La Sinagoga de La Blanca

     LA SINAGOGA TOLEDANA DE SANTA MARÍA LA BLANCA



 
 

Lo primero que nos evoca y nos recuerda el espacio interior columnado y repleto de blancos arcos de herradura en esta antigua sinagoga toledana (llamada originariamente Sinagoga Nueva y Sinagoga Mayor, de las diez documentadas en la ciudad de Toledo en el siglo XII, y rebautizada luego -reconvertida ya en iglesia desde finales del siglo XIV- como "Santa María La Blanca") es el amplio espacio interior o sala de oración de la Gran Mezquita de Córdoba, terminada en el siglo X, en la época de mayor apogeo y esplendor del Califato cordobés.

Y no sabríamos decir cuál de los dos modelos arquitectónicos y estéticos nos impresiona más: si el denso y simétrico bosque de columnatas y de arcos de herradura, decorados en franjas rojas y blancas, y los fustes jaspeados de las columnas del modelo cordobés, o las treintaidós columnas octogonales blancas (de ladrillo encementado y encalado) rematadas por capiteles de decoración dorada de piñas y volutas, trabajados con el trépano sobre el blando yeso, y distribuidas en las cinco naves paralelas que compartimentan y dividen simétricamente el espacio interior de este modelo toledano.



 
 

La armonía, la simetría y la perspectiva de profundidad que en ambos modelos se recrea es prácticamente la misma en aquella mezquita musulmana y en esta sinagoga judía, con la única diferencia de la gran amplitud del templo cordobés y las reducidas dimensiones de este templo hebraico. En ambos casos, la distribución y estructuración del espacio interior son similares, muy diferentes a los espacios interiores de las iglesias y templos cristianos. Y no es sólo que los templos musulmanes y judíos, a diferencia de los cristianos, no tengan nunca elementos decorativos de imaginería naturalista, y que por ello hayan de aprovechar al máximo la distribución espacial y la decoración geométrica ornamental, con espacios de intercolumnios armónicamente dispuestos, sino que el tipo de religiosidad que representan es también sensiblemente distinto en uno y otro caso: una religiosidad más colectiva y ritualizada en los modelos musulmanes y hebreos y más individual o individualizada en los modelos cristianos.

Hay aquí un espacio inferior de grandes arcos y columnas (que evocan la presencia de ángeles o de distintas generaciones de fieles, petrificados en el tiempo) y un espacio superior e inaccesible, que reproduce esos mismos arcos a tamaño menor y puramente decorativo, a modo de evocadora "sinagoga celestial" superpuesta. Blanco y oro, blancura y sobriedad decorativa y equilibrada, pero sobre todo blancura, que justifica el nombre con que se la conoció después: "La Blanca".



 
 

Pero, desde el punto de vista estrictamente constructivo, esta sinagoga fue hecha para judíos, con directrices judías y gustos estéticos judíos, para la importante comunidad hebrea toledana entre finales del siglo XII (1180 parece ser la fecha de su construcción inicial, según una inscripción con la fecha correspondiente del calendario hebraico en una de las vigas) hasta finales del siglo XIV (probablemente hasta 1391, en la que se produjo el asalto final de las enardecidas turbas toledanas "cristianas" a la judería y en la que esta sinagoga hebrea fue incautada y reconvertida en iglesia). Fue hecha, en efecto, para judíos toledanos en una ciudad mayoritariamente cristiana desde el siglo XI, pero construida por albañiles y maestros-canteros o arquitectos musulmanes de la propia ciudad (los llamados mudéjares), con modelos musulmanes antiguos (el de la Gran Mezquita cordobesa, sobre todo) y también coetáneos: la arquitectura y decoración típicamente almohade del sur de la Península (lacerías geométricas y atauriques de yeso), que seguramente fue muy del gusto de los jefes judíos de los principales linajes hebreos de la comunidad toledana, muchos de los cuales alcanzaron importantes cargos llevando la intendencia, las finanzas y los impuestos en la Corte de los reyes castellanos, ricos judíos que fueron los que financiaron su reconstrucción a mediados del siglo XIII, cuando el rey castellano Alfonso X les autorizó a reconstruirla tras un incendio reciente.

Pero el espacio y su distribución eran completamente ajenos a la arquitectónica cristiana, y el reconvertido templo fue meramente utilitario durante apenas un par de siglos más, a pesar de algunas reconstrucciones de medias cúpulas y otros añadidos arquitectónicos posteriores. Entrado ya el siglo XVIII fue reconvertida sucesivamente en asilo de mujeres, luego en cuartel militar, y durante la ocupación francesa napoleónica fue utilizado como almacén. Finalmente se declaró como "Monumento Nacional" y acabó siendo "museo", hasta nuestros días. Pero ya no volvió a entenderse y a recuperarse su espacio originario, sucesivamente profanado por mujeres de la calle, por soldados, y ahora -finalmente- por "turistas" más o menos adocenados y papanatanizados. Los templos, como es sabido, acaban deshechos, como obras humanas materiales que son, o bien reconvertidos en los más peregrinos usos y utilidades; sólo la religiosidad, a veces, permanece.


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