", intransitivo en latín) y con iugare (="unir", "enlazar", "casar"), el término ERECAIAS o TRECAIAS tendría que ser necesariamente el complemento, y su sentido queda impenetrable: ¿"Para que ilumines las______ para Tiatuno de Tigino"?, ¿"Para que unas las _______ a Tiatuno de Tigino"?, a no ser que consideremos ese TRECAIAS como un epíteto vocativo en el que está explícito el componente numeral "tres", pero esto se concuerda mal con una divinidad supuestamente bifronte o bicéfala, no tricéfala.

Terminada y determinada esta hipotética interpretación de la oración subordinada, nos quedan solamente dos lexemas más para terminar la oración principal y el resto de esta primera frase: ARAIANOM COMEIMU, que necesariamente tienen que ser -respectivamente- el Complemento Directo y el Verbo de la oración principal.

El término ARAIANOM (otra variante de lectura aceptable podría ser ARNAIOM), con posible desinencia de acusativo singular masculino, otros lo consideran un genitivo plural. Podría identificarse conjeturalmente con el término latino ara (="altar"), aceptado en todo caso el contexto religioso de la inscripción. Podríamos sugerir una hipótesis y traducción más "arqueológicas", considerando que podría referirse a unos pequeños huecos circulares excavados en la roca y existentes todavía en la cima de este mismo farallón. Consisten en varias cubetas, pocillos o agujeros circulares de no mucha profundidad, a veces unidos por acanaladuras entre sí, y de los que se conocen bastantes prototipos en otros lugares de la Hispania céltica, aunque su función no está muy clara (se supone que eran pequeños "altares" para libaciones o sacrificios de animales).


Altares de pozo, Peñalba de Villastar (Teruel)
 

altares de pozo, Peñalba de Villastar (Teruel)


Pero el caso es que hay otra posible lectura admisible de este vocablo, y esa lectura es ARNANOM, que puede relacionarse tanto con el latín agnus (="cordero") como con los términos griegos arneiós (="borrego"), arníon (="corderillo") y arén arnós (="cordero", "oveja"). Ya vimos en el Bronce 1 de Contrebia el término para "cordero" (ARZNAS), que no es incompatible con este ARNANOM, pues a juzgar por su sufijo diminutivo indoeuropeo -an- podría designar a un "corderillo" o "cordero muy pequeño". Como en la frase siguiente parece que se alude también a otro animal, de momento y sin descartar en absoluto la interpretación anterior, consideramos como más probable esa lectura ARNANOM y esa interpretación como un animal sacrificable.

La línea 4 se cierra con la palabra COMEIMU, y la línea 5 comienza de nuevo con el mismo sintagma ENI-OROSEI de la línea 1, con lo que -como decimos- es muy probable que se trate ya de otra frase distinta (Tovar y Lejeune eran también de esta opinión, pero sus interpretaciones de este texto nos parecen bastante arbitrarias, rebuscadas y poco fundadas lingüísticamente, aunque ellos mismos -con su superfluo alarde de erudición lingüística "celtista"- pretendan lo contrario).

Tenemos, por tanto, en nuestra hipótesis 1, el esquema de los elementos sintácticos mínimos para esta primera frase: [ C.I. (+ conj. + c.i. + verbo + sujeto) + C.D. + VERBO ] :

Esquema de los elementos sintácticos

El término COMEIMU tendría que ser necesariamente el verbo principal, quizá una 1ª persona de singular con desinencia verbal en -mu (posiblemente de tiempo pasado; recordemos que en Contrebia 1 era en -m), pero no una 1ª persona de plural, como pensaba Tovar. En principio descartamos también la 3ª persona de singular, pues además de que en la línea 6 encontraremos lo que parece ser una clara forma verbal de 3ª persona de singular, con típica terminación indoeuropea secundaria en -t (SISTAT), si COMEIMU fuera una 3ª persona se quedaría sin sujeto explícito en esta frase. Es verdad que aquí tampoco lo tiene (es implícito), pero el hecho de que se trate de una 1ª persona lo excusa de momento, aunque ya veremos que finalmente se explicita en la frase siguiente.

Tovar lo identificaba conjeturalmente, sin mucha base morfológica ni fonética clara (salvo las habituales invocaciones al celtogalo), con el latín convenimus, lo cual nos parece rebuscado y del todo indemostrable (más acertado parece que estuvo en considerar SISTAT como un verbo en 3ª persona de singular, análogo al latín sistat).

Pero el significado concreto de este COMEIMU se nos escapa, pues no podemos establecer una etimología clara en su comparación con otras formas similares de otras lenguas indoeuropeas afines. El propio contexto, no obstante, ayuda un poco, si consideramos que se trata de un supuesto "altar" que una oferente hace o manda hacer para una determinada divinidad (Luguos o Lugos). El significado verbal tendría que ser bastante próximo a "he construido", "he hecho", "he dedicado", o bien (atendiendo a las características peculiares de estos pequeños altares-pozo): "he excavado", "he ahuecado", "he socavado", "he empotrado", "he cimentado", o algo similar.

Pero en nuestra segunda hipótesis, la de la ofrenda o sacrificio de un "corderillo", el verbo COMEIMU tendría que tener contextualmente un significado muy próximo a "sacrificar", "ofrecer", "prometer", "traer" o algo similar. El problema es que no hemos encontrado otro término indoeuropeo fonéticamente análogo con el que pueda compararse y confirmarse. Ello nos ha llevado a considerar otra posible variante en esa "indudable y segura" transcripción de Tovar, que sería COMEINU (aunque nos quedaríamos sin la pretendida desinencia -mu, que tendríamos que sustituir por una más hipotética, -nu o -u), pero al menos la palabra admite ya una comparación más directa con el latín com-minuo (="despedazar", "descuartizar").

La traducción provisional completa de esta primera frase quedaría así:

"PARA ESTE ROSTRO (TUYO), PARA QUE TÚ, LUGUOS, LEVANTES A TIATUNO DE TIGINO, HE ¿DESCUARTIZADO? UN ¿CORDERILLO?"

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A partir del inicio de la línea 5 se repite el sintagma ENI-OROSEI y puede entenderse que empieza una segunda parte o segunda frase de este texto, dedicada a su vez a esa otra cara o cabeza del bicéfalo Luguos (="Para este otro rostro tuyo.......".

El verbo principal, como ya lo identificó Tovar en su momento, parece ser SISTAT, pero luego volveremos a él. De momento tenemos un primer dativo ("para este otro rostro tuyo") seguido de un sintagma EQUEISUI-QUE, al parecer coordinado por la conjunción copulativa celtibérica -CUE (latín -que), que ya vimos en el texto de Contrebia 1 (Tovar, por cierto, no pierde ocasión de recordarnos en su trabajo que fue él quien "descubrió" esa conjunción celtibérica, cosa que es cierta, pero que tampoco parece que pueda considerarse una aportación impagable a los estudios celtibéricos; descubrió otras muchas cosas igual de importantes, pero otros postulados suyos retrasaron también los estudios ibéricos y celtibéricos durante décadas, de lo que otros filólogos de su misma generación y posteriores tuvieron también una parte de responsabilidad nada pequeña, a diferencia de las geniales intuiciones e interpretaciones iniciales de su maestro G. Moreno).

Creemos que ese sintagma todavía puede segmentarse más: EQUEI SUI-QUE, con lo que tendríamos otro dativo coordinado con el anterior, acompañado de un adjetivo posesivo de 3ª persona, que parece discordar un poco -como anacoluto morfológico- con la 2ª persona de la primera frase, pero que tampoco es inaceptable, pues el lenguaje religioso es muy "sui géneris" en todas las lenguas, y a menudo cambia las formas de dirigirse a la divinidad. En seguida veremos que ese cambio está también justificado en que el propio oferente cambia asimismo de una 1ª persona de la frase anterior a una 3ª persona en la frase que nos ocupa. Traduciríamos: "Para ese otro rostro (suyo) y para su caballo....".

Un término celtibérico EQUOS para caballo (latín equus, latín arcaico *eqwos) no resulta ciertamente nada extraño, pues sabemos que el celtibérico -como el latín- conservó la labiovelar indoeuropea, a diferencia del celtogalo (epos, "caballo"). Más extraña nos parece esa alusión a ese supuesto caballo de este dios, del que no tenemos más referencias textuales ni gráficas. Si además consideramos la posibilidad de que el vocablo siguiente, OGRIS (en otras lecturas alternativas podría ser OGRU o bien OGRE), fuera el nombre de ese famoso caballo divino, entramos ya en un terreno religioso-mitológico del que carecemos de datos para verificar esta interpretación, con todo tan sugestiva como admisible morfosintácticamente. Pero hay que recordar numerosas figurillas celtibéricas de bronce con forma de caballos (fíbulas, protomos de bastones, etc), algunas de las cuales van asociadas a cabezas humanas, que generalmente se interpretan como "cabezas de enemigos cortadas y colgadas de los caballos"; pero quizá algunos de estos caballitos puedan ser vinculados directamente a este "caballo de Luguos" (llamado aquí "Ogris" u "Ogru", si -como veremos- era más bien yegua), que debía de ser muy popular en la mitología celtíbera.


 

Pero lo más importante aquí es que ese posesivo sui sólo puede ser femenino, pues el dativo singular masculino era somui (como vimos en Contrebia I) y el dativo singular neutro es so (como veremos en el Bronce de Luzaga). Por tanto la palabra EQUEI tiene que ser también femenina, referida efectivamente a una yegua, no a un caballo.

Pasamos ya al verbo, SISTAT, análogo al latín sistat (="erige"), aunque esta forma celtibérica parece ser más bien -por el contexto- una forma verbal de tiempo futuro o de presente-pro-futuro ("erigirá" o "va a erigir").

Nos falta el Complemento Directo, que necesariamente ha de ser alguna palabra que designe algún tipo de construcción menor (una estela o algo similar, pues dada la naturaleza de la inscripción tampoco cabe pensar que el oferente fuera algún potentado capaz de financiar un templo, una estatua de bronce u otra gran construcción). Descartamos TOGIAS, a pesar de su aparente desinencia de acusativo plural femenino, pues creemos que tiene que ser necesariamente el Sujeto (de hecho su nombre aparece repetido, con su gentilicio respectivo, al final de la inscripción, a modo de "firma"). La desinencia -as puede ser perfectamente también (como ya vimos en varios nombres y sobrenombres del Bronce I de Contrebia) una desinencia femenina singular de nominativo. En este caso, además, el propio contexto sugiere que la oferente es una mujer, presumiblemente esposa o pariente cercana del Tiatunos de Tigino para quien se pide la intercesión de ese dios curador.

Por tanto sólo nos queda el vocablo OLOCAS, en acusativo plural femenino, como el único candidato para esa función de complemento directo de la frase. Conjeturalmente, pero muy verosímilmente también, podemos relacionarlo con el término latino aula, que en su acepción de "patio", "atrio", parece ser un préstamo del griego aulé (="patio"), aunque en latín arcaico significaba también "olla", "marmita". El término celtibérico podría ser un préstamo latino (la correspondencia o- celtibérica y au- latina la tenemos documentada en el bronce contrebiano, frases 3 y 5, oscues--auscultes, como ya vimos), pero tampoco puede descartarse que se trate de un término propiamente céltico o celtolatino de origen. Le habíamos dado primero la significación provisional de "templetes", "pórticos", pero es más verosímil pensar que quizá se refiera más probablemente a una construcción sacra mucho más sencilla (p.e. una pequeña columna o cipo, o un altar de piedra, o mejor aun: a esas sencillas "marmitas" o cubetas excavadas a las que antes hemos hecho referencia).

La frase, y el propio texto, terminan con un nuevo dativo, desligado sintácticamente de la frase, pero utilizado como recapitulación, dedicatoria o subtitulus de toda la inscripción (LVGVEI, "Para Lugos"). Y por último una expresión del nombre completo de la oferente, TIASO TOGIAS ("Togia la de Tiaso"). Creemos que Tovar se entusiasma demasiado cuando cree ver en ese TIASO una transposición o préstamo del término grecolatino thiasus (="cofradía"). Lo consideramos poco probable, porque en un ámbito tan especialmente conservador o arcaizante como es la religión resultaría insólito que la propia lengua celtibérica no tuviera una palabra propia para designarlo y tuviera que echar mano de un término extranjero. Pero la razón principal es contextual y sintáctica, pues no hay manera de encajar ese supuesto significado, y el nombre personal quedaría inaceptablemente "huérfano" de su necesario gentilicio o patronímico. Probablemente alude a la propia localidad de origen de la oferente o a su progenitor.

Traducción completa y provisional del texto (en negrita las partes más seguras):

Para este rostro (tuyo), para que tú, Lugus, ¿levantes (=cures)? a Tiatuno de Tigino, he ¿descuartizado? un ¿corderillo?.
Para ese otro rostro suyo y para su yegua Ogris [u Ogru], va a excavar Togia unas ¿cubetas (de sacrificios)?. Para Lugus. Togia de Tiaso.

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Como puede verse, algo hemos avanzado en la interpretación semántica y léxica de este texto, pero la "traducción" no deja de ser tan conjetural y provisional como otras de sentidos muy distintos aventuradas hasta la fecha. Con todo, la nuestra es -por así decirlo- de puro sentido común, pues desde luego no tienen sentido alguno esas interpretaciones que quieren ver en esta inscripción alusiones a "campos", "parcelas", "términos" y cosas similares (descripciones y mensajes, en suma, demasiado complejos para creer que fueran escritos en una pared de roca a modo de graffiti más o menos improvisado), lo que es una muestra más de cómo esas pseudointerpretaciones cientifistas a menudo pierden de vista completamente no sólo el contexto sino el suelo interpretativo mismo bajo sus pies.

En seguida veremos también que, entre los celtíberos, no parece que existiese (a diferencia de los pueblos ibéricos del Levante peninsular) un Derecho de tipo civil escrito, sino tan sólo -como en otros muchos pueblos precivilizados- un Derecho consuetudinario de tipo oral, aunque eso no significa que con la romanización no dejaran de someterse al arbitraje romano y a las fórmulas jurídicas romanas para determinados pleitos públicos colectivos (como se constata en el Bronce latino de Botorrita II). Pero en esta inscripción que nos ocupa, y considerando precisamente el contexto, el mensaje no podía ser otro que el de tipo religioso individual, una plegaria o petición a determinada divinidad por parte de algún particular. Nada más que eso. No compliquemos las interpretaciones más allá de lo necesario.

Nuestra interpretación no es ni pretende ser, por tanto, nada especial, y mucho menos la correcta y definitiva. Pero su interés es sobre todo morfosintáctico, pues parece confirmar plenamente algunos datos que ya conocemos por la inscripción de Contrebia I, como son las desinencias nominales, las conjunciones y las partículas pronominales. A destacar sobre todo ese supuesto pronombre personal TO de 2ª persona de singular, el dativo singular femenino del posesivo SUI, o las formas verbales SISTAT (3ª persona singular) y quizá también COMEINU (¿1ª persona singular de tiempo pasado o "aoristo"?). Y de momento eso es todo sobre esta inscripción.


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