Bronce de Contrebia

PRINCIPALES INSCRIPCIONES CELTIBÉRICAS COMPLETAS MÁS EXTENSAS


EL BRONCE 1 DE BOTORRITA O DE CONTREBIA BELAISCA

(otra propuesta de traducción aproximativa)

Las lenguas de la Hispania prerromana suelen ser agrupadas geográficamente en tres grandes áreas lingüísticas generales: el grupo de las lenguas ibéricas del noreste y levante peninsular, el grupo de las lenguas iberoturdetanas del sur y suroeste (al parecer, bastante afines a las primeras) y el grupo de las lenguas célticas indoeuropeas. Conocemos su distribución geográfica aproximada y sus sistemas de escritura, y contamos asimismo con no pocos testimonios epigráficos; sin embargo, la interpretación de estas inscripciones no resulta nada fácil y nuestro actual conocimiento de ellas es bastante incompleto y precario, y más si tenemos en cuenta que se trata de lenguas que terminaron por desaparecer completamente con la posterior romanización y asimilación del latín por los indígenas hispanos (el único resto que ha persistido de las antiguas lenguas hispánicas prerromanas lo constituye -como es sabido- la lengua vasca, que es una lengua de tipo "ibérico", no indoeuropea).

De las lenguas célticas hispanas, habladas en época prerromana en más de la mitad de la Península Ibérica, han quedado diversas inscripciones en su mayoría no muy extensas (unas en alfabeto latino y otras -también muy cortas por lo general- en el signario ibérico que los celtíberos tomaron de los pueblos ibéricos vecinos). Su análisis y estudio han permitido a los lingüistas subdividir provisionalmente y en líneas muy generales el grupo céltico o celto-hispano en al menos dos grandes subgrupos dialectales y en todo caso geográficos: el "lusitano" o celtohispano occidental (hablado en el oeste y noroeste peninsular, en la cornisa cantábrica occidental y en la submeseta-norte) y el "celtíbero" o celtohispano oriental, hablado por los pueblos celtibéricos propiamente dichos, es decir, por los celtohispanos que habitaban en el amplio territorio que se extendía por gran parte de la submeseta-sur, la cornisa cantábrica oriental y las tierras comprendidas entre las partes altas de los ríos Tajo y Duero hasta el Ebro).

En realidad, los pueblos de la cornisa cantábrica (galaicos, astúres, proto-cántabros) parece ser que eran originariamente pueblos pre-célticos, aunque fueron posteriormente más o menos "celtizados" por las primeras oleadas de pueblos proto-célticos o paleo-célticos europeos que penetraron en la Península. El geógrafo grecorromano Estrabón llama genéricamente "montañeses" a esos pueblos pre-célticos, para diferenciarlos de los celtas hispanos propiamente dichos, que ocuparon el oeste peninsular y la Meseta y luego también el suroeste ibérico (eran éstos los proto-celtas lusitanos, vetones, vacceos y carpetanos). La última gran oleada céltica procedente de Europa, anteriores al siglo V a.C. y en todo caso a la cultura arqueológica propiamente céltica de La Tène, en la Galia central, fueron los que los romanos llamaron "celtíberos", aunque -según se deduce de los datos del propio Estrabón- parece que ellos se llamaron inicialmente a sí mismos beros o berones. La denominación romana de "celtíberos", por la propia homofonía con el término "iberos", ha creado desde siempre bastante confusión, al entenderse que se refería a una mezcla de celtas e iberos, o celto-iberos, cuando en su primera acepción parece que sólo pretendía identificar y caracterizar como netamente celtas a un conjunto de pueblos de procedencia europea que se llamaban a sí mismos beros, esto es, "pueblos", pues seguramente los primeros geógrafos e historiadores grecorromanos que emplearon ese término de "celtíberos" sólo pretendían identificarlos propiamente como "los-pueblos-celtas-más-celtas (o más recientes, diríamos ahora)" o simplemente los "celtas de Iberia", es decir, "los celti-beros".

En realidad, tanto los dialectos celtohispanos pertenecientes al grupo occidental o lusitano (de los que sólo se conocen topónimos, gentilicios, antropónimos y algunas pocas y breves inscripciones en alfabeto latino) como los pertenecientes al grupo oriental o celtíbero, son sólo relativamente afines a las demás lenguas célticas europeas antiguas (o a lo que se conoce actualmente de ellas, que son sobre todo numerosos nombres geográficos, etnónimos y onomásticos personales, algunas glosas y unas cuantas inscripciones más o menos breves en alfabeto latino y grecoetrusco), de manera que puede suponerse, en términos aproximativos muy generales, que un galaico, un lusitano, un vetón o un vacceo, por un lado, y un cántabro o un celtíbero del Ebro o de la Meseta, además de entenderse más o menos con alguna facilidad entre sí (aproximadamente en la misma medida en que los españoles actuales podemos "entender" a un portugués o a un italiano, sin saber portugués o italiano, por poner un ejemplo de tres lenguas relativamente afines, en este caso latinas), también podrían entenderse quizá sin excesivas dificultades con un galo, un britano o incluso un celta centroeuropeo (como podría actualmente entender un español a un francés sin conocimientos previos de esa lengua), aunque las cuestiones lingüísticas -como es más que obvio- nunca suelen ser tan simples de exponer y de simplificar y menos aun de verificar.

Las lenguas llamadas indoeuropeas o indogermánicas (germánicas, célticas, itálicas, helénicas, eslavas, bálticas, iranias, indoarias, etc) abarcan -como es sabido- una extensa familia lingüística formada por lenguas que comparten unos mismos procedimientos de flexión o formación morfológica y gramatical y un léxico en gran parte originariamente común, y a las que se supone un mismo y remoto origen. Los trabajos de la filología científica contemporánea han reconstruido laboriosamente en los dos últimos siglos los diversos estadios o fases de esa supuesta lengua originaria común que, desde algún punto de Eurasia central, se extendió y diversificó sucesivamente hasta el extremo occidental de Europa y hasta el norte de la India, y han establecido las afinidades, correspondencias y "leyes fonéticas" que rigen los cambios evolutivos de dichas lenguas afines con respecto a la supuesta lengua-matriz originaria, clasificándolas en diversos grupos más o menos homogéneos (lenguas célticas, itálicas, germánicas, baltoeslavas, etc). Ahora bien, hay que recordar que se trata en todo caso de "reconstrucciones lingüísticas teóricas", o dicho de otro modo: de modelos hipotéticos de sistemas fonológicos, morfosintácticos y semánticos más o menos comunes, pero no de una supuesta "lengua-madre común" (que probablemente nunca existió como tal, sino más bien como un amplio y disperso conjunto de estadios lingüísticos pluridialectales y pre-diferenciados, como seguramente no existió tampoco en sentido estricto una etnia o cultura homogénea que podamos llamar "pueblo indoeuropeo" y mucho menos aun una "raza indoeuropoide" primigenia).

Junto a este gran tronco de lenguas indoeuropeas, existían y existen en Eurasia, como es sabido, muchas otras familias lingüísticas distintas (el grupo de lenguas semíticas flexivas, el grupo de lenguas caucásicas aglutinantes, el antiguo grupo asiánicosumerio, etc), todas ellas diferenciadas entre sí y no relacionadas lingüísticamente con el indoeuropeo-matriz (por lo menos en lo que la comparación filólogica actual permite entrever). Con todo, no conviene perder de vista que el "indoeuropeo" (o "indogermánico" o "indocéltico" o "indo-anatolio-hitita" o como se prefiera llamarlo) -y más aun el llamado "proto-indoeuropeo"- no es más que una hipotética reconstrucción a-posteriori que resulta altamente improbable como lengua unitaria y alguna vez existente como tal. Como "constructo metalingüístico" resulta ciertamente muy útil hasta cierto punto para la comparación y el conocimiento de las lenguas "indoeuropeas" históricas más antiguas (otra cosa es lo que estemos dispuestos a creernos de todas esas "reconstrucciones" lingüísticas más o menos lógicas pero en todo caso puramente hipotéticas, teóricas e indemostrables per-se: "fases diacrónicas sucesivas del protoindoeuropeo", "hipótesis glotal", "teoría de las laringales", etc).

Todas las lenguas, como también es bien sabido y comprobado, van cambiando sustancialmente (fonéticamente) y modificando sus estructuras fonológicas, morfológicas y sintácticas con el paso del tiempo, que introduce también en ellas grandes cambios semánticos y léxicos. En el caso de las lenguas indoeuropeas del llamado "grupo céltico" han persistido como restos idiomáticos más importantes algunas lenguas célticas modernas que derivan más o menos directamente del llamado "celta antiguo", entre ellas el gaélico o irlandés (medieval escrito e irlandés moderno, con otras diversas variedades lingüísticas gaélicas afines), y asimismo el galés, el bretón, y otros diversos dialectos de un mismo grupo derivado del antiguo "britano". Sin embargo, la utilidad de estas lenguas célticas modernas como instrumento de comparación y de estudio para el conocimiento de las lenguas célticas antiguas (celtohispano, celtoitálico o galocisalpino, galo continental, galo insular o britano, etc) es más bien escasa, debido precisamente a la gran evolución lingüística que han experimentado todas ellas con el transcurso de los siglos, desapareciendo algunas y transformándose considerablemente las otras, y creándose con ello una profunda distancia y diferenciación lingüística que separa a esas poco conocidas lenguas célticas antiguas y a las modernas (tanto o más que la propia distancia lingüística que actualmente separa, por poner otro ejemplo, a las lenguas del grupo latino indoeuropeo de su lengua común de origen: el latín).

Por otro lado, incluso en lo que llamamos genéricamente "celta antiguo", la diferenciación dialectal debía de ser bastante profunda en algunos casos. No es sólo la diferencia entre el llamado por los lingüistas "celta-Q" (que son las lenguas célticas que mantuvieron la labiovelar *kw del protoindoeuropeo: *kw- > qu-) frente a las lenguas y dialectos célticos del llamado "celta-P", que la transformaron en p- (*kw- > p-). Quizá se habla a veces con cierta ligereza, en determinadas reconstrucciones lingüísticas, de "lenguas célticas", cuando tal vez lo más propio sería hablar según los casos de "lenguas celto-itálicas" o "celto-italo-germánicas" o quizá incluso "celto-ilíricas". En general, las lenguas célticas se suelen agrupar lingüísticamente con las lenguas itálicas antiguas (latín, osco-umbro, etc), con las cuales comparten bastantes afinidades lingüísticas comunes (lo que los lingüistas llaman, en sentido lingüístico-geográfico, "isoglosas"). Esa clasificación es aceptable en líneas generales, pero también hay que tener en cuenta que algunas lenguas célticas antiguas compartían asimismo isoglosas comunes con las lenguas del grupo helénico (dialectos griegos antiguos) y sobre todo con las llamadas "lenguas germánicas". En ciertos casos -según sabemos por informaciones de historiadores romanos- es bastante probable que en determinadas épocas históricas algunas lenguas o dialectos célticos (por ejemplo la lengua o grupo de dialectos de los antiguos belgas) compartiesen más afinidades con las lenguas germánicas vecinas que con la lengua de los pueblos de la Galia central, o para seguir con nuestro ejemplo de modo comparativo y aproximado: que el idioma básicamente céltico (pero muy germanizado) de algunos pueblos belgas podía ser tan extraño para un galo de la Galia central como el francés o el rumano actual pueden serlo para un castellanoparlante, aunque todas estas lenguas -castellano, francés, rumano- sean lenguas latinas de un mismo origen común, del mismo modo que el celto-galo y el celto-belga eran lenguas célticas.

De todos modos, hablamos aquí del idioma "celtobelga" como una pura abstracción explicativa, en el mismo sentido en que podríamos hablar de "celta central" o de "celtoilirio" o de "celtogálata". De hecho, excepto una afirmación de Julio César sobre los orígenes germánicos de gran parte de los belgas de su época y sobre la diferencia de su lengua con la de los galos de la Galia central, esas diferencias no han sido confirmadas ni por la toponimia ni por la onomástica belga prerromana, que son bastante similares a las de los galos. Independientemente de que en la Galia belga hubiera asentadas tribus germánicas cisrenanas en época de César, se sabe que anteriormente a su germanización los belgas fueron los primeros habitantes e invasores históricos de la isla de Britania y de la isla de Hibernia (Irlanda), antes de las posteriores invasiones de Britania por pueblos propiamente gálicos. Pero de ahí a suponer que el idioma protogaélico de Irlanda procediese de esos primeros celtobelgas y el britano derivase de la lengua gala, es ya dar un paso que ni la historia, ni la arqueología ni la filología nos autorizan todavía a dar.

En el grupo que hemos denominado "celtohispano" la cosa se complica aun más, pues para algunos el idioma celtohispánico debía de ser más bien una lengua proto-céltica, paleo-céltica o proto-italocéltica que una lengua céltica propiamente dicha, al margen de las supuestas mayores afinidades del lusitano con las lenguas célticas del denominado "celta-P", y con el galo, o de las del celtíbero con las lenguas del "celta-Q" y con el celta insular protogaélico. Este complejo problema lingüístico podemos simplificarlo gráficamente en el siguiente diagrama, puramente orientativo, en el que puede representarse una visualización aproximativa de las posibles diferenciaciones y afinidades de las lenguas célticas con otras lenguas indoeuropeas muy próximas (latín y protogermánico):

isoglosas comunes

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Los textos más extensos conservados de todo el llamado "celta continental antiguo" son precisamente las inscripciones celtibéricas grabadas en las planchas de bronce denominadas "Bronces de Botorrita I, III y IV". La primera y la más completa y legible de ellas (Botorrita I) fue encontrada en 1970 durante unas excavaciones arqueológicas cerca de la localidad zaragozana de Botorrita, entre las ruinas de la antigua Contrebia Belaisca, una importante población del "pópulus" celtíbero de los belos (el nombre céltico de la ciudad, Con-trebia Bela-iska, parece significar algo así como "Confederación de tribus de los belos"). Además de esta inscripción celtibérica principal, hay otra (Botorrita II) perfectamente comprensible, no céltica, pues está escrita en latín y con caracteres latinos, que contiene un pleito territorial sobre conducciones y aprovechamientos de agua entre varios pueblos indígenas de la zona, y otras dos inscripciones más -en lengua y escritura celtibérica- conocidas como "Botorrita III" y "Botorrita IV", de lectura mucho más dudosa o fragmentada e incompleta. Todas ellas se datan aproximadamente en el siglo I a.C., estando ya toda la región bajo control y dominio romano.

La inscripción de "Botorrita I" o "Contrebia I", de la que nos ocupamos aquí, está inscrita por ambas caras en una plancha de bronce, en caracteres celtibéricos escritos de izquierda a derecha correspondientes a los alfabeto-silabarios característicos de los pueblos ibéricos vecinos orientales (sistemas gráficos bien conocidos por numerosas inscripciones en lengua ibérica o en lengua celtibérica). Las palabras aparecen separadas mediante dos puntos gráficos separativos convencionales (:). La llamada "cara A", la más extensa, consta de 11 líneas; la "cara B" tiene 9 líneas. La lengua es claramente "indoeuropea" (es decir, "céltica", no "ibérica"). Fue publicada por primera vez, tras su primera limpieza y reconstrucción, por el arqueólogo A. Beltrán en 1973.

La transcripción del alfabeto-silabario del texto no plantea excesivos problemas, pues la mayoría de los signos son perfectamente legibles, salvo los problemas interpretativos derivados de las propias insuficiencias gráficas de estos sistemas de escritura, que no distinguen gráficamente las consonantes oclusivas sonoras (b, d, g) de las correspondientes sordas (p, t, k), ni pueden representar estas consonantes de forma aislada, sino silábica, ni en combinaciones con consonantes líquidas o vibrantes (p.e. los grupos bre, gra, tri, necesariamente han de representarse como be-re, ga-ra, ti-ri, etc), ni se transcriben tampoco las diferencias en la cantidad silábica de las vocales -breves o largas-, que en las lenguas indoeuropeas antiguas, incluidas las célticas, tenían cierta importancia distintiva y fonológica.


 

 

facsímiles de A. Beltrán

facsímil de A. Beltrán (anverso)

                                              Bronce de Botorrita (anverso y reverso, Siglo I a.C.)
facsímil de A. Beltrán (reverso)

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La interpretación y traducción de la cara de la plancha designada de modo convencional como "cara B" no presenta aparentemente grandes dificultades morfosintácticas, puesto que se trata de una mera lista de nombres de personas con sus "apellidos" gentilicios respectivos; pero -como veremos- no está exenta de problemas interpretativos en el significado de una de las palabras que se repite en todos los sintagmas nominales (bintis o pintis), interpretación que incide asimismo en varios aspectos sintácticos del texto. Se considera de forma mayoritaria que esta Cara B fue escrita -según todos los indicios paleográficos- por otra mano distinta de la que escribió el texto de la Cara A, o al menos con un cierto espaciamiento temporal entre la redacción de ambas, pues además reutilizó tan sólo el reverso de la parte de la plancha más extensa, cuando ésta ya se había partido en dos trozos. Por ello se considera poco probable que esta "lista de nombres" de la Cara B esté directamente relacionada con el texto de la Cara A, sino que más bien procedería de una reutilización posterior independiente de ese mismo soporte de bronce para enumerar a una serie de personas con una finalidad que ignoramos. No obstante, hay investigadores que sostienen que ambos textos podrían estar relacionados y que este texto B mencionaría a personas implícitamente aludidas o consignantes del texto A.

TRANSCRIPCIÓN CONVENCIONAL DE LA CARA B

    1. [ LUBBOS : GOUNÉSICUM : MELMUNOS : BINTIS : ] [ LETONDU : LITOCUM
    2. ABULOS : BINTIS : ] [ MELMU : BARAUZANCO : LESUNOS : BINTIS ]
    3. [
LETONDU : UBOCUM : TURO : BINTIS : ] [ LUBINAZ : AYU : BERGANTICUM
    4. ABULOS : BINTIS : ] [ TIRTU : AYANCUM : ABULOS : BINTIS : ] [ ABULU LOUZOCUM
    5. USEIZUNOS : BINTIS : ] [ ACAINAZ : LETONDU : VICANOCUM : SUOSDUNO-
    6. -S : BINTIS : ] [ TIRTANOS : STATÚLICUM : LESUNOS : BINTIS : ] [ NOVANTUTAS
    7. LETONDU : AYANCUM : MEDUMUNOS : BINTIS : ] [ USEIZU : AYANCUM : TAURO [BIN]-
    8. TIS ] : [ ABULU : AYANCUM : TAURO : BINTIS : ] [ LETONDU : LÉTICUM : ABULOS : BINTIS ]
    9. [
[...]UCONTAZ : LETONDU : ESOCUM : ABULOS : BINTIS ]

Los nombres de estas personas individualizadas nominalmente en este texto B son 14 en total, cuyos onomásticos resaltamos en letra negrita. Constan de un nombre personal en nominativo singular, de un nombre gentilicio (nombre de la tribu, subfracción o agrupación tribalfamiliar) en genitivo plural, y de un supuesto patronímico en genitivo singular (referente según unas interpretaciones al nombre del padre y según otras al clan familiar). Por ejemplo "Lubo de (la tribu de) los gounésicos (o counésicos), pariente de (o del linaje de) Melmu ", o según otros "(hijo) de Melmu".

Sabemos que es frecuente en la onomástica celtohispana, como también en la céltica europea, la caracterización del individuo con varios nombres: el antropónimo o nombre personal, el de su padre, y el de su clan, y a veces otros nombres característicos, generalmente distintivos del linaje patrilineal o bien indicativos de algún "cognomen" o sobrenombre personal. En las inscripciones funerarias celtohispanas lo más frecuente es el nombre personal, seguido del nombre del linaje tribal-familiar y del patronímico o nombre paterno, p.e.: "Fulano, de (la tribu de) los_____, (hijo) de_____". Y algo similar ocurre con los nombres de las inscripciones gálicas.

El nombre gentilicio (que junto al nombre patronímico constituía el "apellido" de la persona) se refería a las diversas unidades familiares o subtribales en que se subdividían los pueblos o macrotribus. Los romanos llamaron gentilitates a estas unidades menores tribal-familiares, que indicaban la macro-familia o clan familiar, es decir, el linaje de la persona, y que formaban otras unidades mayores llamadas gentes (en celtíbero -"Bronce de Luzaga"- genis). Éstas se agrupaban para formar otras macrotribus mayores llamadas populi o tribus en latín (en celtíbero quizá beros, o acaso trebia, que eran también unidades territoriales). El origen común de varias de estas macrotribus constituía a su vez un "pueblo" (lat. populus), y la filiación más o menos común de varios populi formaba una "etnia" (lat. natio). Los personajes mencionados en esta lista, por ejemplo, pertenecían a la etnia celta y al populus de los "celtíberos", y dentro de éstos formaban parte probablemente de la macrotribu de los llamados lusones, subdividida a su vez en numerosas subfracciones tribales (gentes) integradas por varias familias o clanes familiares (gentilitates); aquí se mencionan a las "gentilidades" de los gounésicos, los litocos, los ubocos, los bergánticos o bregánticos, los ayancos, los lousocos, los vicanocos, los statúlicos, los léticos, o los esocos.

Los historiadores grecorromanos, como es obvio, mencionan sobre todo las nationes (iberos, celtas, germanos, latinos, griegos, etc) y asimismo los populi (dentro de los iberos, por ejemplo: ilergetes, iacetanos, contestanos, edetanos, turdetanos, etc; dentro de los celtas: galaicos, astures, lusitanos, vetones, vacceos, cántabros, celtíberos...), y con frecuencia mencionan también algunas macrotribus (arévacos, lusones, belos, etc), pero rara vez mencionan a las gentes (tribus) y a las gentilitates o familias (que son conocidas sobre todo por las propias inscripciones indígenas o por la toponimia). Pero en la perspectiva localista y tribal de estos pueblos ocurría lo contrario: lo principal y más definitorio para ellos era el linaje o clan familiar y la subfracción tribal (que generalmente coincidía con la propia población en que vivían), y muy secundariamente la macrotribu-matriz (el "pópulus") o la "raza" (natio). El pertenecer a un pueblo o a una etnia determinada (con una lengua, unas instituciones y unas costumbres y usos culturales por lo general comunes) no despertaba en ellos -salvo en situaciones muy excepcionales- una fuerte conciencia "nacional", ya que esta conciencia colectiva era sobre todo local y tribal. Los pueblos y las etnias nacionales se articulaban, pues, de abajo-arriba (aunque, por otro lado, las propias diferencias económicas y sociales entre las familias de algunas de estas tribus configuraban también una jerarquía social y política inversa, esto es, de arriba-abajo). Con la romanización de estos pueblos fueron cambiando y transformándose progresivamente las propias estructuras sociales indígenas, a la vez que el propio proceso de urbanización daba lugar al agrupamiento de varias tribus en una misma ciudad (el caso de la población de Contrebia es significativo al respecto, pues su nombre latino equivalente -Contributa-, que traduciría perfectamente el nombre céltico originario, parece aludir al asentamiento y convivencia en esa población de diversas subfracciones de tribus distintas, tal vez no sólo célticas, sino también ibéricas, como se ha propuesto recientemente).

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En este texto B tenemos un total de catorce sintagmas nominales (coincidentes con los nombres personales de las catorce principales personas aludidas y nominalizadas individualmente). La distribución de los elementos de cada sintagma nominal es muy regular: primero un nombre personal en nominativo singular, terminado invariablemente en -os o en -u (ocasionalmente, en lo que parecen ser "cognómina" o sobrenombres aposicionales, también en -as); estos nombres van seguidos siempre de otro en genitivo de plural en -(c)um, indicativo de las respectivas gentilitates (excepcionalmente, línea 2ª, sintagma 3º, hay también un nombre en genitivo singular en -o, Barauzanco, que indica quizá el nombre de una población de origen o el del jefe del clan familiar respectivo, en vez del de la gentilitas). Todas estas desinencias de nominativo y de genitivo (incluida la de -o, que parece ser exclusiva del celtíbero) están suficientemente atestiguadas en otras inscripciones y epígrafes celtibéricos, por lo que tenemos en ellas algunos de los elementos de la declinación celtibérica que podemos dar prácticamente por seguros (otra cosa, como veremos, es que podamos determinar con absoluta certeza si todas esas desinencias corresponden a declinaciones de nombres masculinos -la desinencia -os sin duda lo es- o también femeninos, especialmente en el caso de la terminación nominativa en -u). La distribución "Nombre + Complemento del Nombre" responde también a la distribución alternativa de estos elementos en muchas otras lenguas indoeuropeas antiguas (a veces, en su orden más común, precediendo el determinante al determinado, o a veces -como aquí, en que se sobreentiende un término partitivo como "perteneciente a", "miembro de", "originario de"- con el genitivo siguiendo inmediatamente al nominativo que lo rige).

A continuación de estos dos primeros elementos (nombre personal en nominativo singular y nombre de la tribu familiar en genitivo plural) viene siempre otro nombre en genitivo singular terminado en -os (sabemos que la desinencia de nominativo y genitivo singular es común en los temas en -o- masculinos en otras lenguas indoeuropeas occidentales antiguas) o bien en -o y sobre todo en (-u-n-)os. Se trata también sin duda de onomásticos personales, no de nombres de gentilitates ni de "divinidades", como otros han propuesto (pues algunos de estos mismos nombres los encontramos en nominativo como núcleo nominal de sus respectivos sintagmas o en genitivo como complementos nominales: Melmu-Melmunos, Abulu-Abulos, Useisu-Useisunos). El más repetido es Abulos (que también podría leerse Apulos), y aunque en principio es muy sugestiva la idea de que pudiera tratarse del nombre etruscorromano del dios Apolo (en algunas inscripciones etruscas, p.e., se le alude como Aplu), aquí no parece referido en absoluto a esa popular divinidad grecolatina, pues por el texto latino del Bronce de Botorrita II sabemos que este nombre era celtíbero y se transcribía en latín como Ablo (genitivo Ablonis), y sabemos por otra inscripción celtibérica de la existencia de una subfracción tribal conocida como los abúlocos. Otro nombre que se repite dos veces en este texto B (quizá tres en una posible variante Turos) es Tauros, nombre indoeuropeo antiguo del "toro" (en celtogalo taruos, en latín tauros), como Lubos-Lupus parece ser uno de los nombres celtoitálicos antiguos del "lobo".

Muchos investigadores presuponen que este segundo genitivo de estos sintagmas indicaría la filiación paterna, y que hay que sobreentender en todo caso el termino "hijo de..." (como ocurre en muchas otras inscripciones célticas conocidas). Así, p.e., el sintagma Lubos gounésicum Melmunos habría que traducirlo como "Lubbos, de los gounésicos, (hijo) de Melmu", y lo mismo en todos los demás sintagmas con esta misma distribución tripartita. Otros consideran que ese segundo onomástico en genitivo iría referido más bien al término siguiente, que es siempre el vocablo bintis (o pintis) y que cerraría todos y cada uno de los respectivos sintagmas. La doble distribución: (Nombre personal + Complem. Nominal) + (Complemento Nominal + Nombre aposicional) no es en absoluto anómala en las lenguas indoeuropeas antiguas, y no sólo necesariamente en textos especiales o poéticos. Tampoco las similitudes entre algunas desinencias de nominativo y de genitivo singular podían crear ambigüedades o interferencias distintivas gramaticales importantes, pues la mayoría de los genitivos singulares están caracterizados por su raíz temática en -un-os (con nominativo singular en -u, que en realidad sería la vocal temática sin desinencia, como en los nombres latinos y griegos de temas en -n- : tipo leo leonis o léon leóntos) y otros se identifican por la desinencia exclusiva de genitivo singular -o. Por tanto, serían muy pocos los nombres en que pudieran darse tales posibles ambigüedades (pues incluso nombres como Tauro, genitivo, harían seguramente el nominativo en Tauros, y otros genitivos como Abulos sabemos que tenían un nominativo en Abulu y acaso también en Abulo(n), pues sabemos que en latín el nominativo masculino de este nombre se transcribía como Ablo y el genitivo como Ablonis).

Y vamos ya con el elemento más problemático de estos sintagmas (lo marcamos subrayándolo en nuestra transcripción), que es el término BINTIS (o quizá PINTIS). Esta palabra se repite al final de todos los sintagmas, inmediatamente a continuación del segundo genitivo de éstos.

Las interpretaciones de los lingüistas, todas ellas a nivel de conjetura totalmente indemostrable, han sido muy variadas, y también muy cuestionables. Algunos le suponen un presunto origen indoeuropeo (aunque no demuestran claramente la supuesta etimología) y lo relacionan con el término latino "vindex", dándole un significado aproximado de "representante", "delegado" o algo similar, pues relacionan esta "lista de nombres" de la Cara B con el texto supuestamente jurídico de la Cara A. Hasta ahí, como decimos, pura conjetura; pero complican la cosa cuando pretenden que ese término va rigiendo en todos los casos el término siguiente, no el anterior, con lo que se encuentran con que ese "vindex" o representante no lo es de nadie en concreto, o en todo caso presuponen que lo son del propio pueblo de Contrebia Belaisca, mientras que en otros casos consideran que rige a algunos de los nombres inmediatos terminados en -as, que interpretan como genitivos, presentes unicamente en cuatro de esos sintagmas (y que podrían considerarse más bien como "cognómina" o meros sobrenombres del nombre personal principal siguiente, ambos en nominativo). Por ejemplo traducen en la mayoría de los casos: "Lubbos, de los counésicos, (hijo) de Melmu, vindex (de Contrebia Belaisca)", o en otros pocos casos: "Letondo, de los ubocos, (hijo) de Turo, vindex de Lubina", o "Tirtanos, de los statúlicos, (hijo) de Leso, vindex de Novantuta", etc. Lo verdaderamente extraño sería que esos supuestos "representantes" lo fuesen mayoritariamente de Contrebia Belaisca pero no se mencione o especifique ni una sola vez dicha población representada, incongruencia contextual difícilmente admisible en textos escritos de índole supuestamente "jurídica".

Otros (y es la interpretación actualmente más extendida) simplemente presuponen que el término BINTIS significaría algo así como "jefe", "magistrado", "senador" o miembro de la Asamblea, sin más, con lo que la conjetura queda desprovista de cualquier otro valor fonético y semántico que no sea el puramente contextual. Para ello se basan sobre todo en el texto del bronce latino de Botorrita II, en donde se leen (líneas 16 a 20) algunos nombres individuales celtíberos caracterizados con la fórmula fija de "nombre personal + nombre familiar-tribal + patronímico + cargo", por ejemplo:

LVBBVS VRONOCVM LETONDONIS F(ILIVS), PRAETOR
("Lubbos, de los Uronocos, hijo de Letondo, jefe")

BABBVS EDIGONDISCVM ABLONIS F(ILIVS), MAGISTRATVS
("Babbos, de los Edigondiscos, hijo de Abulo, magistrado")

ABLO TINDILCVM LVBBI F(ILIUS), MAGISTRATVS
("Abulo, de los Tindilcos, hijo de Lubbos, magistrado"

El problema es que este mero calco semántico-contextual es insuficiente, pues ese contexto podría ser en el caso que nos ocupa mucho más amplio de lo que parece, ya que ese término pudiera ser -en efecto- un nombre de "cargo" o "profesión", pero también un término indicativo de algún tipo de parentesco o de relación personal que desconocemos. Y en todo caso esa analogía literal entre un texto latino jurídico y otro celtibérico de sentido incierto resulta cuando menos arriesgada.

Otros optan por considerarlo, contextualmente, como una especie de "firma" de los aludidos (relacionándolo con el latín pingere pictum, pero sin explicar bien esas variaciones y supuestas correspondencias fonéticas), o consideran el término PINTIS como un nombre de acción verbal o un participio.

Una propuesta reciente y algo más sugestiva es la que considera que la lectura BINTIS o PINTIS podría ser incorrecta, y que el signo para [pi/ bi], que en el texto B (en forma de letra griega "pi") es algo diferente y más cerrado que el del texto A, podría ser en realidad la grafía de [ke/ ge], que no aparece claramente identificable en este texto B. Según esto, la lectura correcta sería GENTIS, término mucho más inteligible si lo relacionamos con el latín gens gentis o con el griego génos, indicativos de la "estirpe" o "clan" (esa opción sólo obligaría a reinterpretar la lectura de algún otro vocablo de este texto en el que ese mismo signo aparece: p.e. Lugenas, en lugar de Lubinas). Pero el problema es aquí sobre todo de índole semántica, pues el caso es que todos esos genitivos que preceden a ese supuesto GENTIS y que irían regidos por éste no parecen ser en ningún caso nombres de "tribus" (gentes) ni de "clanes" (gentilitates), sino meros nombres personales, lo que obligaría a considerar ese supuesto GENTIS como genitivo, no como nominativo singular, y traducirlo como "de la estirpe o de la tribu de Fulano", cuando sabemos que ni las gentes tribales ni las gentilitates familiares celtohispánicas se solían vincular directamente -por lo menos nominalmente- a personalidades concretas y a nombres concretos de unos "patres familias".

Y aunque la hipótesis parece que podría salvarse considerando que quizá el significado de ese GENTIS podría ser simplemente "hijo" (tal es la propuesta más reciente al respecto, que supone que el signo para [ge/ke], que se encuentra por separado de otras palabras en algunas otras inscripciones celtibéricas breves, representaría precisamente una abreviatura de ese vocablo, que por cierto es latino, no céltico), el caso es que esa supuesta abreviatura GE. podría referirse más bien a lo que los celtíberos llamaban la GE(NIS), es decir, a la "tribu" o unidad gentilicia superior a la "gentilitas", pero no a la filiación estricta padre-hijo. En esa última interpretación, todos estos sintagmas del texto B podrían resolverse, en efecto, con una traducción que incluya ambos núcleos nominales conexos: Lubbos gounesicum, Melmunos bintis ("Lubbo, de los gounésicos, hijo de Melmu"), etc; pero el único problema -nada pequeño- es que esa supuesta acepción de GENTIS como "hijo" sería completamente excepcional no sólo en todo el indoeuropeo conocido, sino especialmente entre todas las lenguas del grupo céltico (en celtogalo, p.e., "hijo" es neos o vios, y también -genos o -gnatos, bastante similares a los términos griegos néos, "joven", "nuevo", y uiós, "hijo", y al latín gnatus). Con todo, en el idioma celtibérico -Bronce de Luzaga- parece estar documentado el término genis como "tribu", "gente", "pueblo" (del que quizá sólo muy remotamente podría suponerse derivado ese supuesto gen-tis en la acepción específica de "hijo"). Una de la inscripciones que se aducen, con GE. como supuesta abreviatura de GENTIS, es la que se referencia como K.16.1 en el inventario "M.L.H." de J. Untermann, hallada en 1946, que dice:

      Tirtanos/ abulokum/ letondunos ge. belikios

,y que algunos traducen: "Tirtanos, de los abúlocos, h(ijo) de Letondo, beligio", interpretando la abreviatura GE. como GENTIS; pero en realidad podría ser más bien la abreviatura de GENIS (="tribu"), con lo que la hipótesis GENTIS (="hijo") parece inviable y ese término "Beligios" quedaría suelto y sin caracterizar. En cambio, se puede traducir de otra forma más coherente, p.e.: "Tirtanos, de los abúlocos, (hijo) de Letondo, de la gens Beligia (=de los beligios, o simplemente beligio)". Otro ejemplo muy aducido, el de la llamada "tésera Fröhner", dice:

      Lubos : alizocum : aualo : ge. : cont(r)ebias : belaiscas

,que puede traducirse: "Lubbos de los alisocos, de la gens de Ávalo, de Contrebia Belaisca", o bien "Lubbos de los alisocos, (hijo) de Ávalo, de la gente de Contrebia Belaisca (de todos modos no sería anómala en el primer caso la ausencia de la relación patronímica de filiación, pues es evidente que aquí se caracterizaría al individuo por su "clan tribal-familiar" y por su localidad de origen, no por su filiación parental, como suele ser lo habitual, y acaso también por su "tribu", que en este caso sí que podría aludir al nombre del pater familias de un extenso macroclan tribal).

En otras palabras: no está en absoluto documentada la existencia de un término celtibérico "gentis" (sólo lo está genis, en el Bronce de Luzaga, como hemos dicho), y mucho menos lo está en la acepción específica de "hijo", por lo que tampoco puede interpretarse esa abreviatura ge. de algunos otros textos celtibéricos como abreviatura de "gentis", sino en todo caso de genis (="tribu", "gens"). Postular, por tanto, que el bintis de esta inscripción hay que leerlo realmente como gentis, carece de otros apoyos extratextuales propiamente celtibéricos que lo confirmen, y se queda en lo que es: una conjetura más, de momento indemostrada.

....


Pero también nosotros hemos querido hacer aquí nuestra propia conjetura o alternativa interpretativa, bien entendido que es también puramente conjetural e indemostrable por ahora, aunque al menos sirve para aclarar mejor determinados elementos etimológicos y contextuales, y desde luego -como conjetura- tiene incluso mucho mayor alcance que las que acabamos de mencionar. En efecto, si presuponemos que el término BINTIS indicaría algún tipo de parentesco o relación familiar que desconocemos, y teniendo en cuenta que esa relación parental o familiar no sería la que indican otros términos de origen claramente indoeuropeo y más o menos conservados en todas las lenguas de este origen (p.e. los términos para "padre", "madre", "hermano", "hermana", "hijo", "hija", "tío", "tía", y otros de parentesco consanguíneo), tendríamos que pensar más bien en términos indicativos de otro tipo de relación o de parentesco no-consanguíneo. Hemos pensado, conjeturalmente como decimos, en que acaso ese BINTIS (en nominativo singular) indicaría la propia relación conyugal, es decir, que tal vez fuera equivalente en su significación -no en su forma evidentemente- al latín coniux ("cónyuge"). Y así tendríamos, p.e., "Lubbos, de los gounésicos, cónyuge de Melmu".

Naturalmente, no conocemos en todo el celta antiguo (de cuyo léxico, por cierto, lo que se conoce no llega seguramente ni a una quinta parte), ni en las lenguas célticas modernas, ningún término que sea mínimamente aproximado a este BINTIS con ese supuesto significado; tampoco en latín o en las lenguas itálicas conocidas ni en griego antiguo. Pero en las lenguas germánicas podemos aventurar alguna correspondencia. En gótico, por ejemplo, tenemos el vocablo bandi (="lazo"), de donde probablemente procede el vocablo castellano "banda" (tanto en su acepción de "cinta" como en el de "grupo", de donde "miembro de una banda", "bandido" y otros similares). En alemán tenemos el término Bund (="unión"), y es verosímil que ambos proviniesen de un vocablo indoeuropeo -o por lo menos celtogermánico- de donde procedería también este bintis celtibérico. Las leyes fonéticas conocidas, incluida la famosa "ley de Grimm" o "primera mutación consonántica del germánico", quedarían a salvo (aspirada *bh- indoeuropea > sonora b- germánica y céltica), aunque habría que suponer que la raíz indoeuropea originaria era algo así como *bhint-, que indicaría algún tipo de relación estrecha o unión o "atadura" (aunque las correspondencias vocálicas no están tan claras). Es decir, que el término BINTIS expresaría unos lazos de unión o quizá de parentesco estrecho pero no estrictamente consanguíneo, con lo cual su aproximación semántica al término "cónyuge" parece muy verosímil.

El problema viene precisamente en los nombres personales de este texto B. ¿Son todos nombres masculinos, como hasta ahora se daba por sentado? ¿O son más bien mayoritariamente femeninos, con algunos de ellos inequívocamente masculinos? Son masculinos, sin duda, nombres como Lubbos, Tauros, Abulos y Tirtanos. Pero en los nominativos (femeninos?) en -u tenemos bastantes dudas (como veremos luego en cierto nombre en -u del texto A, que parece caracterizado morfosintácticamente como femenino). De hecho, de la transcripción en latín de algunos de los nombres celtibéricos que tenemos en el Bronce latino de Botorrita II, podemos deducir que transcriben con nominativo latino en -us nombres masculinos que en la declinación celtibérica tenían el nominativo en -os (lat. Lubbus -- celt. Lubos; lat. Babbus -- celt. Babos; lat. Segilus -- celt. Segilos). Las correspondencias serían:

                                 LATÍN            CELTIBÉRICO

      Nominativo:      -us -o                  -os -o(n)

      Genitivo:            -i -onis                  -o -os
                                                                  -unos

Ejemplos en latín (Botorrita II): Lubbus - Lubbi , Ablo - Ablonis
                                                      *Letondo - Letondonis

Ejemplos en celtibérico (Botorrita I): Lubos - *Lubo , *Abulo - Abulos
                                                                  *Letondo(n) - *Letondunos

En realidad, nos faltan datos para saber si nombres nominativos masculinos transcritos en latín como Ablo o Letondo corresponden a las formas celtibéricas de nominativo Ab(u)lu y Letondu, respectivamente, o si éstas eran femeninas y las respectivas masculinas era más bien Ab(u)lo y Letondo.(1)

________________________
(1) En apoyo de la existencia en celtibérico de nominativos femeninos terminados en -u tenemos una breve inscripción nominal en una "tésera de hospitalidad" designada con la signatura [K.14.2] en el inventario de J. Untermann, procedente de Sasamón (Burgos) y ya citada por Gómez Moreno en 1942. Está escrita en alfabeto latino y alude sin duda al nombre de una mujer, utilizando nominativos celtibéricos femeninos de varias declinaciones: Tridoniecu Caisaca Dessuaeona Nemaioso, es decir: "Tridoniecu Caisaca, la dessuaeona (hija, hermana, esposa?) de Nemayos" (sobre el onomástico masculino Nemayos tenemos paralelismos en algunos nombres célticos europeos, p.e. el de un jefe helvecio llamado Nameyo, citado por César en su Bellum Gallicum, I, 7). El Inventario más útil sobre las llamadas "téseras celtibéricas" es el incluido en el artículo "Revisión y Balance del Corpus de Téseras Celtibéricas" (de Francisco Beltrán, Carlos Jordán e Ignacio Simón Cornago), Acta Paleohispanica, Paleohispanica 9 (2009), pp. 625-668, con los textos de las estudiadas hasta la fecha y los criterios evaluativos de su autenticidad, pues hay entre ellas bastantes falsificaciones modernas.


 

Tendríamos, en principio, según nuestra hipótesis, la siguiente traducción de este texto B (en tinta azul los nombres supuestamente femeninos y en tinta naranja los masculinos):

      -LUBBOS, DE LOS GOUNÉSICOS, CÓNYUGE DE MELMU
      -LETONDU, DE LOS LITOCOS, CÓNYUGE DE AB(U)LO
      -MELMU, DE BRAUZANCO, CÓNYUGE DE LESO
      -LETONDU, DE LOS UBOCOS, CÓNYUGE DE TUROS
      -LUBINA AYU, DE LOS BREGÁNTICOS, CÓNYUGE DE AB(U)LO
      -TIRTU, DE LOS AYANCOS, CÓNYUGE DE AB(U)LO
      -ABLU, DE LOS LOUSOCOS, CÓNYUGE DE USEISO
      -ACHAINA LETONDU, DE LOS VICANOCUM, CÓNYUGE DE SUOSTO
      -TIRTANOS, DE LOS STATÚLICOS, CÓNYUGE DE LESU
      -NOVANTUTA LETONDU, DE LOS AYANCOS, CÓNYUGE DE MEDUMO
      -USEISU, DE LOS AYANCOS, CÓNYUGE DE TAUROS
      -ABLU, DE LOS AYANCOS, CÓNYUGE DE TAUROS
      -LETONDU, DE LOS LÉTICOS, CÓNYUGE DE AB(U)LO
      -[...]UCONTA LETONDU, DE LOS ESOCOS, CÓNYUGE DE AB(U)LO


Esta interpretación nos obliga a replantearnos varias cuestiones morfológicas. El término bintis tendría una terminación o desinencia nominativa en -is formalmente ambivalente para el masculino y el femenino (al igual que el término latino coniux y el castellano cónyuge). Las desinencias propiamente masculinas de nominativo singular serían -os (genitivo -o y quizá también ¿-os? ) y probablemente también -o(n) (genitivo -unos); las desinencias nominativas específicamente femeninas serían sobre todo -u (genitivo -nos), -a, y -as (ésta última quizá sólo en determinados adjetivos, participios o nombres de acción).

Hay algunos nombres que son usados para ambos géneros, pero seguramente se diferenciaban en sus respectivas terminaciones de nominativo (masc. *Abulo, fem. Abulu, o quizá mejor Ablu o incluso Aplu; masc. *Useiso(n), fem. Useisu). Y hay varios posibles cognomina o sobrenombres femeninos con nominativo en -as: Acainas (quizá Achaina, ¿"la Griega"?), Lubinas (quizá diminutivo femenino de Lubbos) o Novantutas ("novum populus"?, "novem-populania"?); curiosamente, tres de estas personas con sobrenombre llevan un mismo onomástico personal (Letondu), detalle que explicaría el uso de esos sobrenombres particulares para distinguirlas.

Pero en apoyo de esta segunda hipótesis hay también algunas cuestiones de contenido, semánticas y contextuales. En primer lugar, si todos los nombres fueran masculinos, resultaría incongruente con lo que sabemos de la onomástica céltica, en la que el varón nunca aparece caracterizado por el nombre de su esposa, sino sólo por su nombre personal, el de su padre y el de su tribu familiar. En cambio, una lista de personas mayoritariamente de sexo femenino (matres de familia), que aquí son doce sobre catorce (y dos posibles varones, que quizá actuaban en representación de sus cónyuges respectivas), podría resultar más congruente con un contexto de tipo "religioso" (por ejemplo sacrificios, ofrendas o ceremonias similares, como veremos luego en el texto A). Lo que está claro es que no se trata de una "lista de bodas" o algo similar, sino de la posible enumeración e identificación de una serie de "matres" que intervienen en algún tipo de acto (presumiblemente religioso, no jurídico o político, ámbitos éstos exclusivamente reservados a los varones en las sociedades célticas conocidas). En un par de casos dos de estas mujeres aparecen "representadas" por sus respectivos cónyuges masculinos, quizá por ausencia, indisposición o fallecimiento reciente de dichas mujeres. Y es llamativo el hecho de que dos de ellas pertenezcan a la misma tribu familiar (la de los ayancos) y tengan un cónyuge con el mismo nombre (Tauros), sin que sepamos si se trata de un caso de poligamia (no inusual entre los jefes de algunos pueblos célticos de la Galia) o más bien de dos esposas sucesivas de un mismo marido, o simplemente de una mera coincidencia.

Conjeturas y reinterpretaciones aparte, lo principal de este texto B es que nos proporciona un primer y útil esbozo de la declinación celtibérica más general, cuyos rasgos morfológicos provisionales serían los siguientes:

1) existencia de un nominativo singular en -s (como en el resto del indoeuropeo), con frecuencia unido a la vocal temática de la raíz (-os en nombres masculinos y -as en algunos femeninos, y también -is para ambos géneros); también existe un nominativo singular no-marcado en temas en -u-, posiblemente sobre todo en nombres personales femeninos.

2) existencia de un genitivo singular masculino en -os y otro en -o (masculino, por lo visto hasta ahora), con variantes en -unos para temas femeninos en -u y acaso también para supuestos nominativos masculinos en -on o en -o.

3) existencia de un genitivo de plural en -um o en -(c)um, confirmado por varias inscripciones monetales celtibéricas y por otros documentos epigráficos de esa misma lengua y procedencia.

El cuadro provisional sería el siguiente:

Declinacion celtiberica
 

Tanto los genitivos en -os y en -um, como el nominativo originario en -s, los encontramos también en otras lenguas indoeuropeas (por ejemplo en las declinaciones griegas y en las latinas). Por otras inscripciones celtibéricas se conocen otras terminaciones y otros casos de las declinaciones celtibéricas (por ejemplo la desinencia -a de nominativo singular de los temas femeninos en -a-, la desinencia de acusativo singular en -om de los temas masculinos y neutros en -o-, y otros casos que veremos mejor confirmados en el texto extenso de la Cara A, que analizamos a continuación).

.…….


 

 

LA CARA "A"


Son varios, y muy dispares, los intentos de "traducción" que se han ensayado en las últimas cuatro décadas sobre la cara más extensa de este importantísimo texto celtibérico. Dejamos de lado los ensayos de numerosos aficionados y dilettanti que han proliferado en los últimos años, la mayoría de los cuales no conocen siquiera los principios elementales de la filología comparada ni las leyes fonéticas, por lo que sus "traducciones" carecen de un valor científico ni siquiera aproximativo y constituyen en su mayor parte un conjunto de disparates y de extravagancias a los que sus autores les dan una "coherencia" cualquiera, nada rigurosa ni sistemática con los propios hechos fonéticos y morfosintácticos manifiestos.

Sin embargo, tampoco los pretenciosos y "cientifistas" ensayos de filólogos y especialistas han aportado casi nada verdaderamente valioso o esclarecedor sobre este texto (más allá de haberse conseguido, que no es poco mérito, una transcripción bastante fiable y la identificación de algunas partículas de indudable origen indoeuropeo: conjunciones unitivas, algunos demostrativos, algunas desinencias confirmadas, y poco más), pero nada o casi nada verdaderamente sólido sobre el sentido conjunto del texto y su traducción. Y es que hay en la mayoría de esos estudios una viciosa tendencia a confundir hechos particulares hipotéticos con hechos generales supuestamente demostrados, a sobreutilizar la analogía comparativa no-sistematica y el uso de "leyes fonéticas" supuestamente indoeuropeas pero no suficientemente contrastadas (o lo que es peor: que parecen "inventadas" ad-hoc para determinados elementos de este texto), y -en definitiva- una tendencia a utilizar procedimientos intuitivos y combinatorios mejor o peor autodisfrazados de certezas lingüísticas.

Así, p.e., se ha pretendido que este texto A sería, según unos (por analogía contextual con el bronce latino de Botorrita II), un pleito o litigio jurídico, y según otros una especie de "ley sacra" referente a unos territorios y a su uso particular y colectivo. Ninguna de esas propuestas ha acertado a ser completada por sus autores de una forma científica y sistemática (aun partiendo, como es inevitable partir, de conjeturas); pero lo peor es que esas interpretaciones "cientifistas" -que no científicas- han ido consolidando académicamente una versión muy viciada de la "gramática celtibérica", basada en conclusiones provisionales elevadas a definitivas, que a su vez han ido dejando de cuestionarse y han sido asumidas de forma acrítica por otros autores posteriores, llevando a estos estudios a esos inevitables "callejones-sin-salida" o "círculos viciosos" en los que se han extraviado siempre numerosas generaciones de filólogos en el estudio de estas lenguas ininterpretadas (lo mismo ha ocurrido en el estudio de las inscripciones ibéricas, en las últimas décadas por obra de J. Untermann y de D. Fletcher Valls, o en el de las inscripciones etruscas por Pallotini y otros desde el principio).

Por ello prescindiremos aquí de todos esos estudios pretendidamente "científicos" sobre esta inscripción, sin citar pormenorizadamente a sus autores para no ponerlos demasiado en evidencia, y sin citar expresamente sus trabajos tampoco, pues en casi nada nos han ayudado para nuestro estudio y todavía siguen confundiendo y malentendiendo a muchos. Y por eso precisamente creemos que es necesario también aquí, por mera "higiene mental" o "reinicio o set-up metodológico", hacer de momento tábula rasa de casi todos ellos, mencionando tan sólo algunos de los presupuestos de esos principales trabajos sobre este texto (p.e. los de Wolfgang Meid), pero especialmente para refutarlos e invalidarlos definitivamente. Aunque mucho nos tememos que el vicio filológico ya está hecho y consolidado para muchas décadas y generaciones más. Aunque si hay algo positivo en todas esas tendencias hipercientifistas actuales, creemos que es precisamente su mayor propensión a la novedad y al revisionismo y su menor respeto a los argumentos de "autoridad" (claro es que, para bien o para mal, no hay actualmente tampoco grandes maestros con "autoridad filológica incuestionable", como en las generaciones de filólogos del pasado).

La interpretación que vamos a ensayar aquí con este texto A parte también, por supuesto, de hipótesis y de conjeturas intratextuales; pero intentamos que sean no sólo hipótesis y conjeturas coherentes y verosímiles en el plano fonético, morfosintáctico y semántico, sino también más o menos contrastables y en todo caso susceptibles de aplicación sistemática de algunas de las "leyes fonéticas" que vaya descubriendo y comprobando el propio análisis, sobre todo en relación con otras lenguas indoeuropeas afines, mucho más que con relación a indemostrables hipótesis etimológicas protoindoeuropeas reelaboradas a-posteriori.

La segmentación sintáctica oracional de un texto largo es la clave principal para su interpretación, porque -si no- sencillamente: no hay por dónde cogerlo. Y para hacerlo, para obtener una primera aproximación a la sintaxis del texto analizado, hay que buscar elementos sintácticos básicos que puedan darnos la clave de la segmentación de las diversas oraciones, es decir, desde dónde empieza hasta dónde termina cada una de ellas. A veces es útil intentar localizar primero los verbos (el problema es que, muchas veces, los verbos se expresan una sola vez en una frase y quedan sobreentendidos en las restantes). Otras veces se obtienen mejores resultados intentando aislar las partículas conectivas oracionales (conjunciones, etc), y otras resulta más productivo identificar elementos de las oraciones que más o menos se repiten en todas ellas (aquí lo hemos intentado con los dativos de los complementos indirectos, repetidos al comienzo de cada una de esas oraciones distintas). A partir de ahí, la cosa parece mucho más "sencilla", pues ya sólo se trata de identificar los elementos sintácticos básicos de cada oración (verbo, sujeto, complementos).

Veámos primero la transcripción y traducción de las cinco primeras "frases" del texto, con las que pretendemos dejar sentada nuestra particular hipótesis interpretativa, haciendo ya la transliteración de los signos y la segmentación sintáctica de las palabras y de las frases de acuerdo con esa hipótesis que vamos a seguir en nuestra interpretación. Seguimos la transcripción comúnmente aceptada, sin cuestionar los valores paleográficos y fónicos generales, que nos parecen -salvo en pocos detalles y algunas palabras- bastante correctos en líneas generales.

1. 1[ trigantam bercunetacam Togoitos-cue Sarnigio-cue sua compalkez ne-litom ]
2. 2[ nek-ue_ ertaunei litom, nek-ue Taunei litom, nek-ue masnai Tizaunei litom soz, Aucu
3. Areitaso ] 3[ Damai, uta oscuez stena, verzoniti silabur sleitom conski- litom ] 4[ Capizeti
4. cantom sankilistara otanaum ] 5[ Tocoitei eni uta oscuez boustom-ue, corvinom-ue,
5. macasim-ve, ailam-ue ] (.......................................................................)

La hipótesis de Meid ("Die erste Botorrita-Inschrift. Interpretation eines Keltiberischen Sprachdenkmals", Innsbruck, 1993) ha sido la que más ha contribuido a interpretar este texto como un texto jurídico o por lo menos jurídico-religioso. Sin embargo, su punto de partida nuclear, si bien se mira, resulta realmente endeble. Él mismo, y casi todas las posteriores interpretaciones que le siguen, coinciden -en efecto- en postular como verbo principal la palabra combalkez o compalkez, en una supuesta 3ª persona singular que imaginan emparentada con el latín complacet. Pero hace falta mucho más que una mera y facilona similitud formal entre dos palabras de lenguas distintas para probar que ese término es el verbo y que significa lo que se pretende que significa.

Nuestro punto de partida es diferente, intuitivo también, pero mucho más en consonancia con las demás palabras de la frase, sin necesidad de forzar las significaciones de éstas como hacen Meid y sus seguidores para acoplarlas de modo apriorístico a un sentido general conjunto determinado por ese supuesto verbo y hacerles decir lo que en realidad esas palabras no dicen.

En cualquier lengua indoeuropea de tipo flexivo, como es bien sabido, la palabra-base sobre la que suele construirse y articularse cualquier frase es el verbo; sin embargo, aunque en el texto hay algunas palabras que presentan la estructura verbal más o menos típica de las lenguas indoeuropeas y que en principio podrían ser identificadas como posibles verbos (incluido ese combalkez o compalkez), nuestro primer análisis no nos permitía segmentar las posibles frases sin más, sin recurrir a todos sus otros elementos constitutivos (en parte -como vimos después- debido al hecho frecuente de que el verbo puede ser a veces el mismo para diversas oraciones continuas, sin necesidad de explicitarlo en todas y cada una de ellas).

Una lectura más detenida del texto nos sugirió una hipótesis de trabajo mucho más productiva. Nos dimos cuenta, en efecto, de que varias palabras presentaban una posible desinencia o terminación nominal en -ei o en -i (que están comprobadas como desinencias de dativo singular en otras inscripciones celtibéricas conocidas, y que además están documentadas como tales desinencias de dativo singular en diversas lenguas indoeuropeas, incluidas el latín y el griego). De modo que supusimos que cada una de esas palabras terminadas en -ei o en -i, funcionando sintácticamente como elemento dativo o receptivo de la acción verbal (es decir, como persona destinataria de la acción del verbo), encabezaría una frase distinta e interdependiente.

De ello se derivaba también que esas palabras con desinencia -ei /-i podían ser nombres propios personales. Pero puesto que no se trata evidentemente de nombres de individuos (de cuya onomástica ya conocemos la estructura básica por el texto de la Cara B y por otras muchas inscripciones celtohispánicas), supusimos que estos nombres celtibéricos en dativo ("para....") fueran en realidad nombres de divinidades, y que todo el texto se refiriese por tanto a determinadas "ofrendas" o "sacrificios" ofrecidos a esos dioses (algo que también conocemos por otras inscripciones celtohispánicas, incluidas las escasísimas lusitanas conservadas). La presencia en este texto de vocablos y sintagmas que inicialmente podrían relacionarse con determinados animales domésticos, unidos sintácticamente por partículas conjuntivas de claro origen indoeuropeo, como las conjunciones enclíticas -cue y -ve o -ue (boustom-ue, corvinom-ue, ailam-ue, etc), así como expresiones unidas a algunos de ellos, como decametam (cf. el latín decem-decimus) o decametinas tatuz ("de diez años de edad"), nos reforzaban en la idea de que el verdadero contenido de este texto debía de ser en realidad muy distinto del propuesto hasta ahora, y que se trataría más bien de un contexto básicamente religioso -no "jurídico"-, posiblemente referido a ofrendas o sacrificios de determinados animales a determinadas divinidades.

De momento lo de menos era identificar tales supuestas divinidades con otras conocidas por la epigrafía o por los testimonios de los autores grecolatinos, puesto que nuestro conocimiento de los dioses indígenas, tanto ibéricos como célticos, continúa siendo a día de hoy bastante precario, y en todo caso se trata casi siempre de divinidades tribales y muy localistas a veces, es decir, nada comparable a un reducido "panteón" principal como en la religión grecolatina o como en la religión común de los pueblos de la Galia, pueblos éstos últimos con una mayor conciencia "nacional" y con una cohesión religiosa forjada por una casta sacerdotal común muy influyente (los druidas), circunstancias que -por lo que sabemos- nunca se dieron en las atomizadas religiones locales y localistas de la Hispania céltica. Por lo demás, se conocen por las inscripciones varios centenares de nombres de divinidades distintas en toda la Hispania céltica o indoeuropea.

Así pues, presumiblemente podría tratarse de una serie de frases en las que alguien (sujeto de la frase, en nominativo) da u ofrece algo (complemento directo, en acusativo) a alguien (complemento indirecto, en el caso dativo de la declinación). Ese algo que se ofrece, además, como sabemos por otras inscripciones y prácticas religiosas antiguas, serían sobre todo animales sacrificables (ovejas, cerdos, etc), que luego se consumían en comidas colectivas, o bien objetos materiales valiosos a modo de ofrendas o "exvotos". Esta hipótesis iba a ser el punto de partida para el análisis y traducción aproximativa de este texto (y nótese que este procedimiento es muy distinto, y mucho más seguro y sistemático también, que coger una o dos palabras que nos recuerdan fonéticamente a otras de otras lenguas y a partir de ellas ir acoplándole las demás "piezas" aunque sea forzando mucho las interpretaciones o elaborando para ellas supuestas "leyes fonéticas" ad-hoc, en base al hiperhipotético "protoindoeuropeo", que es básicamente lo que han hecho la mayoría de los investigadores al abordar la interpretación de este texto).

Con este presupuesto, también hemos buscado aquí (intuitivamente, en principio) nuestro "verbo", y lo hemos buscado en la primera frase, considerando que ésta ha de incluir todas las palabras anteriores al siguiente de esos primeros supuestos dativos iniciales en -ei / -i.

Ese verbo sería precisamente el término ne-litom con el que termina la primera línea del texto y creemos que también la primera frase del mismo. Meid considera (y creemos que acierta en ello) que lleva una partícula aglutinada, pero en absoluto estamos de acuerdo en que ese litom pudiera ser "un adjetivo verbal en -to- con sentido pasivo", procedente de una supuesta raíz *le(i) que significaría '"permitir" (?), y que unido a una no menos supuesta partícula negativa ne- antepuesta (similar y homonímica con la negación latina ne) podría traducirse como "no (está) permitido", "no (es) lícito" (el verbo copulativo es/está habría que sobreentenderlo, por supuesto). Así "deducen" Meid y sus seguidores la idea de que se trata de un texto "jurídico", y sobre esa idea preconcebida pero insuficientemente fundada construyen el resto de su interpretación textual, en absoluto inductiva o científica.

Pero también cabe pensar (y así lo pensamos) dos interpretaciones que deshacen por completo esa hipotética conjetura. La primera es que ese litom sería más bien el verbo principal, una 1ª persona de singular (como parece indicar su propia desinencia verbal típicamente indoeuropea en -m), y estaría etimológicamente relacionado con un verbo latino básicamente análogo: el verbo lito-litare (="sacrificar"), y acaso también con el verbo griego líssomai o lítomai (="suplicar", "rogar", a los dioses), cuya etimología es incierta.

La segunda corrección sería considerar ese prefijo o partícula aglutinada ne- no como el equivalente de la conjunción negativa latina ne o nec, sino como un posible pronombre personal típicamente celtibérico de 1ª persona del singular. La idea, si bien se mira, no resulta tan disparatada, si tenemos en cuenta el grado de reelaboración que han experimentado estos pronombres en las lenguas indoeuropeas ya desde antiguo (latín y griego ego, gótico ik, hitita úk, etc). La lengua celtibérica lo habría rehecho casi por completo, probablemente a partir de un refuerzo originario con otra partícula prefijada ne- , proclítica y enfática, que no tendría ningún valor semántico negativo: por ejemplo *ne-ek > nek (que es la forma que aparece tres veces en la frase siguiente, unida a la conjunción copulativa -ue, y cuya forma resultante, necue, los investigadores han confundido inevitablemente con una supuesta conjunción negativa copulativa neque, como la análoga latina). En otras lenguas indoeuropeas antiguas encontramos esta misma partícula ne con valor pronominal enfático, no negativo: en antiguo eslavo -ne, en gótico -na, en latín -ne (*el-ne > ille); en algunos dialectos célticos hay una forma de nominativo del pronombre personal en me, que en otras lenguas indoeuropeas es sobre todo acusativo, y en galés la primera persona del plural del pronombre personal es ni ; otras lenguas aglutinan a los pronombres alguna otra partícula enfática: en el hitita indoeuropeo, p.e., el pronombre uk (="yo") aparece a veces reforzado o enfatizado como ug-ga o amm-uk. Cada lengua, en fin, desarrolla siempre sus propias soluciones evolutivas y adaptativas.

Por eso creemos que ni ne- ni nek(-ue) son conjunciones negativas en el celtibérico, sino resultados innovados propios de la evolución en esta lengua céltica o protocéltica del pronombre personal de 1ª persona singular. Las razones de esa reelaboración celtibérica, por supuesto, se nos escapan: son hechos internos de cada lengua determinados por circunstancias tan diversas como desconocidas; quizá el pronombre celtibérico originario era *eku, que se debilitó en su parte final, y el propio sistema diacrónico de esta lengua, para evitar ambigüedades con otras partículas (por ejemplo la preposición común indoeuropea ek), sintió la necesidad de ir reforzándolo por delante con un prefijo ne-, que a su vez terminó por utilizarse también -como partícula enfática aglutinada y abreviada- con algunas formas verbales de 1ª persona de singular, como aquí en ne-litom, tal vez para evitar a su vez ambigüedades con el acusativo singular -om de los temas masculinos en -o, que -como sabemos y confirmaremos aquí- también existe en celtibérico, al igual que en griego, en latín y en otras lenguas indoeuropeas.

Tenemos, por tanto (y ésta es la hipótesis léxicosintáctica principal para esta primera frase), un posible verbo en 1ª persona de singular: ne-litom (que podríamos traducir como forma de presente, "yo sacrifico", quizá mejor que "yo sacrifiqué", dado el carácter intemporal de presente actualizado o de pasado perfectivo que suele haber en la consignación de este tipo de ofrendas y sacrificios religiosos, aunque la desinencia indoeuropea es la que se utilizaba sobre todo con tiempos verbales de pasado). Con ello, lo siguiente que hay que buscar, en un verbo y en una frase transitiva como ésta, es el complemento directo de la acción verbal (el qué se sacrifica) y el sujeto (quién lo sacrifica), y asimismo a quién o para quién se sacrifica ello.

Al comienzo del texto leemos TIRIGANTAM BERCUNETACAM (también puede leerse indistintamente con las respectivas formas sonoras o sordas de las oclusivas: p.e. DIRICANDAM PERGUNEDAGAN, pero en seguida veremos por qué consideramos que aquí no pueden ser ésas sus pronunciaciones reales). Las primeras lecturas que se hicieron de la plancha antes de limpiarla concienzudamente interpretaban el primer sintagma como TICUI CANTAM, pues el signo para [ku, gu] (un pequeño rombo que lleva generalmente un punto interior) a menudo se puede confundir con otro signo muy similar, el correspondiente a la grafía de la [r ], que es ese mismo rombo generalmente sin punto y prolongado en un rabillo vertical hacia abajo. Actualmente, una mejor lectura de las partes semiborrosas de la plancha, y sobre todo la repetición de esa misma palabra en otros contextos más claramente legibles, han generalizado la lectura TIRI-, no TICUI, que además seguramente hay que leerla como TRI-, dada la imposibilidad de ese sistema gráfico de notar adecuadamente los grupos de oclusiva + líquida o vibrante.

Esta palabra parece tener, como la palabra siguiente (con la que seguramente hay que conectarla morfosintácticamente), una desinencia nominal en -am (muy común en varias lenguas indoeuropeas para el acusativo singular de los temas femeninos terminados en -a-, y a veces también para el genitivo plural femenino de esos mismos temas). El sintagma conjunto, TRIGANTAM BERCUNETACAM, sería por tanto el complemento directo en acusativo del verbo transitivo NE-LITOM ("yo he sacrificado una...").

Pero es aquí donde algunos investigadores (desde Meid en adelante) se han empeñado en complicar la cosa y han tratado de adaptar el supuesto significado de esta palabra a su hipótesis de que el verbo es compalkez, de que ne-litom significa "no permitido", y de que todo el texto -en fin- sería un texto jurídico. Algunos han propuesto que tricanta sería similar a un supuesto término celtogalo que significa "asamblea"; otros suponen que estaría relacionado con el vocablo "canto, piedra" y que indicaría algún tipo de "terreno pedregoso", precedido en todo caso del conocido numeral céltico tri, "tres" (latín tres - tria, griego treís), etc.

La solución, a nuestro modo de ver, es mucho más sencilla que todo eso. TRICANTAM o TRIGANTAM parece, en efecto, un numeral; pero no se trataría del numeral "tres", sino más bien -en un solo lexema- del numeral "treinta" (en latín triginta, en griego triákonta), quizá con la diferencia morfológica de que en griego y en latín ese numeral es indeclinable y se construye seguido de un genitivo plural partitivo, que indica la cosa cuantificada por dicho numeral (construcción bastante habitual de los numerales superiores a "tres" en varias lenguas indoeuropeas), y en el celtibérico parece posible que se declinara y que además se lo hiciese coincidir en género, número y caso con su respectivo complemento nominal en singular (de hecho se conoce por el fragmentario Bronce de Botorrita IV una forma de genitivo singular: trigantos).

La palabra siguiente de este sintagma, supuestamente en acusativo singular femenino, pero con significación plural debido al numeral que la precede, es PERCUNETACAM, que algunos han interpretado relacionándola sobre todo con el vocablo latino quercus ("encina", "encinar"), cuya primera consonante provendría según algunos de una labiovelar protoindoeuropea *kw, de la que se sabe que en algunas lenguas indoeuropeas antiguas (por ejemplo en las lenguas célticas del llamado "celta-Q") se mantuvo como qu-, como en latín y en etrusco, mientras que en otras (p.e. en el llamado "celta-P" o en el oscoumbro itálico) evolucionó a p- . Pero, según eso, el celtibérico -a juzgar por esta sola palabra- pertenecería al grupo "celta-P" (como está bien comprobado en el lusitano), a pesar de que en las dos palabras siguientes encontramos algo que lo contradice de plano, y es la partícula o conjunción copulativa enclítica -cue (="y"), análoga a la conjunción latína -que, también procedente de una labiovelar originaria en kue. Los mismos que postulan esa lectura e interpretación de PERCUNETACAM, y que sin embargo consideran al celtibérico como una lengua céltica del "grupo-Q", pues admiten también con no menos entusiasmo que -CUE es, en efecto, equivalente a la conjunción latina (-que), y desde luego lo es, no reparan en la flagrante contradicción de considerar dos desarrollos distintos e incompatibles de esa misma labiovelar indoeuropea originaria. Otros, la mayoría, consideran que la raíz protoindoeuropea del latín quercus era en realidad *perkwu- (="roble"), y entonces, para explicar esa extraña qu- inicial latina, nos cuentan un no-sé-qué de hipotéticas asimilaciones ad-hoc o recurren a hipotéticos sustratos prelatinos para esta palabra en concreto. Pero el caso es que aquí, si la consonante inicial indoeuropea originaria era una labiovelar, debería haber producido en celtibérico *CUERCUNETACAM, no PERCUNETACAM; y si en realidad era una bilabial sorda *p-, el resultado tendría que ser en latín p- , como está absolutamente comprobado en muchas otras palabras latinas de este origen. Resulta, por tanto, totalmente improbable, además de inadmisible, que una lectura con p- inicial indoeuropea tenga que ver -ni de lejos- con el vocablo latino quercus.

No terminan ahí las incongruencias y contradicciones interpretativas con esta palabra, pues esas mismas "interpretaciones" consideran también que el celtíbero pertenece al grupo céltico mayoritario en el que se perdió la p- inicial indoeuropea, mantenida sólo en el celta o protocelta lusitano (indoeur. *pórkos > lusit. porcos, "cerdo"). Y sin embargo, esa supuesta "pérdida céltica" de la p- en el celtíbero, que es algo generalizamente aceptado por casi todos los estudiosos del tema, en realidad se basa sobre todo en unas pocas reinterpretaciones como ésta que nos ocupa y en palabras de otras inscripciones celtibéricas que se "interpretan" a-priori como palabras célticas que han perdido su supuesta p- inicial; pero no se puede pretender reconstruir la verdadera gramática del celtibérico con generalizaciones tan apriorísticas y tan endebles como ésa.

Aquí no sólo consideramos que el celtibérico, en efecto, es una lengua céltica-Q, sino que se aparta también del resto del celta europeo en lo relativo a la desaparición de la p- indoeuropea originaria, que en realidad ni se mantuvo (como en el lusitano o en el latín) ni tampoco estrictamente desapareció, sino que probablemente sonorizó en b- (es decir, que las "leyes fonéticas" provisionales serían en este caso : indoeur. p- > celtib. b-; lusitano y lat. p-, celtib. b-). Sólo así podemos proponer una interpretación de ese PERCUNETACAM (en realidad BERCUNETACAM, según nuestra hipótesis) que nos parece la más coherente con lo que llevamos viendo, a saber, que se trata de un diminutivo femenino de una de las varias palabras celtibéricas para designar al "cerdo doméstico", que en latín es porcus, en lusitano porcos (inscripción de Cabeço das Frágoas), y en irlandés antiguo ork, "cerdito", con pérdida de p- inicial originaria. En celtibérico, muy probablemente, sería bercos o bercos, femenino bercua, término que encontramos en algún topónimo -como Bergua- y en etnónimos como el de los bercuacos, que aparece en una tésera celtibérica recortada en forma de cerdo y procedente de un poblado célticoberón del yacimiento de La Custodia, cerca de Viana y de Logroño. Hay además topónimos como Berganza o Braganza, o etnónimos como bergánticos en el texto B (si es que no hay que leerlo bregánticos), pero también podrían relacionarse con variantes fónicas o dialectales del celta común briga ("altura", "fortaleza").

Pues bien, en BERCUNETACAM, la raíz sería berc(u)-, seguida de alargamientos en -un- y en -etac- (cf. lat. -un-, -in- y -icus, -itus, -ulus), que aquí corresponderían con seguridad a formas diminutivas en femenino: "lechoncilla", "cerdita". Como por el numeral declinado sabemos que se trata también de un plural in sensu, la traducción del sintagma quedaría así: "(yo sacrifico, o he sacrificado) treinta lechoncillas".

Las dos palabras siguientes (TOCOITOS-CUE SARNIGIO-CUE) llevan aglutinada y pospuesta la conjunción enclítica -CUE, procedente de una partícula indoeuropea *kue, que es el origen de la conjunción latina -que y de la conjunción griega te (en griego micénico qe y en antiguo irlandés -ch), todas ellas con valor coordinativocopulativo (="y"); en latín -como es sabido-esta conjunción se pospone siempre a partir del segundo miembro coordinado y se repite detrás de todos los miembros que une, excepto del primero ( ___ , ___-que, ___-que); en griego se repite también delante del primer miembro (te ___ ,te ___); y en celtibérico -como vemos- presenta una distribución ___-cue ___-cue).

TOGOITOS y SARNIGIO llevan terminaciones de genitivo singular (="de Togoitis y de Sarnigio") que ya conocemos por el texto B y por otras inscripciones celtibéricas menores. Se trata de nombres propios, y se supone, puesto que no van acompañados de gentilicios o patronímicos, que se trata de nombres de divinidades, seguramente una "pareja de dioses" (femenina y masculina), aunque todavía no sabemos exactamente cuál es el varón y cuál la mujer. Conocemos una diosa de los vetones de carácter guerrero llamada Toga (de la que se conservan al menos dos inscripciones latinas en la provincia de Cáceres, otra en Marvao, Portugal, y otra en Martiago, en la provincia de Salamanca), con la forma de dativo latino femenino Togae (="para Toga"). En una de las aras, escrita en latín y dedicada presumiblemente a esta misma diosa vetona, que algunos quieren identificar con la diosa latina Venus, se lee:

                              TOGOTI
                              L. VIBIUS
                              PRISCO
                              EX VOTO
      ("L. Vibio, para Togotis, por una antigua promesa")

La forma Togoti es de dativo singular de la 3ª declinación latina y podría corresponder tanto a una forma nominativa masculina Togos -no Togus- como femenina: Togotis (muy cercana al Togoitos de nuestro texto). De lo que no cabe duda es de que en este texto A ambos dioses constituyen una pareja divina (¿"Toga y Togus"?) y de que son las divinidades más importantes de todas las mencionadas, pues -como veremos luego- tienen unas "sacerdotisas" a su servicio. TOGOITOS-TOGOITEI (genitivo y dativo) se mencionan en total cuatro veces -dos junto a SARNIGIO-SARNIGEI (también en genitivo y dativo) y una en solitario-, y SARNIGIO es mencionado tres veces, siempre junto a su pareja. En principio, consideramos que la diosa es Togo-itis (e.e. Toga), con posible sufijo formativo indoeuropeo de nombres de acción o de filiación preferentemente femeninos (cf. griego -itis e -ídes), y que Sarnigio es su pareja masculina.

Queda la duda de si el sintagma TOGOITOS-CUE SARNIGIO-CUE constituye el complemento nominal en genitivo del Complemento Directo anterior: ("sacrifiqué las treinta lechoncillas de [=consagradas a] Togoitis y Sarnigio"), o más bien lo es del sintagma siguiente, según el orden más habitual en las lenguas indoeuropeas antiguas (complemento + nombre, o determinante + determinado). En principio, creemos que podría tener un carácter sintáctico-estilístico bidireccional con respecto a los dos núcleos nominales inmediatos.

EL sintagma siguiente (SUA COMPALKEZ), que precede al verbo, tiene que ser necesariamente el Sujeto de la frase, es decir, el "sacrificador" u "oferente" de esas "treinta lechoncillas". Pero sus dos términos son difíciles de interpretar. Para algunos SUA sería un sustantivo, pero las interpretaciones que dan de su supuesto significado no nos parecen nada convincentes, pues las vinculan a una interpretación general preconcebida y las basan en supuestas etimologías indoeuropeas necesariamente dudosas, dadas las características del vocablo y las múltiples opciones etimológicas que ofrece (todas ellas indemostrables per-se). Según Meid, SUA sería un adverbio modal (del tipo del sic latino).

Para nosotros se trataría en todo caso de un complemento o determinante del verdadero Sujeto, que sería el término COMBALKEZ o COMPALKEZ. Y como tal complemento, creemos que podría considerarse un adjetivo posesivo (del tipo suus sua suum latino, del sós sé són griego, del seina gótico, etc, derivados todos ellos de la común raíz indoeuropea *swe). Su forma, en posible nominativo singular en -a, nos proporciona además un dato importante, pues nos indicaría el posible género -femenino- de la palabra COMPALKEZ ( y en principio no nos parece anómala una desinencia -es o -ez para nominativos femeninos de singular en determinadas palabras especiales, cosa nada inusual en otras declinaciones de lenguas indoeuropeas, aunque en la mayoría de ellas la desinencia -es estaba especializada sobre todo para los nominativos y acusativos masculinos y femeninos de plural, ya desde el protoindoeuropeo).

Sobre el significado de este COMBALKEZ o COMPALKEZ sólo podemos hacer aproximaciones contextuales. Sabemos que no es un antropónimo personal porque reaparece en la línea 11 en su forma plural (COMPALKORES), por lo que tiene que tratarse de un "nombre de oficio o actividad". El propio sentido del verbo ne-litom (=yo sacrifico), si es correcto, nos lleva a un campo semántico religioso y a un oficio sacro muy concreto: ¿oferente, victimario, sacrificador, arúspice, vidente, sacerdote, adivino?, aunque la forma femenina del determinante SUA y de los complementos nominales en genitivo ("la___ de T. y de S.") nos indicaría que se trata más bien de una oficiante femenina (sacerdotisa), no de un sacerdote masculino. Más abajo aparece incluso su nombre, Aucu Areitaso (o Arestaio), que nos lleva a la hipótesis anterior del texto B sobre posibles nombres personales femeninos con "nominativo" en -u.

Su etimología, por supuesto, es puramente conjetural. Es verosímil suponerlo un término compuesto con la partícula adverbial-preposicional com (lat. cum, celtogalo com), indicativa de unión, compañía o instrumentalidad. Quizá la raíz *palk- originaria podría relacionarse con el griego pélekus ("hacha") o incluso con el latín falx falcis ("hoz"), suponiendo que ésta última proceda de algún préstamo de otra lengua itálica o céltica en que la bilabial sorda indoeuropea p- hubiera dado f- en lugar de la p- latina, algo nada inverosimil teniendo en cuenta que los términos técnicos e instrumentales a menudo pasaban tal cuales de una lengua a otra con la propia tecnología. Ambos son vocablos procedentes en último término de una raíz indoeuropea de la que quizá provendría también el germánico falke ("halcón"), quizá por referencia a las garras curvadas de esta ave de presa. En todo caso, este COMPALKES celtibérico podría aludir a algún instrumento de filo curvo y cortante, y no es difícil imaginar a estas "sacerdotisas" celtíberas (a estas compalkores) no con la famosa "hoz de oro" que según el polígrafo romano Plinio el Viejo utilizaban los druidas celtogalos en ceremonias especiales, sino manejando una segur o hacha grande para degollar a los animales de sus sacrificios rituales.

En cuanto al número de animales sacrificados (treinta), quizá se trate de una cifra ritual predeterminada, como si dijera: "las treinta cochinillas que se les suelen sacrificar", "sus treinta cerditas", "las treinta lechoncillas de Togoitis y de Sarnigio" (y ello explicaría también el por qué, excepcionalmente, los nombres de las dos divinidades destinatarias no están declinados en caso dativo, sino en genitivo). De todas formas, parece claro que lo que quiere resaltar el posible posesivo SUA es sobre todo la relación o pertenencia de esa "sacerdotisa" al culto específico de ambas divinidades.

Con esto tenemos ya una primera traducción provisional y aproximativa de esta primera frase del texto A, que creemos bastante más coherente, simplificada y sistemática que las interpretaciones al uso, y que quedaría más o menos así:

"YO, SU ¿SACERDOTISA?, LA DE TOGOITIS Y SARNIGIO, (LES) SACRIFICO (o HE SACRIFICADO) (SUS) TREINTA LECHONCILLAS"

....


La frase siguiente (frase 2) es una frase compuesta de tres sub-oraciones menores, regidas respectivamente por un verbo idéntico (litom...litom...litom) y con el mismo sujeto de la frase anterior, que estaría representado por el pronombre personal NEK-, como ya hemos comentado, y que al final de la última de estas tres oraciones aparece finalmente aclarado y nominalizado, a modo de "firma" final con el nombre de la sacerdotisa oficiante. Las tres oraciones estarían coordinadas por la conjunción indoeuropea enclítica y pospuesta -UE (latín -ve), aunque aquí su valor es claramente copulativo (="y"), no disyuntivo (="o, o bien") como el de la conjunción homónima latina: "nek-ue.....litom, .....nek-ue.....litom, .....nek-ue .....litom".


Tenemos asimismo varios dativos, con terminación en -ei, que constituyen los Complementos Indirectos y representan a los respectivos destinatarios de la acción verbal, así como un posible Complemento Directo común a todos ellos, con lo que disponemos ya de todos los elementos básicos de esta multifrase transitiva: [ ( S + C.I. + V) + (S + C.I. + V) + (S + C.I. + V)+ CD + S].

Los términos (U)ERTAUNEI, TAUNEI y MASNAI TISAUNEI son con toda seguridad nombres personales (en dativo) de otras tantas divinidades celtibéricas. Los dos primeros nombres presentan una homonimia casi total (por ello el sufijo ER- del primero de ellos ha sido interpretado como algún tipo de prefijo privativo o negativo, considerando que ambos términos, ERTAUNEI y TAUNEI, serían adjetivos que designan cosas contrarias u opuestas). Pero el caso es que delante del primer nombre hay un espacio suficiente para otra letra más, ya ilegible, que se piensa que podría ser la grafía de [u], con lo que ese primer nombre podría leerse como UER-TAUNEI (el prefijo adjetival ver- es bastante frecuente en la toponimia y sobre todo en la onomástica celtogala, y comúnmente se interpreta como un adjetivo-adverbio superlativo que significaría algo así como "el más grande", "el mayor"). Con esa posibilidad, cobra sentido que hubiera dos divinidades diferentes con un nombre idéntico (siendo una la "mayor" y otra la "menor"), algo bastante frecuente en otros panteones religiosos antiguos conocidos.

Sobre estas y otras divinidades celtibéricas y celtohispanas, y sobre las religiones de estos pueblos prerromanos, es bien poco lo que puede decirse con alguna certeza (y, con todo, sabemos mucho más de los dioses celtohispánicos que de las oscuras y desconocidas divinidades de los pueblos propiamente ibéricos, aunque es bastante más lógico que los dioses celtibéricos tuvieran muchas más afinidades con algunas de estas desconocidas divinidades ibéricas que con los dioses y diosas celtogálicos). Pero resulta problemático (y bastante inútil a efectos prácticos) intentar relacionar por aparentes similitudes nominales a estas divinidades celtibéricas con otros dioses conocidos del panteón celtogalo o celtogermánico: por ejemplo, relacionar a este TAUNIS, TAUNOS o TAUNER con el dios germánico Donar (Thunor en anglosajón) o con el celtogalo Taranis. Puede tratarse de coincidencias homofónicas en sentido estricto, es decir, de designaciones proto-religiosas desarrolladas posteriormente y por separado en distintos pueblos con orígenes lingüísticos (no necesariamente culturales) comunes. Tenemos, por ejemplo, el caso del dios celtogalo Lug, el único dios celtogalo que según algunos es claramente identificable con una divinidad celtohispana bien documentada en la toponimia y en la epigrafía hispánica (Lugus, Lugones); pero se pasa muy por alto el hecho de que la homonimia puede deberse no a una relación de origen directa, sino al hecho de que el nombre de ese dios proviene en ambos pueblos de un término indoeuropeo común (*leuk-, *luk-) que originariamente designaba fenómenos luminosos como el rayo, fenómenos más o menos divinizados por casi todos los pueblos en algún estadio de su cultura religiosa más antigua (es decir, no podemos decir que dos pueblos que divinizasen al sol o al rayo tengan por ello unos orígenes comunes, pero tampoco podemos decir que porque dos pueblos relativamente próximos geográficamente designasen con un nombre similar -relativo a la "luz"- a una divinidad respectiva, esas divinidades tengan un "origen" común, salvo el origen común de los propios términos que los designan).

Lo mismo puede decirse en el caso de este (o estos) VERTAUNER/ TAUNER en relación con el Donar germánico, pues los respectivos nombres parecen remitir a un término indoeuropeo común para designar un fenómeno asimismo común, el "trueno" (en la religión latina, como es sabido, el trueno aparece asociado sobre todo a Júpiter, uno de cuyos epítetos principales es precisamente el de Iuppiter tonans, "el atronador"). Después, a esas respectivas divinidades independientes cada pueblo le fue asociando unas características también más o menos comunes necesariamente, es decir, se asoció el trueno con la fuerza y con otras características (por ejemplo algunos rasgos de tipo masculino o "fálico", muy evidentes en el caso de ese dios germánico y en su equivalente escandinavo, o en el propio semidios helénico Heracles o Hércules, a quien los romanos lo asimilaron, o incluso en este "Gran Tauner" y en su homónimo). El tema de las asimilaciones de los dioses romanos por los indígenas hispánicos está ampliamente documentado por las fuentes epigráficas, y también el de la exportación de cultos particulares de diversas divinidades extranjeras por las propias tropas romanas en muchos otros lugares del Imperio. En definitiva, es muy poco lo que tenemos para sacar conclusiones definitivas sobre la religión y las divinidades de los pueblos celtibéricos, aunque en este texto de Botorrita I tenemos sin duda el texto religioso más extenso e importante sobre la cuestión.

La tercera de las divinidades mencionadas en esta segunda frase, también en dativo, se llama Tisauno o Tisaunis (TIZAUNEI), y no sabemos en principio si se trata de un dios o de una diosa, aunque va acompañado de lo que parece un adjetivo epíteto, también en dativo (MASNAI), que acaso podría aclararnos este extremo. Conjeturalmente podríamos relacionar ese supuesto adjetivo con el vocablo latino mas (="varón", "macho", "viril") y acaso también con algunas formas de las lenguas germánicas (man, mann, mensch, "hombre"). El epíteto MASNAI podría tener, según esto, un significado aproximado a "viril", "masculino" o algo similar, aludiendo a alguna divinidad masculina relacionada con cultos de fertilidad, o más probablemente a alguna divinidad femenina de rasgos andróginos o de características masculinas ("la viril Tisaunis"), algo nada infrecuente en bastantes diosas de otros diversos pueblos y culturas (de hecho, este adjetivo parece estar construido sobre un tema femenino en -a-, aunque tampoco son infrecuentes en lenguas como el latín o el griego algunos nombres masculinos declinados sobre temas en -a- originariamente femeninos, debido a distribuciones propias de cada lengua).

A continuación del verbo (LITOM) tenemos el término SOZ, que según la lógica sintáctica provisional que hemos dado a estas frases tendría que ser el Complemento Directo de todas ellas, en acusativo (seguramente masculino y plural, similar a la desinencia -os de acusativo plural en los temas masculinos en -o- del latín y del griego). Suponemos, dado el contexto, que se trata de otra de las designaciones más comunes para designar al "cerdo" en las lenguas indoeuropeas occidentales (originariamente *sus, con u larga, o según otros de una raíz *suH con laringal), de donde provienen el latín sus, el griego sýs y hús, el inglés swine y sow, quizá el alemán Schwein, etc, y también seguramente este soz celtibérico.

Por último, cierra la frase un sintagma nominal que constituye la explicitación o "firma" del sujeto, un nombre personal en nominativo, AUCU, con un "patronímico" en genitivo: AREITASO (o ARESTAIO, en lecturas más recientes), con una inequívoca desinencia de genitivo singular en -o que ya conocemos por el texto B. La suposición de que sea un nombre femenino, Aucu (hija o esposa) de Arestaios, ya la hemos comentado antes a propósito de estos nominativos en -u, y desde luego es la más acorde con el contexto, pues sabemos que la "sacrificadora", la compalkes, es una mujer, una mater familias, y una sacerdotisa.

La traducción de esta frase 2 quedaría provisionalmente así:

" Y AL GRAN ERTAUNER YO HE SACRIFICADO, Y TAMBIÉN A TAUNER HE SACRIFICADO, Y ASIMISMO A LA VIRIL TISAUNIS HE SACRIFICADO CERDOS YO, AUCU DE ARESTAIOS"



          verracos de piedra, esculturas de los vetones célticos

....


La frase 3 (línea 3) consideramos que empieza en la palabra TAMAI o DAMAI (un dativo singular en -i, al parecer femenino de tema en -a-) y termina en un posible verbo, KINSKI-LITOM (o más bien CONSKI-LITOM, según las lecturas más recientes), que parece similar al litom que ya conocemos, pero aquí con un posible lexema aglutinado que sin duda modifica el significado del núcleo lexemático verbal. Pero tampoco puede descartarse una segmentación CON-SKILIT-OM. Sería también, como litom, una primera persona singular de tiempo presente o perfectivo con terminación secundaria indoeuropea -m. El Sujeto, en principio, podría ser el mismo de las frases anteriores (la compalkes o "sacerdotisa" Aucu de Arestaios). Aparece también otro posible lexema de dativo en -i (UER-ZONITI), que podría ser un adjetivo o epíteto del núcleo del Complemeto Indirecto, es decir, del dativo principal (TAMAI). Vemos también una palabra con terminación en -om, SLEITOM, que podría corresponder a un acusativo singular masculino o neutro de tema en -o-, análogo al latín -um y al griego -on, y que correspondería al Complemento Directo. Tenemos identificada, por tanto, una posible estructura sintáctica mínima: C.I. + C.D. + V. + (S.).

Pero la frase es más compleja. Encontramos lo que parece ser una partícula o conjunción (UTA), que recuerda mucho a la conjunción y adverbio latino ut, que como conjunción puede tener valores completivos (="que"), finales (="para que") y otros, y como adverbio suele tener valor modal (="como", "según", "así como"). Si UTA se trata, en efecto, de una conjunción análoga, no hay duda de que introduciría una oración menor, subordinada de la principal, en cuyo caso tiene que tener su propio verbo, que parece ser OSCUEZ, con posible terminación -e-s indoeuropea para las segundas personas del singular: "(tú)........-es". Sigue un lexema STENA, con posible desinencia de acusativo plural neutro en -a, común a todas las lenguas indoeuropeas antiguas, que sería el Complemento Directo de ese supuesto verbo OSCUEZ. La palabra que queda, SILABUR (que a muchos de los comentaristas les ha parecido que pudiera ser el verbo, por esa aparente terminación en -ur característica de la voz pasiva en lenguas como el latín o el galo), a nosotros nos parece más bien, por proximidad y colocación en la frase, un complemento adjetival del término SLEITOM, aunque podría ser indeclinable o con una terminación de acusativo singular característica, quizá de género neutro, en cuyo caso también ese SLEITOM sería un nombre de género neutro, no masculino. Tenemos, pues, provisionalmente, un operativo esquema sintáctico completo de todos los elementos de la frase:
Esquema sintactico

Veámos ahora su interpretación semántica, pasando de la estructura morfosintáctica formal a la estructura de los posibles significados, comenzando por el dativo inicial de la frase.

No tenemos duda de que el dativo TAMAI o DAMAI es el núcleo del Complemento Indirecto y que representa a la persona receptora o destinataria de la acción verbal principal (y a la vez Sujeto del verbo de la oración subordinada, en segunda persona). Y tampoco podemos dudar, dado el contexto de lo anteriormente visto, que es el nombre de otra divinidad celtibérica para la que el Sujeto principal de la frase (la sacerdotisa) hace u ofrece algo, expresado por el verbo principal y especificado por el Complemento Directo.

En principio suponemos que se trata de una diosa, más que de un dios masculino, puesto que esa terminación de dativo en -ai parece temáticamente femenina. Tal vez el adjetivo o epíteto VERZONITI, también en dativo singular, podría darnos algún dato adicional sobre la naturaleza de esa divinidad. El hecho de que este supuesto adjetivo no vaya inmediato a su núcleo, o precediéndole, no es nada irregular, sino por el contrario bastante frecuente en las lenguas indoeuropeas antiguas en usos poéticos o especialmente expresivos del lenguaje religiosorritual, por lo que ese desplazamiento lo consideramos un mero uso estilístico de cierta solemnidad. El significado parece bastante transparente, pues inmediatamente recuerda a los términos latinos sonus y sonitus (="sonido, ruido"); la raíz céltica ver- es también bastante conocida por el celtogalo, donde constituye un prefijo adjetival de valor superlativo, con el significado de "muy grande", "muy fuerte". Podemos traducir, pues, este VER-ZONITI como "muy resonante", "de gran sonido", o algo similar, en principio atribuible a alguna divinidad del trueno. Pero los datos sobre el nombre de esta divinidad celtibérica son problemáticos.

Hay una raíz dam- que se ha conservado en algunas lenguas célticas modernas (en irlandés dam, "buey", que en otros dialectos gaélicos más antiguos parece haber significado "vaca" o "toro"), pero es prácticamente imposible deducir datos de esta etimología, salvo la asociación -común a muchos pueblos y culturas- de los bóvidos con la luna (cf. los "cuernos de la luna"). Es posible que la divinidad aquí mencionada (Tama o Dama) aluda a una diosa lunar personificada, o bien -lo que presupone un estadio religioso mucho más avanzado- que no se adorara a la luna en sí misma, sino más bien a una divinidad inefable que se manifestaba principalmente en la fuerza o potencia lunar. Conocemos por Festo Avieno la existencia de una diosa lunar fenicio-tartésica de Malaka latinizada como Noctiluca, "luz de la noche" (aunque se trata de un ámbito religioso ibéricoturdetano, no céltico).

Es significativa la conocida cita del geógrafo griego Estrabón en el libro III de su "Geografía" (III, 16), donde dice: "Los celtíberos y otros vecinos del norte, en las noches de plenilunio y delante de las puertas, dan culto a una divinidad sin nombre, danzando y saltando hasta el amanecer". Se trataba, al parecer, de ritos colectivos de un culto lunar (documentado también entre algunos pueblos germánicos históricos), realizados con carácter mensual y apotropaico o purificatorio, en el que mediante la danza y el baile agotador se sacaban del cuerpo y de las casas los "demonios" o "malos espíritus", enviándolos lo más lejos posible ("a la luna"), a partir precisamente del plenilunio, recogiendo al mismo tiempo las fuerzas o energías lunares positivas durante todo el siguiente periodo del ciclo lunar decreciente. Hay paralelismos antropológicos de este tipo de rituales en muchas culturas primitivas, cuyo fundamento -según la psicoantropología- sería el siguiente (permítasenos el excurso antropológico).

El rito se regulaba conforme al ciclo lunar, canalizándose y liberándose con él las propias fuerzas psicofísicas positivas. La fase decreciente (desde el plenilunio al novilunio) representaría la fase negativa de esos "daimones" o "malos espíritus" humanos, que subían desde la tierra hasta "ensuciar" completamente la luna (luna nueva o "luna sucia"), en tanto que los humanos se iban limpiando de ellos completamente. En la fase creciente (del novilunio al plenilunio), sería la luna la que va dando al "pueblo humano" sus fuerzas negativas, al tiempo que ella misma se limpia completamente hasta la fase de "luna limpia" (luna munda, adjetivo latino relacionado tal vez con el nombre de la luna en diversas lenguas germánicas: monde, moon), mientras que el "pueblo humano" acumula de nuevo los malos espíritus, de los que comienza a limpiarse precisamente en el plenilunio, mediante determinados ritos cumplidos con exactitud y periodicidad (precisamente para eliminar los riesgos de una "sobrecarga" de malos influjos o espíritus sublunares negativos, que podrían eventualmente conducir al individuo a la locura o enajenación característicos de los "lunáticos" o "poseídos por la luna").

Se trataba, en definitiva, de una canalización de energías psíquicas y psicofísicas (de la libido) mediante un ritual periódico de autorregulación psicofisiológica, sin duda eficaz como psicoterapia en la medida en que toda la vida psíquica individual y colectiva de la tribu giraba en torno a él (tales rituales eran en su origen probablemente femeninos, relacionados con el ciclo menstrual de la mujer y realizados luego como adecuación y complementación masculina al mismo). Es significativo también al respecto un pasaje de Julio César en su "Guerra de las Galias"( I, 50, 5), donde cuenta que los germanos suebos se negaban en cierta ocasión a presentar combate antes de la luna nueva, porque así lo decían los augurios tomados por sus madres de familia, según los cuales no podrían vencer a los romanos si trababan combate antes del novilunio.

Esos ritos de los celtíberos mencionados por Estrabón quizá consistían también, en parte, no tanto en orgías sexuales colectivas como en el culto a símbolos sexuales femeninos (lo que explicaría el "pudor religioso" del propio Estrabón para no dar mayores detalles, aunque los cultos mistéricos de carácter fálico y orgiástico eran en cambio muy practicados por los griegos de todas las épocas); en el rito celtíbero el fundamento ritual consistiría sobre todo en sacar periódicamente los "demonios" o "malos espíritus" de las casas y de los cuerpos por medio de la danza y el baile agotador, que en todos los pueblos y culturas y en todas las épocas -en forma más inconsciente o menos según el caso- constituye el medio principal para "sacarse del cuerpo a los demonios". Se trataría, en definitiva, de "sacar fuerzas" de la luna. Ésta es la explicación psicoantropológica general de esos ritos lunares y de su fundamento en la psique religiosa primitiva, pero ciertamente no nos aclara mucho sobre el nombre y las características de este dios o diosa lunar llamado Tama o Dama por los celtíberos.

Es frecuente en las estelas funerarias celtohispanas y celtibéricas (y también en monedas ibéricas de plata) el símbolo gráfico de la luna representada en cuarto creciente, quizá como representación e imagen de la fuerza revitalizadora y regeneradora, asociada a veces con el toro y con los cuernos del toro (como ocurre, por ejemplo, en las viejas religiones mediterráneas pre-indoeuropeas). La luna llena, en cambio, no se representaba como tal, porque de hecho (a no ser personificada con rasgos humanos, cosa que no se hacía en estos pueblos antiguos) es gráficamente irrepresentable sin sus "cuernos" característicos, a diferencia del inmutable disco solar redondo.

Es también sugestiva la idea de que el término Dama pudiera estar relacionado con el término griego daimón (="divinidad", "dios menor", "genio", "demonio", "numen"), pero es una etimología tan problemática como indemostrable. Por otro lado, tampoco es descartable que este nombre celtibérico de Tama o Dama, a pesar de su forma morfológica aparentemente femenina, pudiera ser excepcionalmente un nombre masculino, o incluso "neutro" o indiferente en su género, traducible como "la Divinidad" o algo así, lo que concordaría con la cita de Estrabón acerca de esa divinidad celtíbera "sin nombre". Pero el epíteto VERZONITI que se le aplica aquí resulta problemático para aplicarlo a la Luna, cuya aparición y manifestación es absolutamente silenciosa, no precisamente "muy resonante". Cabe también la posibilidad de que la traducción más exacta de este epíteto fuera algo así como "la muy renombrada", y -por antífrasis (uso apotropaico y eufemístico frecuente en las caracterizaciones religiosas)- "la innominada", "la impronunciable", "la inefable", pero no dejan de ser de momento más que especulaciones sin una base lo suficientemente sólida.

Otra posibilidad es relacionar este Tamas celtibérico con un teónimo (Tameobrigo) que conocemos por una inscripción latina en el término portugués de Varzea do Douro, Marco de Canavezes, en la confluencia de los ríos Duero y Támega, que dice así:

            TAMEOBRIGO
            POTITVS
            CVMELI
            VOTUM
            PATRIS
            S(olvit) L(ibens) M(erito)

Traducción: "Potitus, para Tameóbrigo: como promesa de su padre, Cumelo. (la cumplió de buen grado, como es debido)".

Se trata evidentemente de un nombre compuesto (Tameo-brigo), donde el segundo elemento funciona como epíteto (el término céltico brig parece que significaba algo así como "alto", de donde procede también el conocido vocablo toponímico -briga, "lugar elevado", "fortaleza"). En cualquier caso, esa divinidad lusitana es inequívocamente masculina, no femenina. Pero volvamos al análisis de la frase que nos ocupa.

La palabra que hemos identificado como posible verbo principal, CONSKILITOM, presenta un posible lexema-base que sería idéntico al verbo LITOM que ya conocemos por las frases anteriores, y es muy verosímil que tenga también un significado más o menos análogo o similar, pero quizá modificado por el primer lexema, cuyo significado exacto (¿adverbial?) desconocemos. Por el propio contexto, sugerido por los demás elementos de la frase, podemos suponer que su significado conjunto no sería exactamente el de "sacrificar", sino más bien algo así como "hacer ofrenda", "ofrendar", "ofrecer como exvoto", "hacer voto o promesa de", "prometer", o algo parecido (también veremos que no se refiere aquí a sacrificios de animales, sino a otro tipo de ofrendas).

El núcleo del Complemento Directo, en efecto, es SLEITOM (en acusativo singular masculino o neutro). Pero para acercanos a su posible significado hemos de fijarnos en el término que lo precede, SILABUR. No lo hemos considerado como verbo (con supuesta terminación -(u)r pasiva o medio-pasiva, bien conocida como tal en los verbos pasivos del latín), entre otras razones porque sería demasiado anómalo (al menos en las lenguas indoeuropeas conocidas) que un supuesto verbo en voz pasiva o mediopasiva llevase un Complemento Directo en acusativo. Nos parece claramente un lexema adjetival que debe conectarse al núcleo del CD, es decir, un complemento de SLEITOM.

Antes de conocer el estudio de W. Meid sobre esta inscripción ya habíamos intuido que el término SILABUR, posiblemente pronunciado como [sílabur], parecía tener alguna relación con el nombre de la "plata" en algunas lenguas germánicas antiguas y modernas (p.e. inglés silver y alemán Silber), y así lo considera también el propio Meid, aunque no da demasiadas explicaciones filológicas y culturales al respecto. Esta raíz no se encuentra en otras lenguas indoeuropeas occidentales (en irlandés antiguo es airgit, de la misma raíz que el latín argentum o el griego argírion y también el celtogalo argantos); pero esa variedad terminológica no es infrecuente con antiguos términos técnicos de la minería y del nombre de los metales, que pasaban de unos pueblos a otros según las circunstancias geográficas particulares de cada cultura y según sus contactos o aislamientos con respecto a otras.

Es precisamente esta posible significación de SILABUR la que nos puede ayudar a determinar un significado aproximado para el nombre al que acompaña (SLEITOM) y al mismo tiempo nos confirma que el objeto verbal no es un animal vivo ni el significado del verbo CONSKILITOM es tampoco exactamente el de "sacrificar", sino que indicaría más bien algún tipo de ofrenda u objeto votivo. No hemos podido encontrar correspondencia -ni siquiera aproximada- de ese SLEITOM con vocablos griegos y latinos, pero sí con vocablos de algunas lenguas germánicas modernas: alemán Schlitt (="carro"), inglés sleigh (="trineo"), procedentes de algún antiguo vocablo germánico común. Según esto, el término celtibérico SLEITOM podría significar algo así como "carrito" (es decir, una maqueta en miniatura de un carro, puesto que por el contexto sabemos que se trata de un exvoto u ofrenda). La traducción de todo este sintagma que constituye el Complemento Directo podría ser ¿"un carrito de plata"?.


carrito votivo (cultura Hallstatt, 1ª Edad del Hierro europea)
 

    carrito votivo
    (cultura Hallstatt, 1ª Edad del Hierro europea)

Carro solar de Trundholm, Dinamarca
 

    carro solar de Trundholm, Dinamarca


Barquito de oro en miniatura, exvoto funerario irlandés

     barquito de oro en miniatura, exvoto funerario irlandés


 

Recordemos que tanto en los pueblos protocélticos hallstáticos como entre los pueblos celtogermánicos centroeuropeos y nórdicos eran frecuentes los exvotos religiosos en forma de pequeños carros y barcos en miniatura, realizados en bronce, plata u oro (tipo: "carro del Sol"). El historiador romano Tácito (Germania, 9) dice: "Una parte de los suebos también hace sacrificios a Isis; y acerca de cuál haya podido ser el origen y la razón de tan peregrino culto, poca cosa he podido averiguar, como no sea el hecho de que su representación misma, configurada a manera de un navío velero, muestra que se trata de un culto religioso importado". Es evidente que se trata en todo caso de un culto lunar -la barca de la luna-, que Tácito (según la costumbre asimiladora de los historiadores grecorromanos) identifica arbitrariamente con un supuesto -y del todo inverosímil- culto entre los germanos de la diosa lunar egipcia Isis y con la "barca de Isis", en la que esta diosa egipcia -asimilada a la propia Luna- se trasladaba por el cielo, un culto que era en la propia época de Tácito el culto lunar más conocido, pues también se practicaba en Roma. Lo único cierto es que algunas tribus germánicas suebas practicaban un culto a su propia diosa lunar (la que Tácito identifica con la egipcia "Isis", pero cuyo nombre germánico real desconocemos) y que ese culto incluía imágenes de miniaturas de una "nave de la luna". El "carrito" mencionado en este texto celtibérico, labrado en plata, nos devuelve a la hipótesis de que esa divinidad llamada Tama o Dama podría ser, en efecto, una divinidad lunar, probablemente femenina (la asociación de la luna con la plata es asimismo muy común en muchas culturas).

En el plano morfosintáctico, la mayor dificultad de este sintagma SILABUR SLEITOM la plantea precisamente el adjetivo o complemento nominal SILABUR, que no lleva la desinencia de acusativo singular masculino o neutro -(o)m, como sería de esperar, en necesaria concordancia con el nombre al que se refiere. La explicación, sin embargo, puede ser que acaso esta palabra pertenece a un grupo de adjetivos con declinación especial, o incluso propiamente indeclinables; en este último supuesto, es verosímil pensar también que un término nominal sin declinar podría funcionar como adjetivo con sólo anteponerse al nombre al que se refiere, procedimiento sintáctico usual en el indoeuropeo más antiguo y que posteriormente se ha reproducido de nuevo en ciertas lenguas indoeuropeas modernas, por ejemplo en inglés (silver sleigh = trineo de plata). Tal vez, aunque todavía no hemos podido comprobarlo en otros textos y contextos, la lengua celtibérica utilizaba también -junto con el recurso de la declinación adjetival común- este otro procedimiento para la formación de ciertos sintagmas con adjetivos de raíz indeclinable (incluidos algunos numerales).

Con esto, tenemos ya provisionalmente "traducida" toda la oración principal, que quedaría así:

"PARA DAMAS, LA (DIVINIDAD) MÁS RENOMBRADA, ............................, OFREZCO UN CARRITO DE PLATA".

Para completar el resto de la frase, es decir, la oración subordinada introducida por UTA (cf. latín ut), que contextualmente debe tener un matiz final o consecutivo, hemos de fijarnos en la única palabra que puede ser su supuesto verbo: OSCUEZ. Pero como también este término presenta dificultades de identificación en su correspondencia con otros vocablos indoeuropeos de origen común, hemos de fijarnos primero en lo que parece ser su Complemento Directo (con típica desinencia -a de acusativo neutro plural, generalizada en todo el indoeuropeo más antiguo y heredada por muchas lenguas indoeuropeas posteriores como el latín, el griego, el gótico o el antiguo eslavo, entre otras). Esta palabra es STENA, pero su significado es problemático.

La única posible raíz indoeuropea con la que hemos podido relacionarla es el verbo griego sténo (="gemir", "suspirar"), aunque el término celtibérico tendría aquí más bien el sentido de "súplica", "queja", "ruego". Con esta conjetura es más fácil adivinar el sentido del verbo OSCUEZ (con terminación -(e)s de 2ª persona de singular del presente, similar a la de los verbos latinos y griegos y a la de otros verbos indoeuropeos), que tendría que ser algo así como "para que atiendas (o acojas) las (=mis, estas, nuestras) súplicas". Conjeturalmente también, podríamos relacionar este OSCUEZ con la forma equivalente del verbo latino auscultare (que en latín vulgar adquirió el significado -y en castellano también la forma- de "escuchar"), en cuyo caso el sintagma UTA OSCUEZ sería equivalente al latín ut auscultes (="para que escuches..."). El término es relacionable también con el celtogalo aus (="oreja") y el griego os -otós.

....


La frase 4 (final de la línea 3 y principio de la línea 4) empezaría en el supuesto dativo CABISETI y terminaría inmediatamente antes del siguiente supuesto dativo (TOGOITEI). La segmentamos provisionalmente así:

   [ CABISETI        CANDOM        SANKILISTARA        OTANAUM ]
complem. indir.      compl. dir.      complem. circunst.    núcleo compl. directo

El dativo CABIZETI parece aludir, siguiendo el contexto de nuestra hipótesis de que se trata de un texto sacro, a alguna divinidad celtibérica cuyo nombre y funciones nos son absolutamente desconocidos. Hay, sin embargo, un dios de los cántabros en una inscripción de un altar-ara hallado en 1891 en el Monte Cildá (Olleros de Pisuerga-Aguilar de Campo), ejemplo único; el oferente pertenece a la gentilitas de los "Polecenses", y pide por la salud de alguien perteneciente también a esos polecenses cántabros. El dios es aludido (en dativo latino) como Cabuni-aegino, y es ciertamente una divinidad protectora de la salud. En realidad, el nombre propiamente dicho sería Cabo o Cab-un-, seguido de un epíteto aegino, que no es nada verosímil suponer que significase algo así como "egino", "de la isla de Egina", sino que parece ser más bien la transcripción local del término latino equinus (="caballar", "caballuno", "de los caballos", "equino"). Más que un dios-médico, se diría por su epíteto que este Cabun cántabro era algo así como un "dios-veterinario" de los caballos y de sus jinetes. En cualquier caso, su similitud con la raíz principal del nombre que nos ocupa, haciendo abstracción del sufijo o infijo extensivo indoeuropeo -un-, salta a la vista: CABI-zeti, pero es de momento muy poca base para afirmar la. identidad de ambas divinidades. En la frase 6 de este texto A, y también como dativo inicial, veremos otro nombre muy similar, pero no en la primera raíz formativa, sino en la segunda (AMBITI-SETI), y explicaremos allí por qué ambos nombres, en efecto, podrían estar relacionados y por qué ambos parecen aludir a sendas divinidades curativas o protectoras de la salud.

No hallamos en la frase así segmentada ninguna palabra que podamos identificar inequívocamente como el verbo de la misma, así que suponemos que continúa siéndolo alguno de los verbos de las frases anteriores (nelitom, litom, o conskilitom), todos aparentemente con el mismo sujeto.

Es curioso que la mayoría de los investigadores se hayan decantado por considerar precisamente este vocablo, CABIZETI, como un posible verbo, cuya transcripción real -dada la imperfección del sistema gráfico, que no puede representar las consonantes oclusivas por separado- sería cabizet, una supuesta 3ª persona singular de un verbo equivalente al latín capere-capit (="coger-él coge") y al celtogalo gabas (relacionado también con el irlandés gabi-, "coger", y con el gótico giban "dar", inglés give, alemán geben). Una vez más nos parece una interpretación demasiado literal y demasiado "traída por los pelos", que abusa del poco conocido celtogalo cuando le interesa o prescinde de él cuando le apetece (pues, en efecto, se prescinde de las "leyes fonéticas" que regirían las correspondencias o equivalencias regulares entre el celtíbero y el celtogalo, que por supuesto esos autores no sistematizan por ninguna parte). Si esa interpretación de CABIZETI como capizet fuera real (para que pudiésemos considerarla al menos como muy probable, queremos decir), esos autores deberían proporcionar como mínimo otros ejemplos sistemáticos de equivalencia entre la -p- intervocálica latina y la -b- intervocálica celtibérica, cosa que no hacen (eso sería hacer filología científica; lo demás, son las meras conjeturas y "diletancias cientifistas" a que nos tienen acostumbrados). Porque además se da la circunstancia, como vamos viendo, de que el celtogalo (y no digamos ya las lenguas célticas modernas derivadas) parecen estar -lingüísticamente- mucho más lejos del celtibérico de lo que algunos están dispuestos a admitir, y desde luego no resultan más productivas para la comparación de lo que lo son otras lenguas indoeuropeas de distinta "familia" como el latín, el griego e incluso el germánico. Pero dejemos esto ahora, pues no dudamos en absoluto del carácter básicamente céltico de la lengua celtibérica dentro del tronco indoeuropeo.

El término CANTOM o CANDOM (con posible terminación de acusativo singular masculino o neutro de los temas indoeuropeos en -o-, o también de un posible genitivo plural de cualquiera de los tres géneros) podría ser parte del Complemento Directo de la frase, y -por la forma- parece tratarse de un adjetivo, conectado al núcleo de ese C.D., que sería la palabra OTANAUM (a no ser que ambos términos estuvieran realmente en genitivo plural y fueran el complemento nominal de la palabra SANCILISTARA, que sería entonces el verdadero Complemento Directo). Vamos a explorar ambas posibilidades morfosintácticas y semánticas, intentando definir primero semánticamente ese vocablo CANTOM o CANDOM.

W. Meid, y otros seguidores suyos, consideran que CANTOM podría ser el equivalente celtibérico del numeral latino centum. En principio, no hay nada que objetar, si fueran capaces de aportar otro ejemplo análogo de á tónica celtibérica = é tónica latina, pero no lo hacen. Nosotros podríamos aportar algún posible ejemplo, bien es verdad que también "muy traído por los pelos". Por ejemplo el propio etnónimo cantabri (cántabros), de etimología muy dudosa y discutible. Si suponemos que se trata, como en tantos otros casos de etnónimos de pueblos indígenas, de un nombre "tomado de oído" por los romanos (y por ello parcialmente desfigurado de su forma real original), y si suponemos que esa forma originaria real era canta-beros (="cien tribus", "cien pueblos"?), ahí podríamos tener un buen ejemplo de ese numeral celtibérico y de esa supuesta equivalencia de la á celtibérica con la é latina (aunque de momento esa supuesta equivalencia cuestionaría otra que ya hemos comprobado: la de esa a celtíberica con la i latina, en triganta-triginta, y por lo menos nos obligaría a postular diversas soluciones fonéticas vocálicas según la posición silábica de éstas o según su procedencia indoeuropea como vocales puras o como vocales desarrolladas a partir de algunas sonantes, o a considerar vocálicamente muy alterado el etnónimo latino "cantabri" con respecto a su original céltico); por otro lado, si admitimos que -en efecto- se trataría del numeral celtibérico para "cien" (ya sea declinable y en acusativo singular, o ya sea indeclinable y conectado con el nombre en genitivo plural de la cosa que cuantifica), si queremos seguir moviéndonos en este hipotético contexto sacro de ofrendas y animales sacrificables que hemos supuesto para todo este texto A, nos encontramos con la dificultad de tener que admitir que aquí, a ese dios Cabisetos, se le "sacrifican" nada menos que "cien" animales o se le hacen "cien" ofrendas, cifra a todas luces un tanto inverosímil, por lo menos en el contexto de todo lo que llevamos visto, que no parece ser el de grandes ofrendas o "hecatombes" masivas, sino el de discretas ofrendas particulares a diferentes divinidades locales.

Es por ello que hemos querido explorar otra posibilidad, a saber: que este supuesto adjetivo CANDOM (< *cándidom) podría ser equivalente al adjetivo latino candidum (="blanco), de la misma raíz de candeo-candesco. La correspondencia de la á tónica parece regular, como también la síncopa celtibérica de la vocal intermedia átona.

El problema es ese término OTANAUM al que acompaña, al que no encontramos paralelismo ni en griego ni en latín. Relacionarlo con el moderno vocablo galés oen (="cordero") no tiene mucha firmeza, pues se trataría de una raíz céltica demasiado evolucionada e irreconocible (con supuesta sonorización de -t- en -d- y posterior caída de -d- intervocálica); tampoco con el término mouton (="carnero") del francés moderno (por mucho que parezca derivado de algún vocablo antiguo de origen céltico). Las interpretaciones que pretenden relacionar este OTANAUM con diversas raíces protoindoeuropeas (se ha propuesto *weid, "bosque", y otras similares) no nos llevan tampoco a ninguna parte, como no sea a las socorridas interpretaciones apriorísticas ad-hoc. Nosotros preferimos la hipótesis de que se refiere a un animal doméstico, que no es ni vacuno, ni ovino, ni caprino, ni porcino (pues más o menos conocemos los respectivos términos celtibéricos para cada uno de estos animales). ¿Podría aludir a algún tipo de ave (que tendría que ser en todo caso un ave doméstica de corral)? ¿A cuál?

Por esta vez podemos recurrir al celtogalo, y encontramos un supuesto vocablo gálico reconstruido, *etenos, con la hipotética significación algo genérica de "pájaro", que ha dejado derivados en el irlandés ean, en el galés edn y en el córnico o dialecto céltico de Cornualles edhen. Pero lo que nos ha decidido por esta conjetura verosímil no ha sido esa supuesta palabra celtogala, sino un término procedente de la propia lengua vasca, algunos de cuyos dialectos conservan todavía el vocablo atano, con la significación de "anadón", "anadejo", "pollo del ánade", "patito", que podría ser un préstamo de las lenguas celtibéricas, como sin duda lo es también el vocablo vasco para "oso", artz, préstamo del celtibérico o del protocelta (*artos), pues el término es claramente indoeuropeo.

Tenemos, por tanto, que el vocablo OTANAUM parece referirse a algún tipo de ave doméstica de corral. Descartado el "ganso" o la "oca" (ave bien conocida en las lenguas indoeuropeas occidentales) y seguramente también el "pato" (aunque la lengua protovascónica cogiese ese término celtibérico para designar a las crías de esa palmípeda, cambiando su significación originaria), sólo nos queda como más verosímil la suposición de que se refiera a la gallina doméstica, pues (excepto en las lenguas germánicas) no parece haber un término indoeuropeo común (el nombre latino de gallina, en efecto, parece indicar que los primitivos romanos conocieron esta ave a partir de los pueblos gálicos, lepónticos o galoitálicos). Ahora bien, como aquí el término OTANAUM es masculino, no femenino, parece claro que tiene que referirse al macho de la gallina, esto es: al gallo. Con ello cerramos el círculo de la hipótesis semántica, pues el sacrificio de un gallo a determinadas divinidades sanadoras tiene precedentes en la propia religión griega, donde era frecuente sacrificar un gallo a Asclepio, el dios griego de la medicina, en agradecimiento por haber recuperado la salud (y ya hemos visto que el dios CABISETOS podría estar relacionado con esta clase de divinidades sanadoras).

Sólo queda ya, para completar el sentido de esta frase 4, el término SANKILISTARA o SANGILISTARA, cuyo sufijo -TARA (que encontraremos también más adelante en este texto) suponemos que proviene de un nombre de acción verbal o de un infinitivo celtibérico más o menos sustantivado (quizá del mismo origen que el sufijo hitita -atar o que el sufijo latino -(t)urum de los infinitivos de futuro); la raíz y su sufijo inmediato (SANC-ILIS-) acaso se podría relacionar con la raíz latina sanc- y con el verbo sancire (="consagrar", "hacer sagrado") o bien con la raíz latina de sanguis (="sangre"). Tal vez el sufijo -TARA daba al nombre unos valores modales que desconocemos (="¿sacrificable?", ¿"intachable"?), o simplemente se trata de un sufijo de infinitivo futuro, dependiente de un verbo implícito del tipo "ofrezco", "prometo" o similares.

La traducción de toda esta frase 4, conjetural pero muy verosímil y congruente con el contexto, como hemos visto, quedaría así:

"PARA CABISETO, (OFREZCO) SACRIFICAR (o "como sacrificio") UN GALLO BLANCO"

....


La frase 5 comenzaría desde el dativo TOGOITEI (final de la línea 4) y terminaría inmediatamente antes del siguiente dativo (AMBITISETI), al final de la línea 5. La segmentamos y analizamos así:
La frase 5, desde el dativo TOGOITEI

El dativo TOCOITEI va seguido de un determinante, también en dativo, que suele interpretarse como la preposición indoeuropea en, eni (latín in, griego en, celta en/ eni/ in, germánico in). Sin embargo aquí no nos cuadra un valor preposicional de esta partícula (que, por otro lado, no está suficientemente comprobada como preposición en otros textos celtibéricos conocidos, aunque la mayoría de los investigadores considera que sí). Pensamos que podría tener más bien un sentido pronominal, en alguna forma de pronombre demostrativo anafórico (de hecho, la partícula indoeuropea originaria tenía un valor pronominal-adverbial, especializado en algunas lenguas derivadas como preposición, pero antes como adverbio o incluso como pronombre). Podríamos traducir, por tanto, como "para esta Tocoitis", "para la referida Tocoitis" (mencionada en la frase 1), o incluso "para esta nuestra Tocoitis" (pues por la última frase, la 16, veremos que estas compalcores, "sacerdotisas" o "sacrificadoras", estaban especialmente consagradas a esta pareja de dioses, Togoitis o Tocoitos y Sarnicio o Sarnigio). Más adelante veremos algunos detalles sobre el sistema pronominal de este texto A.

El sintagma UTA OSCUES, "para que escuches (nuestras súplicas)", ya lo conocemos en su forma completa por la frase 3: UTA OSCUES STENA. Aquí sería también una oración subordinada final, introducida por la conjunción UTA (= lat. ut).

Los lexemas siguientes, con desinencias -om, -im, -am de acusativo singular, constituyen el Complemento Directo múltiple, coordinado por la conjunción -UE pospuesta, derivada del indoeuropeo *ue y análoga a la conjunción enclítica latina -ve, sólo que en latín -como es sabido- tiene siempre valor disyuntivo ("o... o... o...") y en celtibérico parece tener un sentido claramente copulativo ("y... y... y..."). Creemos que esta partícula -ue (a diferencia de la conjunción también copulativa -cue) tal vez serviría aquí sobre todo para expresar la elipsis del verbo principal (LITOM) y evitar que los complementos directos pudieran ser interpretados como complementos del verbo secundario o subordinado (OSCUES), y al mismo tiempo -secundariamente- para enlazar los diversos miembros de ese complemento directo múltiple, aunque -como veremos en otras frases de este texto- también para unir o coordinar frases o periodos oracionales distintos.

Los cuatro lexemas que constituyen los complementos directos (de un verbo implícito y sobreentendido, que sólo puede ser el LITOM que ya conocemos por las frases anteriores: "sacrifico" o "he sacrificado") aluden sin duda a otros tantos animales sacrificables. BOUSTOM es bastante transparente, y parece referirse a un "buey" (lat. bos bouis, gr. bous). CORUINUM alude en todo caso a un animal con cuernos o con colmillos encorvados (lat. cornu, "cuerno", corvus, "cuervo", curvus, "curvo", "curvado"); podría suponerse que se trata del hipotético nombre celtibérico del "jabalí" (aunque sería demasiado distinto del celtogalo ebur o del latín aper); pero dado el contexto de animales domésticos en el que nos movemos es mucho más verosímil pensar que tal vez se trata del "carnero".

Sobre el término MACASIM sólo podemos aventurar muy conjeturalmente (dado que no hemos encontrado paralelismos en otras lenguas indoeuropeas) que acaso pudiera tratarse del nombre celtibérico de la "cabra" o del "macho cabrío". En el dialecto vasco guipuzcoano existe el vocablo makatx, referido genéricamente a cualquier animal de cuernos retorcidos, lo que hace muy verosímil que este MACASIM fuera un préstamo procedente del ibéroaquitano antiguo, adaptado a la propia lengua celtibérica, o viceversa.

En cuanto al término AILAM (femenino singular) parece bastante análogo al vocablo lusitano OILAM de la inscripción de Cabeço das Frágoas, traducido por A. Tovar como "oveja" (cf. latín ouis).

Por tanto, los animales sacrificados a esta Togoitis serían: un buey, un ¿carnero?, una ¿cabra? y una oveja. La traducción de toda esta frase quedaría así:

"PARA ESTA NUESTRA TOGOITIS, PARA QUE ESCUCHES (NUESTRAS SÚPLICAS), (SACRIFICO) UN BUEY, UN CARNERO, UNA CABRA Y UNA OVEJA"

....


Con estas cinco primeras frases hemos apuntalado nuestra hipótesis principal de que todo este texto A se refiere al sacrificio de diversos animales y a la consagración de diversas ofrendas por unas sacerdotisas a varias divinidades celtibéricas nominalizadas. Desde luego es una hipótesis todavía provisional, pero creemos que sólidamente construida y muy coherente, bastante más -creemos- que las hipótesis generales que suponen un texto jurídico o legal. Falta por ver si esta interpretación provisional nuestra es sostenible para la interpretación de todas las demás frases siguientes.

Recapitulamos ahora la traducción aproximativa de estas cinco frases, dando el texto celtibérico de cada una y nuestra traducción, y acompañadas a título meramente comparativo de una traducción latina aproximada, como si hiciéramos aquí de obligados e improvisados intérpretes o traductores ocasionales de estos textos celtíberos ante los propios romanos coetáneos.

1
trigantam bercunetacam

triginta porcellarum

Togoitos-cue Sarnigio-cue
Togoitis Sarnigii-que

sua combalkez ne-litom
sua sacrifer, ego, lito

Yo, su ¿sacerdotisa?, la de Togoitis y Sarnigio,
(les) he sacrificado (sus) treinta lechoncillas.

2
Nek-ue
[U]ertaunei litom nek-ue Taunei litom
et ego Vertauno lito et Tauno lito

Y también yo, a Uertauner (el Grande) he sacrificado y asimismo a Tauner he sacrificado,

nek-ue masnai Tizaunei litom soz Aucu Arestaio
et virili Tisauni sues ego lito , Aucu Arestaei

y a la viril Tisaunis (les) he sacrificado cerdos yo, Aucu de Arestaios.

3
Damai uta oscues stena uerzoniti silabur sleitom conskilitom

Damae sonanti, ut auscultes (meas) preces, argenteam carriculam libenter voveo.

Para Damais (=¿la divinidad?) de gran renombre, para que escuches mis súplicas, un ¿carrito? de plata (te) ofrezco.

4
Cabizeti candom sankilistara otanaum

Cabizeto candidum gallum sancire (voveo)

Para Cabiseto (prometo) sacrificar(le) un gallo blanco.

5
Togoidei eni uta oscuez boustom-ue coruinom-ue macasiam-ue ailam-ue

Togoidi ei, ut (mihi) auscultes, bovem, arietem-que capram-que agnam-que (voveo)

Para nuestra Togoitis, para que (me) escuches, (prometo) un buey, un ¿carnero?, una ¿cabra? y una oveja.

....


En la interpretación de un texto extenso en una lengua desconocida, una vez conseguida una lectura paleográfica segura (pues sin ella todos los caminos interpretativos se equivocarían y extraviarían inevitablemente), la segmentación oracional del mismo es la clave fundamental, ya que -si no podemos establecerla con seguridad- el texto en cuestión sencillamente: no hay por dónde cogerlo. Pero ¿cómo se puede hacer esto? Se puede y se debe hacer, diríamos, buscando los verbos u otros elementos sintácticos que puedan darnos la llave de esa segmentación de las oraciones, y buscando a continuación los componentes sintácticos o elementos básicos formativos de esas oraciones a partir de esos elementos pre-identificados.

En este texto inicial tenemos varias ventajas. Partimos de una lectura paleográfica bastante segura en líneas generales, y tenemos además la certeza de conocer el propio comienzo del texto y de la primera frase. Tenemos asimismo un conocimiento general previo de la morfología desinencial nominal y verbal del celtibérico (varios morfemas desinenciales más o menos comprobados en otras inscripciones en esta lengua: las prácticamente seguras desinencias -os y -o de genitivo singular, la muy posible desinencia -am de acusativo singular femenino, la más que probable conjunción copulativa indoeuropea -cue con valor unitivo de sintagmas nominales, además de supuestas pero asimismo probables desinencias verbales en -ez, de 3ª persona singular, y en -om, de 1ª persona singular), y con todo ello la certeza de que la lengua de este texto es una lengua de tipo flexivo e indoeuropea típica.

La primera frase del texto necesariamente tiene que ir -como minimum sintáctico- desde la palabra inicial (trigantam, que aceptamos de momento como mejor lectura que ticui cantam, por lo menos hasta que tengamos ocasión de examinar personalmente el bronce de la inscripción y sus detalles paleográficos) hasta el término compalkes o bien hasta el término nelitom. Vamos a considerar las dos posibilidades (A y B). La primera es la más aceptada y generalizada entre los estudiosos, e identifica el verbo en compalkes (una supuesta 3ª persona singular de presente, con supuesta desinencia verbal del mismo tipo en otras inscripciones y en este mismo texto). La segunda opción es la nuestra, identificando el verbo en ne-litom (una supuesta 1ª persona singular de presente, con terminación desinencial verbal que también consideramos confirmada en varias de las inscripciones celtibéricas "largas" que luego veremos). En ambas hipótesis, hay dos sintagmas nominales perfectamente identificados por sus desinencias respectivas comunes (en el primer caso) o por la partícula unitiva -cue en el segundo caso (que además tiene en cada uno de sus respectivos lexemas una desinencia de genitivo singular conocida):

[ TRIGANTAM BERCUNETACAM

                  TOGOITOS-CUE SARNIGIO-CUE

                                    SUA COMPALKES ]A NE-LITOM ]B

En la hipótesis A, la oración llegaría hasta compalkes, que necesariamente sería el verbo; en la hipótesis B, el verbo sería ne-litom, y en él terminaría supuestamente esa primera oración, pues las siguientes van introducidas por la partícula repetida nek-ue. El verbo de la hipótesis A (supuesta 3ª persona singular de presente) necesita un Sujeto, que sólo podría ser el lexema sua, a menos que se trate de un verbo impersonal (que es la interpretación más aceptada por los que postulan esta hipótesis A), pero en tal caso el sintagma trigantam bercunetacam (en acusativo singular femenino) no puede ser el complemento directo en acusativo, pues un verbo impersonal no puede tenerlo. Ésta es la primera dificultad a que se enfrenta esa hipótesis, que ha intentado solucionarse -muy "por los pelos", a decir verdad- considerando ese sintagma como una especie de "acusativo de relación" (de los tipos conocidos en latín, griego y otras lenguas indoeuropeas afines), no como un complemento directo, que es la función típica y más habitual del acusativo en esas lenguas, como es bien sabido. En cuanto al segundo sintagma, en sendos genitivos coordinados por la partícula -cue, éste necesariamente tiene que ser un complemento nominal o bien del primer sintagma (por proximidad sintáctica) o bien del lexema siguiente (por preceder a ese supuesto núcleo nominal, sua, como es usual en la mayoría de las lenguas indoeuropeas antiguas, aunque con muchas excepciones semánticas y estilísticas). Esto les basta a los defensores de esta hipótesis morfosintáctica, que inmediatamente pasan al aspecto semántico relacionando la forma compalkes con una supuesta raíz indoeuropea cuya forma más aproximada sería la latina com-placet (en realidad ese "paso" interpretativo se revela como hecho a-posteriori y a la inversa: es decir, se parte en realidad de la supuesta etimología de compalkes y de su "significado", y luego van acoplándose y armonizándose a él todas las demás "piezas" sintácticas buscándoles un acomodo en un sentido conjunto más o menos coherente).

Traducen esa supuesta forma verbal impersonal como "complace", "conviene" o cosa similar, prescindiendo de momento del Sujeto y considerando que sua sería más bien un adverbio similar al tipo latino deíctico sic, con la significación verbal conjunta de "así conviene", "esto (es) lo que conviene", etc. Con todo esto nos ofrecen una "traducción" bastante literal y forzada de toda esta primera frase, transformando al acusativo en una especie de "acusativo de relación" (="en cuanto a...", "en relación con...", "por lo que respecta a ..."):

"CON RESPECTO AL ¿TERRITORIO? DE LAS ENCINAS SAGRADAS (!) DE(L) TOGOITIS Y DE(L) SARNIGIO, ESTO (ES) LO QUE CONVIENE:... ".

Y a continuación, echando mano de su segundo "hallazgo" (ne litom, como expresión verbal prohibitivo-negativa), después de ese "títulus" o introducción, comienza lo que para ellos sería la supuesta "ley-sacra" propiamente dicha: "...NO (ES) LÍCITO....NI (ES) LÍCITO.... NI (ES) LÍCITO, etc".

¿Y en qué se basa en último término toda esa elucubración morfosintáctica y semántica? Pues sencillamente: en esa apriorística interpretación fonéticoetimológica de complakes como verbo, de ne- como supuesta partícula negativo-prohibitiva (="no") y de litom como adjetivo verbal (cf. latín licitum), una interpretación que ellos dan por absolutamente segura, lógica e incontestable. Y con ello van construyendo pieza a pieza, conjetura sobre conjetura, todo este texto, siempre sobre la base de que los términos identifiquen en todo caso significados "coherentes" (¡faltaría más!) y -por supuesto- con una rigurosa filiación "indoeuropeística" todos ellos.

Y ésa es precisamente la otra cara de la cuestión interpretativa de fondo: la cuestión etimológicosemántica, que según ellos tiene que ser rigurosa y exquisitamente "indoeuropea" o, sencillamente, "no puede ser". Lo malo para ellos es que en la mayoría de los casos, en la mayoría de esas palabras del texto, esa búsqueda etimológica indoeuropeísta no ha dado ni mucho menos los resultados esperados, así que cuando se encuentran algún que otro término que se adecúa perfectamente a sus constructos indoeuropeístas preconcebidos, se aferran a él y lo consideran asimismo una pieza segura en la reconstrucción de este "puzzle", apresurándose a hacerlo encajar como sea con el resto.

Las cosas lingüísticas, como es obvio, no son tan fáciles. Ni en su caso ni en el nuestro, naturalmente. Algunos nos podrían pedir el "pedigrée" o la genealogía indoeuropea de nuestras interpretaciones de términos como lito (="sacrificar"), stena (="súplicas"), silabur sleitom (="carrito de plata"), etc, y podrán objetarlos desde sus apriorismos indoeuropeístas. Lo cierto es que se trata de términos que o bien no se remontan hasta el protoindoeuropeo o sencillamente no están comprobados ni documentados en más de otra lengua indoeuropea antigua ni pueden deducirse por ello de etimologías más o menos regulares y conocidas. Pero esto no es la "excepción", sino casi la "regla" en las lenguas indoeuropeas antiguas, como es bien sabido.

Tenemos, por ejemplo, el supuesto verbo (ne-)litom, que hemos relacionado con una raíz común al latín lito ("yo sacrifico") y al griego lítomai y lité (="suplicar"; "plegaria", "ruego" a los dioses). Si preguntamos a los latinistas nos dirán que el verbo latino lito-litare-litavi-litatum podría ser en realidad un frecuentativo de lino ("untar", "ungir"), que efectivamente podría remontarse hasta el protoindoeuropeo *lei-, pero en tal caso es inviable la relación con el griego lítomai-lité. Para solucionar la dificultad etimológica habría que suponer que el lito latino sería un "préstamo" del griego lité (a través de una hipotética forma *lita-), para que los indoeuropeístas se queden tranquilos (pero en tal caso sería completamente improbable que el celtibérico litom pudiera ser -a su vez- un préstamo del latín). Sin embargo, la tan socorrida teoría de los "préstamos" lingüísticos, ampliamente comprobada en todas las lenguas, tiene sus propios límites, porque no es lo mismo la facilidad de los préstamos de otras lenguas en ámbitos de la tecnología instrumental, de determinadas actividades artesanal-industriales, de nombres de determinadas materias, de nombres de animales desconocidos en principio en la lengua receptora o prestataria, o de palabras procedentes del ámbito de la agricultura o del comercio, que postular esa misma facilidad para un ámbito tan exclusivo como es el religioso-ritual en todos los pueblos y culturas. Y, francamente, se hace difícil de creer que una lengua tan desarrollada en el ámbito específico religioso y ritual como es el latín (por influencia etrusca precisamente) tuviera necesidad de tomar prestado de la lengua griega un término griego de esta índole para el que la propia lengua latina ya disponía de varios vocablos "técnicos" específicos. En definitiva, nuestro litom celtibérico, aunque no podamos mostrar su "conexión indoeuropea", es evidente que representa al menos una isoglosa común con el protoitálico y con el protohelénico (aunque de momento sea tan sólo una posible "raíz indoeuropea" desconocida o irreconstruible).

Lo mismo podemos decir del término celtibérico stena (="súplicas", "ruegos"), que por el contexto de varias frases de este texto podemos relacionar con el verbo griego sténo (="lamentarse", "quejarse"), pero no como "préstamo" lingüístico sino como procedente de una raíz celtohelénica común (de hecho el término griego, para el que los indoeuropeístas no han encontrado una filiación propiamente indoeuropea, se considera como un término "probablemente pre-griego").

Otro término celtibérico como sleitom (inglés sleigh, alemán Schlitt, "trineo", "carro") puede relacionarse con el protogermánico y el protoindoeuropeo *sleid-, una raíz que significa "deslizarse" (cf. inglés slide), pero aquí la dificultad para un indoeuropeísmo estricto sería la de aceptar esa isoglosa común entre el celtibérico y las lenguas germánicas exclusivamente. Y, en fin, otra objeción la pondrían sin duda en aceptar que el término bercunetacam pudiera derivarse del protoindoeuropeo *pórkos, pues en tal caso parece difícil para ellos el explicar de dónde saldría esa -u- de la supuesta raíz celtibérica berguos : ¿de una labiovelar oculta?, ¿de un sufijo (como el porc-ula latino)?, ¿de una reelaboración analógica como labiovelar?, ¿de una desconocida evolución celtibérica a labiovelar -también analógica- del grupo protoindoeuropeo -ko-? No sabríamos decirlo. Pero sí sabemos que aquí no vamos a enredarnos en estas exquisiteces explicativas indoeuropeísticas, porque nuestras interpretaciones aproximativas pueden de momento prescindir perfectamente de ellas.

Baste lo expuesto como "justificación" fonomorfosintáctica y semántica de nuestra interpretación y como refutación general de las anteriores propuestas. Pero sigamos ahora con el texto y con este contexto descubierto.

....


Con esta primera parte, como decimos, consolidamos nuestra hipótesis de que el texto A trata básicamente de una serie de ofrendas y de sacrificios animales a determinadas divinidades celtibéricas, y hemos mostrado que en líneas generales esta interpretación resulta filológicamente mucho más coherente y convincente (y también más científica) que otras vanamente intentadas hasta la fecha.

Ahora intentaremos aplicar esta hipótesis al resto del texto (líneas 5 a 11, frases 6 a 16), aunque veremos que las dificultades son mayores en algunas frases que en otras y que necesariamente hemos de partir de conjeturas coherentes pero muy provisionales y en absoluto demostradas. La interpretación de las dos frases siguientes (6 y 7) es -como veremos- altamente conjetural en sus respectivos sentidos y significados (no tanto en sus propios esquemas morfosintácticos, que son más fáciles de reconstruir en consonancia con lo que ya hemos visto). A menudo parecerá que también aquí recaemos precisamente en lo que más censuramos, en el mero "relleno" de supuestos significados de esas desconocidas palabras celtibéricas mediante calcos semánticos en base a parecidos ocasionales con vocablos de otras lenguas próximas de origen común; pero en realidad es una necesaria y muy provisional labor de "tanteo" para poder consolidar la hipótesis principal sobre el significado religiosorritual de este texto. Quizá estas conjeturas, que a veces parecen del todo gratuitas (y a veces lo son) le parezcan insufribles a más de uno. Rogamos al lector un poco de benevolencia y sobre todo de paciencia, pues se trata de "traducciones" puramente expletivas, transitorias y muy provisionales, una especie de "puente" (aunque sea "de papel" y muy endeble) que nos permitirá pasar al otro lado (a las frases 8 y siguientes) desde estas cinco primeras frases más o menos consolidadas, y hacerlo sin perder el hilo conductor de nuestra hipótesis principal sobre el sentido general de todo el texto.

En las frases posteriores (8 a 16), en efecto, la labor se simplifica notablemente y las piezas semánticas empiezan a "encajar" de forma cada vez más verosímil e incontestable. Téngase en cuenta lo precario que es actualmente nuestro conocimiento del léxico celtibérico, lo que necesariamente determina una mayor dificultad en el análisis de frases complejas que en el de frases con esquemas morfosintácticos más simples.

....


La frase 6 (que iría desde el dativo AMBITISETI hasta el siguiente dativo BITINCOUNEI, es decir, todo el resto de la línea 5 hasta la primera palabra de la línea 6), y asimismo la frase 7 siguiente, son -en efecto- bastante más complejas que las anteriores y que las posteriores a ellas, y hemos de aproximarnos a su interpretación casi exclusivamente por meras conjeturas indemostrables, aunque hemos procurado que nuestras conjeturas interpretativas provisionales tengan siempre la mayor verosimilitud y coherencia lingüística. Con todo, no hemos renunciado a darles un sentido puramente orientativo y completativo, puesto que en las frases siguientes veremos que puede recuperarse con mucha mayor facilidad nuestro sentido interpretativo inicial.

Partimos, en efecto, de otro supuesto dativo (AMBITISETI, "para Ambitiseto"), considerándolo también como el nombre de alguna divinidad (y descartamos que pueda tratarse de un verbo ambiset, como algunos postulan). El lexema AMBI- lo encontramos en celtogalo (ambi-), en latín (ambitus) o en griego (amfí), con el significado adverbial-preposicional de "alrededor de", "por ambos lados", "de uno y otro lado". Su segundo lexema formativo, -SETI, hemos de relacionarlo con el que vimos en el nombre de la divinidad anterior (CABI-ZETI) y con una raíz indoeuropea común que en latín dió términos como situs (="posición", "situación", "sitio"), quizá en confluencia etimológica con raíces más o menos homófonas como sede-re (="estar sentado", "estar", "permanecer"; en germánico: ingl. sit, alem. setzen). Pero para poder elucidar el significado del nombre "parlante" de esa divinidad es necesario compararlo con el otro anteriormente visto, CAPISETOS (o quizá CABISETOS, pues todavía no sabemos si esa correspondencia fonética entre la b- inicial celtibérica y la p- inicial latina no procedente de labiovelar, como vimos en berg-un-etaca y porc-in-ula, se cumple también con la -b- celtibérica intervocálica y la -p- intervocálica latina, o si más bien hay una correspondencia -p- en ambas lenguas). En todo caso, ahora estamos en condiciones de afirmar que el lexema CAPI o CABI es etimológicamente análogo al latino caput capitis (="cabeza"), con síncopa celtibérico de la última sílaba o quizá con forma ya reducida de nominativo, y podríamos traducir el nombre completo CAPI-SETOS o CAPI(TI)-SETOS como "el-que-se-posa (o asienta o permanece o está situado)-en-la-cabeza", mientras que AMBITI-SETOS sería "el-que-está(o reside)-por todos lados o alrededor (del cuerpo)". Sus respectivos epítetos, en efecto, cuadran bastante bien con el carácter de dios sanador que hemos visto para el primero y que veremos también para el segundo (concretamente en el término en genitivo SAILO, cf. latín salus -utis, "salud", que veremos más adelante en esta misma frase), y muestran además un pensamiento religioso avanzado que empezaba a identificar y localizar las enfermedades en determinados procesos fisiológicos y corporales concretos.

 


decoración pintada en una cerámica celtibérica (a la izquierda un gallo; en el centro un personaje, ¿Cabiseto?, al que le sale de la cabeza el símbolo del "árbol de la vida", frecuente en numerosas lápidas funerarias celtohispanas)

 

Lo más necesario ahora es encontrar el verbo principal; pero en esta frase hay por lo menos dos términos con posible terminación -m de las primeras personas de singular del verbo celtibérico (a no ser que se trate de acusativos de singular masculinos o neutros terminados también en -m).

El primero sería CAMANOM. No es una objección a su consideración como posible verbo su presencia en el inicio de la frase en vez de en el final de la misma, pues como veremos ello puede deberse a que esta frase incluye también otro verbo secundario y una oración subordinada. CAMANOM estaría resaltado en todo caso como verbo principal, precisamente por su inmediatez a su Complemento Indirecto en dativo. Éste sería el esquema sintáctico provisional de toda la frase:

CAMANOM ha sido relacionado con el galés cam (="paso"), supuestamente procedente del céltico antiguo cammano, de donde según algunos procedería también (como céltismo antiguo) la palabra española "camino". Sin invalidar ese sentido, aquí preferimos relacionarlo etimológicamente con el verbo griego kámno, que significa "construir", "fabricar" (aquí tal vez con sentido causativo: "he hecho construir", mejor que "yo construyo" o "he construido"). Es decir: "He hecho construir para Ambitiseto...". Es cierto que en el verbo griego en cuestión, kám-no, se trata de una raíz con un sufijo formativo verbal en -no, que es mucho suponer que existiera también en celtibérico; pero en todo caso la conjetura tiene aquí sobre todo valor semántico provisional, más que valor fonéticoetimológico. Más verosímil incluso es relacionarlo con el término latino caminus (="chimenea", "hogar", "fuego", "horno"), considerando que el verbo celtibérico CAMANOM significaría algo así como "hornear", "someter al fuego", "fundir metales" (por lo menos se cumple exactamente la correspondencia fonética entre la á tónica celtibérica y la í larga tónica latina, como hemos visto en el triganta - triginta de la frase 1).

Las isoglosas comunes del celtibérico con el griego antiguo son este texto, como iremos viendo, aproximadamente el doble de las que el celtíbero comparte con las lenguas germánicas históricas (pero el porcentaje mayor, como estamos viendo, es el de las correspondencias celto-latinas, ligeramente superior a las isoglosas celto-griegas y celto-germánicas juntas). Recordemos también, a propósito de esas isoglosas celto-germánicas o más bien celto-protogermánicas, que los celtíberos, como ha evidenciado la arqueología, no provenían directamente de la Galia, sino de las tierras del otro lado del Rhin (de hecho la cultura material "paleocéltica" o "protocéltica" de los celtíberos hispánicos no es la de la Galia celtogala, o Cultura de "La Tène", sino una cultura propia correspondiente a las fases posteriores de la cultura "Hallstatt" centroeuropea, muy evolucionada después al contacto y permeabilización con las culturas ibéricas pre-indoeuropeas hispánicas).

Lo siguiente que debemos buscar es el Complemento Directo de este supuesto verbo principal. Por sus posibles desinencias de acusativo que ya conocemos, parece que podrían ser acusativos (de plural en todo caso) OZAS SUES (masculino o femenino plural) y CUSTA (neutro plural).

El término SUES parece un acusativo plural del pronombre posesivo de tercera persona (="sus", "de él"); recordemos el SUA de la primera frase. Aquí sería de esperar una forma *suas, de acusativo plural femenino con tema en -a-, en concordancia con el núcleo nominal OZAS (que parece femenino plural por su terminación); sin embargo, es posible que la flexión de este pronombre presentara en el idioma celtibérico una desinencia común de plural -es para el acusativo plural de los tres géneros (masculino, femenino y neutro) o por lo menos para el masculino-femenino, a diferencia del latín y del griego, que presentan -os, -as, -a respectivamente. Esto no es demasiado extraño ni anómalo, si se tiene en cuenta el grado de reelaboración que suelen presentar algunos pronombres en las lenguas indoeuropeas con respecto al protoindoeuropeo común originario.

Pero el término OZAS es más problemático. Muy conjeturalmente podemos relacionarlo con el vocablo latino os oris (="rostro", "cara"), con rotacismo de la s original (s > z > r) . Así pues, la traducción provisional conjunta de verbo y complementos sería algo así como: "Para Ambitiseto hice construir [o fundir] sus rostros..." (referido probablemente a estatuillas de dos caras o dos rostros de este dios mencionado; recordemos el lexema formativo de su nombre AMBITI-, "por ambos lados"). Quizá no es demasiado suponer que se trata de un dios bifronte, de dos o más caras, como el Jano latino, y que encontramos representado también en algunas estatuillas gálicas, irlandesas e hispánicas. Se trataría, por tanto, de una especie de Jano celtibérico. Esta interpretación, desde luego, es muy conjetural, pero en seguida veremos que resultará determinante para aproximarnos al significado de los restantes elementos de la frase.

 

Escultura de una divinidad céltica de doble rostro (isla de Boa, Irlanda del norte)
 

escultura de una divinidad céltica de doble rostro (isla de Boa, Irlanda del norte)


 
Divinidad celtíbera bicéfala grabada en roca (Peñalba de Villastar, Teruel)
 

divinidad celtíbera bicéfala grabada en roca (Peñalba de Villastar, Teruel)


 
Divinidad bicéfala
 

divinidad bicéfala


No menos problemático en su interpretación y en su caracterización morfosintáctica es el término USABITUZ. En principio podríamos suponer que lleva un sufijo o aglutinación en -BITUZ (que encontraremos también en un vocablo de la frase siguiente: TIM-BITUZ); pero destaca en todo caso una supuesta desinencia -uz, que en otras inscripciones celtibéricas más breves puede aceptarse que corresponde a una desinencia de ablativo (o dativo-ablativo-instrumental), y que veremos también en otras palabras de este texto. La raíz USA- acaso sea relacionable con la raíz originaria de las palabras latinas utor, usus, usitatus, en cuyo caso la traducción (muy hipotética) podría tener cierto sentido adverbial (="conforme al uso", "como es usual", "según es costumbre", "a la antigua usanza", o algo similar), con lo que el sufijo -BITUZ podría tener un sentido básicamente modal-adverbial: "según las (formas) usuales" o "con las (demás cosas) usuales".

Las dos palabras siguientes (SAILO CUSTA) son también de interpretación muy conjetural. CUSTA (en acusativo plural neutro, con desinencia -a indoeuropea) podría relacionarse tal vez con el latín custos, custodis (="protector", "guardián"), y de hecho veremos más adelante -en la frase 9- un término CUSTAICOS que parece tener también este mismo sentido. El vocablo SAILO (en genitivo singular en -o, que ya conocemos) acaso tenga el mismo origen etimológico que la palabra latina salus -utis (="salud"), lo que parece concordar bastante con la función de este supuesto dios sanador. Hemos supuesto que ambos términos constituyen un grupo aposicional del Complemento Directo (OZAS SUES), cuya hipotética traducción completa quedaría así: "Para Ambitiseto hice construir al modo usual (=esculpir en piedra o madera o fundir en metal) sus rostros, protectores de la salud...".

Con ello tendríamos "traducida" ya toda la oración principal, y lo que sigue sería una oración subordinada, con su propio verbo. Hemos querido ver ese verbo secundario en el último vocablo de la frase, ASECATI[M] (una 1ª persona singular, pues el sujeto es el mismo que en la oración principal), que hemos relacionado -muy conjeturalmente también- con el verbo griego askein (="adornar", "trabajar artísticamente", "labrar").

Se trata, evidentemente, de una conjetura más, pero tiene la ventaja de que con ella podríamos aclarar suficientemente la función sintáctica de los términos BIZETUZ e IOM. El término celtibérico IOM es sin duda algún tipo de pronombre (que veremos repetido en algunas de las frases siguientes en diversas formas declinadas). Aquí suponemos que se trata de un pronombre demostrativo-deíctico, en acusativo singular masculino o neutro (análogo al latín eum), procedente de la raíz indoeuropea originaria *i- / *ei- (que ha dado en gótico is, en antiguo indio im, en latín *ei-om y luego eum, etc), aunque aquí funcionaría probablemente con valor anafórico o referencial (como en latín): "lo adorné", "adorné esto". Quizá tenga aquí un valor muy cercano también al pronombre de relativo (="al cual", "al que").

El término BIZETUZ, con posible terminación celtibérica -uz de ablativo (quizá relacionada con la desinencia latina plural -ois de los temas en -o-), sería un instrumental-modal, aunque aquí podría ser singular. Muy hipotéticamente podemos relacionarlo con el término latino biretum (="bonete", "caperuza", "capucha"), suponiendo que este vocablo proceda de una forma latina más antigua, todavía sin rotacismo: *bisetum. Se trata, obviamente, de una conjetura provisional y prácticamente indemostrable

La traducción de toda esta frase 6, muy conjetural (como puede verse), nos quedaría provisionalmente así:

"Para Ambitiseto, he hecho construir en la forma usual sus rostros, protectores de la salud; lo adorné con capucha(s)"

....


La frase 7 (líneas 6 y 7) iría desde un primer dativo, BITINGOUNEI, hasta la palabra inmediatamente anterior a otro supuesto dativo de la frase siguiente (ZIZONTI).

BITIN-GOUNEI (quizá mejor que BITIN-COUNEI) parece ser el nombre de otra divinidad, que sería -como en las frases anteriores- la destinataria o receptora de la acción verbal principal. Probablemente se trata también de un "nombre parlante", con significado propio, que no sería tal vez el nombre propio de esa divinidad sino más bien un epíteto característico de ella. Como hemos visto en las frases anteriores, varias de las divinidades celtibéricas aludidas en este texto A, a excepción quizá de Togo-itis (=Toga) y Sarnigio, no son designadas por sus nombres personales, sino por alguno de sus epítetos fijos principales, que en bastantes casos nos son desconocidos en sus significados: Ver-taunei (="¿el más tonante?"), Taunei, Tis-aunei, Tamai o Damai Versoniti (="¿para la Divinidad muy renombrada?"), Cabi(ti)-seto (="¿el que está en la cabeza?"), Ambiti-seto (="¿el que está por todo alrededor o por ambos lados?"). Quizá esta práctica teonomástica de designar a los dioses por sus epítetos, no por sus nombres, evidencia el carácter "tabú" e inefable de los nombres de algunos de estos dioses celtíberos, lo que acaso explica también esa referida cita del geógrafo griego Estrabón que alude a cierta divinidad celtibérica nocturna como "una divinidad sin nombre", "innominable". O simplemente se trata de teónimos distintivos localistas de cada tribu para designar a divinidades celtibéricas más o menos comunes.

Pero el significado de este epíteto se nos escapa y sólo podemos hacer conjeturas al respecto. BITIN podría estar relacionado con el celtogalo bitu (según algunos equivalente a "mundo", "vida", en antiguo irlandés bith, en griego bíos), y GOUN-EI parece relacionable con el nombre de una gentilitas tribal mencionada en la primera línea del texto B: los gounésicos. Pero las posibilidades etimológicas son demasiadas, por confluir diversas formas procedentes de diversas raíces originarias parecidas y con alternancia vocálica: por ejemplo una raíz indoeuropea que dió en griego gyné (="mujer") y otra que dió goné y gónos (="generación", "origen", "acción de engendrar") y en latín genus (="linaje", "estirpe"), geno (="engendrar") o genitrix (="engendradora", epíteto de la diosa latina Ceres). Muy conjeturalmente, podríamos traducir el epíteto BITIN-GOUNEI como "engendrador/a de la vida o del mundo".

En principio no sabemos si se trata de un dios o de una diosa, pero hay otra palabra próxima, también en dativo singular (seguramente de tema femenino en -a-), que puede conectarse con BITINGOUNEI. La palabra en cuestión es el dativo (femenino) UERTAI, fácilmente relacionable con el prefijo-adjetivo UER- (en el celtogalo ver-, o en el supuesto superlativo celtibérico veramos: "supremo"), un prefijo que ya vimos también en la frase 3 en el adjetivo VER-SONITI. El significado de este lexema conjunto, BITINGOUNEI UERTAI, podría traducirse como "para la gran Bitingounis", que sería por tanto una divinidad femenina.

El término STENA (=¿"súplicas"?), en acusativo plural neutro, ya lo hemos visto también en la frase 3. A esta palabra habría que unir seguramente el posible pronombre-adjetivo neutro ES, quizá procedente de la raíz indoeuropea *es-, que ha persistido en el galés ei (="su, suyo") y originó también el latin is (="este, él"). Aquí parece tener también -como en latín- una significación demostrativa, sin descartar de momento un posible valor de adjetivo posesivo o incluso de "pre-artículo determinado": STENA ES (="estas súplicas", o "mis súplicas"). Más adelante veremos la declinación parcial de este pronombre-adjetivo, que a lo largo de este texto aparecerá también en otros casos declinados. El sintagma STENA ES (dos términos en acusativo plural neutro) no cabe duda de que sería el Complemento Directo de un verbo principal transitivo.

Sigue un lexema ENTARA, de difícil interpretación, aunque acaso pudiera llevar el sufijo modal-adverbial que ya hemos visto en el SANKILIS-TARA de la frase 4, y que aquí estaría añadido al lexema EN-, procedente de una raíz indoeuropea muy productiva (*en-), que ha persistido en pronombres, adverbios y preposiciones en diversas lenguas indoeuropeas (latín in, griego en, celtogalo eni/ in, germánico in, etc). Aquí el término EN-TARA quizá podría entenderse en sentido adverbial, análogo al del adverbio latino intro (="dentro"), y traducirse como "interiormente" (es decir, referido a "súplicas" no expresadas en voz alta, sino íntimas y personales). Pero tampoco se puede descartar que su sentido sea específicamente preposicional (latín inter, intra, in, "con", "dentro de", "por medio de"), en cuyo caso iría rigiendo el sintagma siguiente: ENTARA TIRIS MATUS TINBITUZ NEITO.

En ese sintagma reconocemos el posible numeral T(i)RIS (indoeuropeo *tris, "tres": latín tres, tri-; antiguo irlandés tri; germánico thri, etc). MATUS y TINBITUZ [timbituz] parecen que llevan la terminación -uz de ablativo que ya conocemos por la frase anterior, en USA-BITUZ, con un posible sufijo modal-adverbial en -BITUZ. Pero el significado de la supuesta raíz TIN- o TIM- es difícil de identificar. Podría ser análoga al griego timé (="honra"), que aquí -por metonimia y de acuerdo con el propio contexto- podría significar "regalo", "presente", "ofrenda", "cosa valiosa", "recompensa" o algo similar.

El lexema MATUS parece algo más transparente, pues en celtogalo existe una raíz mat-, que se interpreta como "bueno" (irlandés ma'ith), quizá relacionado también con el latín mat(urus), "oportuno", "ocasional", "perfecto", "pertinente", "adecuado". Muy provisionalmente traduciríamos: "PARA LA GRAN BITINGOUNIS, ESTAS SÚPLICAS (INTERIORMENTE) CON TRES APROPIADOS REGALOS DE...".

El vocablo NEITO parece claramente un genitivo singular en -o. Menos clara es su significación. Suele relacionarse con el nombre de una divinidad celtohispánica masculina a la que en las inscripciones y en alguna fuente latina (p.e. en Macrobio) se le llama Neto o Netón. Este dios celto-ibero presenta un culto muy extendido por toda la Península, tanto en territorios propiamente célticos (galaicolusitanos) como en territorios propiamente ibéricos o posteriormente celtizados (p.e. en el noreste, entre los ilérgetes, y en el sur, entre los oretanos). Se le identifica con una divinidad céltica o protocéltica de la guerra (irlandés Net o Neith). Para otros, netos o neitos significaría en celtohispánico simplemente "guerrero". Tendríamos, por tanto, algo así como "CON TRES IMPORTANTES REGALOS DE GUERRERO" (es decir, regalos militares tales como armas o similares, quizá las características corazas pectorales celtibéricas de tres piezas, o bien el conjunto de armamento básico compuesto por espada, escudo y lanza). No es incongruente con el hecho de que la divinidad a la que se dedican sea una divinidad femenina, pues podría tratarse de una diosa guerrera. También podría interpretarse en principio como "CON LOS TRES REGALOS PROPIOS DE NETO" (presuponiendo que esta diosa formase pareja conyugal con el referido dios guerrero Neto), aunque es más verosímil que el término NETO indique -por metonimia- algo así como "de guerra", "de guerrero". De hecho, como veremos en la frase siguiente, la pareja de esta diosa Bitingounis parece ser un dios llamado Zizonto.

 

Guerreros lusitanos
 

     guerreros lusitanos


Y llegamos ya a la única palabra de esta frase que podríamos identificar con el verbo principal: TIRNCANTAM (con posible terminación en -m de una primera persona de singular). Algunos insisten todavía en leer TIRICANTAM, asimilándolo al T(I)RICANTAM (trigantam ="treinta") de la frase 1. Pero en el texto se lee claramente TIRN-, no TIRI-, con lo cual (salvo que se trate de una errata del escriba, poco creíble en un texto tan pulido y limpio de erratas, hecho sin duda sobre un borrador o modelo previo muy ensayado) el significado ha de ser muy diferente. Podemos proponer, por el propio contexto de lo ya traducido, una significación cercana a "dirijo" o "he dirigido" (estas súplicas), o "he ofrecido" o "he realizado" u otra significación similar. Nos recuerda al latín cantare (="cantar", y también "pronunciar palabras mágicas", "invocar") y tornare (="volver", "dar la vuelta", "tornear", "pulir"), pero no sabríamos establecer una relación fonéticoetimológica regular con esos términos latinos.

En cualquier caso, podemos aventurar ya una "traducción" aproximativa y muy conjetural de toda la oración principal:

"Para la gran Bitingounis he dirigido las plegarias interiormente con tres regalos propios de un guerrero..."

Los sintagmas restantes al comienzo de la línea 7, después del verbo principal, necesariamente deberían de ser parte de una oración subordinada o complementaria de la principal:

      ENI ON SATUZ IOMUI LISTAS TITAS

Los lexemas LISTAS TITAS parecen -morfológicamente- acusativos femeninos de plural, con desinencia -as, muy probablemente en aposición nominal con el Complemento Directo anterior (MATUS TIMBITUZ). Pero su interpretación semántica es difícil. Muy conjeturalmente, podríamos relacionar el término LISTAS con el griego lité (="petición", "súplica", "plegaria"), o con el verbo latino litare (="sacrificar") y el celtibérico litom anteriormente visto. Su sentido podría ser el de "ofrendas". TITAS, con posible sufijo declinable -tas, acaso podría relacionarse con el griego ti-ein (="apreciar"). Su significado conjunto podría ser algo así como "ofrendas gratas", "ofrendas apreciadas" (ambas palabras en acusativo por atracción aposicional con el complemento directo verbal).

El término ENI es un dativo pronominal que ya vimos en la frase 5 y va referido indudablemente al dativo de la oración principal (BITINGOUNEI), aquí con valor anafórico o de relativo (="para ésta", "para la cual", "para quien"). También es un pronombre, en dativo singular, el término IOMUI (="a ésta, para ésta"), del que hemos visto y veremos en este texto otras varias formas declinadas. Desconocemos el valor de la partícula ON, y aunque quizá pudiera suponerse que tiene aquí la posible función de convertir al pronombre demostrativo ENI en pronombre relativo, parece mucho más verosímil suponer que pudiera tratarse de una forma de 3ª persona del plural de presente de un verbo copulativo "ser" (latín sunt, griego eisín). El término SATUZ, por último, parece bastante transparente, si lo relacionamos con el adverbio latino satis (="bastante", "suficiente").

La traducción completa (oración principal y oración subordinada) de toda esta hipotética frase 7 quedaría -provisionalmente- así:

"A la gran Bitingounis ¿he dirigido? estas suplicas ¿interiormente? con tres apropiados regalos de guerrero, ofrendas gratas a ésta, para quien son suficientes".

....


Las frases siguientes (8 a 15), afortunadamente, son mucho más breves y de más fácil análisis morfosintáctico, a la vez que mucho más transparentes en su interpretación semántica. Su segmentación oracional coincide también con la misma distribución sintáctica que hemos visto en las frases anteriores: C.I.+C.D.+C.C.(+V). Con ellas se va confirmando además nuestra hipótesis general de que este texto A es una lista de ofrendas y sacrificios a distintas divinidades celtibéricas.

La frase 8 (línea 7) consta de los siguientes elementos:

ZIZONTI es el dativo complemento indirecto, y se trata sin duda del nombre (o epíteto) de la divinidad destinataria. Es difícil, y del todo conjetural, encontrarle un significado propio (quizá podría relacionarse con el verbo griego sídzo-sídzein, "silbar", y darle un significado aproximativo de "el Silbante", o algo similar, referido quizá a alguna divinidad celtíbera del viento; pero esa repetición de sibilantes sonoras parece indicar que se trata de un vocablo originariamente imitativo u onomatopéyico). El lexema SOMUI parece ser la forma de dativo singular del pronombre posesivo (cf. SUA en la frase 1). Aquí traduciríamos: "Para su Zizontos", es decir, para la pareja masculina o cónyuge de Bitingounis, con lo que se confirma el carácter femenino de la divinidad de la frase anterior.

El término IOM ya lo conocemos (acusativo singular masculino o neutro del pronombre demostrativo: latín eum); aquí podría tener también sentido numeral genérico (="un...", "uno...").

La palabra ARZNAS, por último, parece relacionable con el término latino agnus y con el griego arén arnós (="cordero"), con terminación especial de acusativo singular masculino en -as.

Podemos ya traducir, considerando que el verbo implícito es litom (="sacrifico") y que el sujeto es el mismo de las frases anteriores:

"PARA SU SISONTOS [e.e. el cónyuge de Bitingounis], (HE SACRIFICADO, SACRIFICO) ESTE CORDERO"

....


La frase 9 (final de la línea 7) es también bastante transparente y muy análoga a la anterior:

      BIONTI   IOM   CUSTAICO   ARZNAS

BIONTI es el dativo complemento indirecto. Desconocemos el significado del nombre de esta divinidad, aunque quizá podría relacionarse con el término griego biós, en céltico bitin, "vida", (=¿El Viviente?), o con el homófono helénico bíos, "arco" (=¿El Arquero?).

Los tres lexemas siguientes constituyen el Complemento Directo: ARZNAS es el núcleo, IOM es el conocido pronombre demostrativo, y CUSTAICO es un genitivo singular en -o y complemento nominal del núcleo. Probablemente el significado de este término hay que relacionarlo con el CUSTA de la frase 6, con el sentido de "guardar", "proteger" (latín custos y custodia). Aquí se trata seguramente de un sustantivo abstrato ("custodia", "guarda"), y aunque en principio su encaje semántico con el núcleo del CD parece difícil (¿"este cordero de guarda"?), en realidad la dificultad puede resolverse si consideramos que el genitivo caracterizaría el tipo de cordero que se ofrece, que sería -por metonimia- un cordero "de guarda", es decir, "de vigilar", "de pastar", "pastoreable", lo que en nuestra lengua llamaríamos un "cordero de pasto", un animal destetado que puede ya incorporarse al resto del rebaño lejos de su madre (a diferencia del cordero "lechal" de la frase anterior).

Traducción: "PARA BIONTOS (SACRIFICO, HE SACRIFICADO) ESTE CORDERO DE PASTO"

....


La frase 10 (línea 8) estaría formada por los siguientes sintagmas:

      CUATI   IAS   OZIAS   UERTATOS-UE   TEMEI-UE

El dativo singular CUATI nos indica -como en las demás frases- el Complemento Indirecto y el nombre de la divinidad a la que se dedica el sacrificio u ofrenda (="para Cuato..."). Se trata, una vez más, de un teónimo desconocido en las fuentes epigráficas celtohispanas y que seguramente constituye el epíteto religioso de una divinidad celtíbera de nombre desconocido (quizá pueda relacionarse en su origen etimológico con el verbo latino quatio, "agitar", "sacudir", "blandir", "abatir", "golpear", y suponerse que este dios celtibero llevaba algún arma emblemática y distintiva -maza, martillo, lanza, etc-, pero es una interpretación necesariamente conjetural e incontrastable).

El sintagma IAS OZIAS (en acusativo plural, posiblemente femenino) es sin duda el Complemento Directo, es decir, el objeto de la ofrenda. IAS sería la forma de acusativo plural femenino (cf. latín eas) del pronombre que hemos visto anteriormente en las formas de acusativo singular masculino (IOM) y dativo singular femenino (IOMUI). El término OZIAS, en cambio, es mucho más dudoso e hipotético en su interpretación. En principio, de modo provisional, lo hemos relacionado con el griego hósios (="sagrado", "consagrado"), aunque es difícil explicar esa aspiración de la vocal inicial del vocablo griego y su correspondencia con la ausencia de ésta en el vocablo celtibérico. Tendríamos, por tanto, algo así como: "Para Cuato (he ofrecido) estos ¿objetos sagrados?".

Pero es el sintagma UERTATOS-UE TEMEI-UE el que plantea mayores dificultades de interpretación, no sólo semántica sino también morfosintáctica. Encontramos repetida la conjunción unitiva -UE (latín -ve) al final de cada uno de los dos lexemas que coordina, como ya vimos en la frase 2. Como sabemos que esa conjunción celtibérica (="y") coordinaba términos en el mismo caso de la declinación, el problema es determinar si las desinencias -os y -(e)i de cada respectivo lexema son genitivos o son ablativos (pues no pueden ser ni acusativos ni dativos al mismo tiempo, al menos dentro del esquema de las desinencias celtibéricas hasta ahora conocidas).

Para dilucidarlo hemos de abordar necesariamente los aspectos semánticos del sintagma conjunto. Conocemos el prefijo céltico adjetival-adverbial VER- (="muy") de carácter superlativo. En principio cabría suponer que la forma VERTATOS sería una forma de superlativo (con un sufijo -tatos que encontramos también en los superlativos griegos). Pero el caso es que no están documentados superlativos celtibéricos en -tatos, sino en -amos o en -ios (p.e. veramos, uxama, caraunios, etc). En la frase siguiente veremos un término TATUZ (en ablativo) que con seguridad podemos relacionar con una palabra céltica que significa "edad". Aquí el lexema sería VER-TATOS, es decir, "de mucha edad", "de gran antigüedad" (referido a esos supuestos "objetos sacros" que se ofrendan). Pero nos parece raro que se utilice el genitivo y no el ablativo para expresar esa relación, esto es, para decir "objetos sagrados de gran antigüedad". La cosa se complica con la desinencia del otro lexema (TEMEI), que hasta ahora sólo conocemos como desinencia de dativo. El significado de ese lexema no es menos conjetural: lo hemos relacionado muy provisionalmente con la raíz latina de tim-ere y timor, significando aquí el "temor" religioso, la sacralidad o la veneración de esos objetos, como si dijera: "estos objetos sagrados de gran antigüedad y veneración" o "...grandes en antigüedad y en valor religioso". Pero el problema de la caracterización morfológica continúa, pues no sabemos si se trata de dos genitivos coordinados (el segundo con una desinencia -(e)i que hasta ahora sólo conocíamos como desinencia de dativo singular, aunque en realidad no es imposible que lo fuera también de genitivo singular en determinadas palabras con tema en -e-, pues ignoramos de las declinaciones celtibéricas muchas más cosas de las que conocemos). Lo más verosímil es que la desinencia -(e)i fuera una desinencia común de dativo-ablativo singular, pero en tal caso la desinencia -os de UERTAT-OS parece anómala como desinencia de ablativo, a menos que la consideremos una variante más abierta de -us (la desinencia de ablativo plural) o simplemente una "errata" o descuido o percepción particular del escriba, que escribió el signo de TO en lugar del signo de TU, o una desinencia intencionadamente arcaica o arcaizante (muy propia de un contexto religioso como éste), o incluso suponer que la vocal de la desinencia -us de ablativo plural podía disimilar y abrirse en contacto con otro sonido [u] próximo, en este caso el de la conjunción pospuesta -UE. En cualquier caso no encontramos una explicación definitiva a estas supuestas anomalías desinenciales.

Con todo, podemos aventurar una "traducción" provisional para esta frase 10:

"PARA CUATO, (OFREZCO) ESTOS ¿OBJETOS SAGRADOS? DE GRAN ANTIGÜEDAD Y ¿VENERACIÓN?"

....


Frase 11 (final de la línea 8):

      ROBISETI   SAUM   DECAMETINAS   TATUZ

El dativo es ROBISETI (="Para Robiseto"), nombre de una divinidad celtíbera de la que no sabemos nada más (el segundo elemento de este nombre, -SETI, ya lo hemos encontrado en otros dos teónimos anteriores: CABI(TI)-SETI y AMBITI-SETI); el lexema ROBI- quizá podría relacionarse con el latín robur (="roble", "vigor", "fuerza"), con lo que tendríamos algo así como "El que reside en la fuerza" o algo similar; también podría relacionarse con la raíz indoeuropea que dió en latín ruber, "rojo", en griego erythros, en antiguo indio rudhirás, o en germánico röt (¿"El que reside en lo rojo, e.e., en el rubor o en la rojez o en la sangre"?); pero los posibles significados de estos nombres parlantes ya hemos visto que son casi siempre incontrastables en sí mismos y necesariamente conjeturales y muy especulativos.

Más transparente parece el término SAUM (en acusativo singular), seguramente procedente de una raíz indoeuropea (o celto-germánica) que ha dejado derivados en algunas lenguas germánicas modernas: alemán sau ("cerdo-hembra", "cerda", "marrana"), inglés sow ("cerda"). Aquí es evidentemente el Complemento Directo, e indica en este caso el animal sacrificable.

La palabra DECAMETINAS la encontraremos de nuevo más adelante (frase 15) en la forma DECAM ETAM, sin aglutinar. Aunque la mayoría de los celtólogos consideran que se trata de un único lexema, que representaría el numeral ordinal 10, y arguyen el celtogalo decametos ("décimo"), a nosotros nos ha parecido desde el principio que se trata de dos raíces distintas: por un lado el numeral DECAM (latín decam, griego deka, procedentes de la raíz numeral indoeuropea *dekm ="diez") y por otro lado ETAM (acusativo singular femenino), formando un adjetivo derivado en -ETINAS (un adjetivo en acusativo, en concordancia con el núcleo nominal: "de diez años"), relacionables ambos con el griego etos (="año") y seguramente también con el latín aetas (="edad").

El término TATUZ (con posible desinencia de ablativo singular en -uz) lo hemos relacionado con una palabra que aparece en una inscripción céltica grabada en piedra y hallada en la localidad de Prestino, en Como (Lombardía, Italia del norte). El texto, en letras etruscas y en lengua céltica, dice lo siguiente (transcripción): "UEASOKOS IS GLIALETHU UELTIAVIOGOS ADIUONELOS SITEM TETU", cuya traducción sería: "Aquí está Glialethu, (hijo o hija) de Veasoku, de Veltiaviogu, de Adivonelu, de siete (años) de edad ". Al margen de las desinencias de genitivo singular en -os y de nominativo y ablativo singular en -u, coincidentes con las que conocemos del celtibérico (aunque el celta de esta inscripción es lepóntico galoitálico o galo cisalpino), no está claro si esa desinencia nominativa en -u es masculina o femenina (de hecho, tampoco es usual -para un nombre masculino- esa filiación de nombres de los ascendientes, que acaso tendría más sentido si expresase la filiación matrilineal de una hija, con los nombres de sus ascendientes femeninos: madre, abuela, bisabuela). Pero lo que aquí nos interesa de esa inscripción es precisamente ese ablativo singular TETU, análogo al TATUZ de la inscripción celtibérica que nos ocupa. Ambos términos recuerdan a la palabra alemana Zeit (="tiempo"), procedente de una antigua forma germánica *tait. En nuestro texto sería, por tanto, una expresión de referencia temporal (="de edad").

La traducción de toda la frase 11 sería la siguiente:

"PARA ROBISETO, (SACRIFICO) UNA MARRANA DE DIEZ AÑOS DE EDAD"

....


Frase 12 (final línea 8 y línea 9):

      SOMEI   ENITOUZEI   ISTE  ANKIOS   ISTE  ESANKIOS   UZE   AREITENA

La frase está formada por un Complemento Indirecto en dativo SOMEI ENITOUZEI), un probable Complemento Directo doble en acusativo plural (ISTE ANKIOS ISTE ESANKIOS) y un posible Complemento Circunstancial (probablemente en caso ablativo). El Sujeto y el Verbo, como es usual, están sobreentendidos, por ser los mismos de las frases anteriores.

El término ENITOUZEI parece ser un adjetivo celtibérico en dativo, epíteto del nombre de la divinidad llamada SOMEI. Posiblemente está relacionado con los verbos latinos niteo, eniteo (="brillar", "resplandecer"). Se trata probablemente del epíteto distintivo de un dios solar (SOME), que recuerda al celtogalo sam-, "verano" (indoeuropeo *sem-), y al nombre del sol en varias lenguas germánicas modernas (en inglés Sun, en alemán Sonne), análogo al celtogalo sonnos (¿"sol?", "primavera"?). Tendríamos traducido así el Complemento Indirecto: "Para el resplandeciente Some...".

Los sintagmas siguientes, ISTE ANKIOS ISTE ESANKIOS, son más problemáticos. Son sintagmas muy similares, con un término ISTE que parece ser un pronombre-adjetivo demostrativo análogo al latín iste (castellano "este"). Puesto que acompaña a dos lexemas con posible desinencia de acusativo plural y que constituyen el Complemento Directo, esta forma pronominal tiene que estar también en el mismo género, número y caso (acusativo plural masculino), a menos que se trate de una forma pronominal fija e indeclinable. Pero digamos algo primero acerca de las diversas formas pronominales que han ido apareciendo en este texto.

Según lo que hemos visto, podemos reconstruir un esbozo de lo que pudo ser el sistema pronominal demostrativo de la lengua celtibérica. En este sistema, en efecto, encontramos tres formas básicas: ISTE, IOM y ENI (cuyos respectivos nominativos singulares desconocemos). En líneas muy generales, quizá equivalían respectivamente a "ése", "éste" y "aquél", aunque pudieran tener también -sobre todo IOM- otros valores ocasionales diversos (anafóricos, posesivos, numerales, etc). De ENI sólo conocemos esta forma (de dativo singular); de ISTE sólo se documenta también esta única forma (¿nominativo-acusativo plural?) en todo el texto. La declinación de IOM, que aunque incompleta es la mejor conocida de los tres (con acusativo, dativo y genitivo parcialmente documentados en masculino, femenino y neutro), sería la siguiente:
Sistema pronominal demostrativo

Se trataría, por tanto, de un pronombre plurifuncional análogo al tipo latino is, ea, id. En cuanto al pronombre posesivo celtibérico de 3ª persona (raíz indoeuropea *swe-), conocemos dos posibles formas en este texto: SUA (nominativo singular femenino) y SUES (acusativo plural masculino-femenino). El posesivo de 3ª persona parece ser que se podía construir también, en contextos más enfáticos, con el genitivo del pronombre IOS (="su", "de éste"), como veremos más adelante. El pronombre personal de 1ª persona singular estaría representado en el nominativo por una supuesta forma proclítica NE- de carácter enfático, aunque su forma celtibérica originaria parece haber sido *EK o *EKU (cf. nek en nek-ue). Tras este breve esbozo del sistema pronominal celtibérico, volvemos de nuevo a la frase que nos ocupa.

La palabra ANKIOS, y su análoga ESANKIOS, parecen -como hemos dicho- acusativos de plural masculinos, a no ser que pensemos que en la frase haya un verbo copulativo "ser" sobreentendido (en una oración del tipo "este...(es) para..."), en cuyo caso serían sujetos de la frase en nominativo singular; pero esta posibilidad parece poco probable a tenor de lo que llevamos visto en la construcción sintáctica de este texto.

La interpretación más generalizada de estos lexemas es la que presupone que en el primero de ellos habría un prefijo AN- que marcaría el sentido negativo (similar al latín in- o al griego a-), basándose en que en el celtogalo parece estar documentado un prefijo negativo o privativo similar. El otro término (como antónimo) expresaría una idea opuesta o contraria. Pero la existencia de ese prefijo privativo en celtogalo no demuestra en absoluto que existiera también en celtibérico, lengua mucho más arcaica, y muchos menos que ambas hubieran heredado un prefijo semejante del protoindoeuropeo.

Con todo, parece obvio que ambos términos, dada su similitud formal, deben de expresar conceptos bastante similares. El problema es que resulta complicado encontrar una raíz indoeuropea con la que puedan relacionarse fonética y etimológicamente de acuerdo con el propio contexto. Parece claro, sin embargo, que aluden a objetos materiales utilitarios, no a animales, como se infiere del complemento circunstancial que luego veremos y que alude a su "perfecto estado de uso". Pero las posibilidades etimológicas y semánticas son muy variadas y en todo caso puramente conjeturales. Podrían relacionarse, p.e., con los términos griegos angueíon y ángos (="vaso", "jarro"), suponiendo que aludan al recipiente (ANKIOS) y a su tapa (ESANKIOS). Pero incluso nos parece más verosímil relacionarlos con el griego ánjo (="estrechar", "ahogar"), latín ango ("estrechar", "estrangular") y germánico eng (="estrecho"), suponiendo que en celtibérico estos términos designasen por metonimia algún tipo de collares (torques) y de brazaletes (armillae). También hay un término arcaico latino ankile (="escudo oval") con el que acaso pudieran relacionarse (tal vez se trata de una ofrenda de pequeños escudos, discos, placas circulares u otros adornos metálicos similares, seguramente fabricados en oro, pues se trata de una ofrenda a un dios solar, similares a los discos de adorno que los romanos llamaban faleras). Pero, como decimos, no dejan de ser especulaciones, y no podemos estar seguros de a qué tipo de objetos concretos se refieren estos dos términos.

Collar lusitano

collar lusitano


Lo que nos resulta más extraño es que ambos sintagmas no aparezcan unidos por alguna de las conjunciones copulativas celtibéricas (-CUE, -UE) que ya conocemos. Sólo encontramos una explicación para esta supuesta anomalía sintáctica, a saber: que ambos lexemas pertenezcan a frases distintas. Por lo menos la construcción oracional paratáctica (sin conjunciones unitivas), además de ser frecuente en las lenguas indoeuropeas más antiguas, es mucho más admisible que la ausencia de algún tipo de coordinación nominal interdependiente entre sintagmas y lexemas afines. Con todo, esta inopinada construcción paratáctica de dos oraciones inmediatas debe de indicar algo más (que creemos que es precisamente la intención de marcar el periodo final de todas estas oraciones, que además se señala invirtiendo los sintagmas y colocando el CD antes del CI en dativo, como en seguida veremos).

Explorando esta hipótesis, tendríamos que la frase 12 incluiría solamente los cuatro primeros lexemas:

      SOMEI   ENITOUZEI  ISTE   ANCIOS

que traduciríamos:

      "Para el resplandeciente Some (ofrezco) estos ¿collares?"

....


Frase 13 (líneas 9 y 10):

      ISTE  ESANKIOS  USE  AREITENA  SARNIGI  EI.
      ACAINACUBOS  NE-BINTOCU.

El sintagma USE AREITENA hemos supuesto que se trata de un complemento modal de lo anterior. USE parece relacionable con el latín usus (="uso", "utilización"), y el posible adjetivo AREITENA, con sufijo -ena típicamente indoeuropeo, podría estar lingüísticamente emparentado con el griego areté (="excelencia"). La expresión podría significar algo así como "de excelente uso", "en excelente estado de utilización" o algo similar.

El nombre que sigue, SARNIGI, en dativo, es el de la divinidad que ya conocemos por la primera frase (Sarnigio), y que es -junto con su pareja Togoitis- una de las dos divinidades a las que estaba consagrada esta corporación o cofradía de sacerdotisas. Va seguido de un pronombre demostrativo, asimismo en dativo, que también conocemos (="para este Sarnigio", "para este nuestro Sarnigio"). Con ello se cierra esta frase 13, y por ello el complemento indirecto en dativo se ha colocado al final de la misma, en lugar de al principio como en las frases anteriores. Traduciríamos:

"Estos ¿brazaletes? en excelente estado (ofrezco) para nuestro Sarnigio".

El sintagma siguiente ACAINACUBOS NEBINTOCU parece claramente un nombre personal, formado por un nombre gentilicio o toponímico en ablativo plural en -(c)ubos (cf. latín -ibus, -ebus y celtogalo -bos), cuya desinencia conocemos por otras inscripciones celtibéricas (p.e. Arecoratic-ubos, "con los de Arecorata", en el Bronce de Luzaga). Podríamos esperar un genitivo plural (Acainacum) al estar incluido como gentilicio en un nombre personal, pero el ablativo de origen no parece tampoco nada discordante en estos casos: "la de Acaina" o "la de los de Acainaca" (recuérdese el sobrenombre Acainas del sintagma 8 del texto B). El nombre propio personal es NEBINTOCU, o mejor dicho: BINTOCU, pues el sufijo NE- (="yo") parece ser el pronombre personal enfático de 1ª persona de singular que ya conocemos por la frase 1. Se ha generalizado últimamente una lectura NEBINTOR, pues no puede determinarse con certeza -debido a la rotura de la plancha por ese punto- si el signo gráfico es el de R o el de CU/ GU (aunque a nosotros nos parece mucho más probable esta última lectura).

Ese nombre personal ("Yo, Bintocu, de los de Acaina") constituye la "firma" o identificación de la sacerdotisa que se encargó de los sacrificios y ofrendas relacionados en las frases anteriores (3 a 13), de la misma forma que otra de ellas, Aucu de Arestaio, lo fue de los sacrificios mencionados en las frases 1 y 2. Es frecuente en otros textos celtibéricos poner al final, a modo de firma, el nombre personal del sujeto que lo encarga o lo sanciona. Las acciones de las tres frases restantes de este texto A (14 a 16) aparecen, como veremos, firmadas por otra persona más, otra sacerdotisa ("Abulu de los ubocos").

....


Con las frases 14 y 15 se restituye la estructura sintáctica anterior: CI + CD (+ S + V). Veámos la primera de ellas:

      TOGOITEI  IOS  URANTIOM-UE

Tenemos el Complemento Indirecto en dativo (TOGOITEI), la divinidad que ya conocemos por las frases 1 y 5, seguido del pronombre demostrativo en genitivo singular (IOS), aquí con evidente valor de pronombre posesivo de carácter enfático: "Para la Togoitis de éste", "Para su Togoitis" (es decir, la cónyuge o compañera de Sarnigio, mencionado en la frase anterior, con la que aparece asociada varias veces a lo largo de este texto).

Sigue un acusativo singular en -(o)m (URANTIOM), que constituye el Complemento Directo de la frase. Lo podemos relacionar con la palabra latina urus (="toro salvaje"), vocablo al parecer de origen céltico, y con el término griego ouron (="yugada"), y darle la significación provisional de "toro", "novillo". Otra posibilidad semántica muy aceptable sería, según algunos, relacionarlo con el sánscrito úran (="morueco", "carnero semental") y úranam (="carnero joven"). La conjunción unitiva pospuesta -UE marcaría aquí la coordinación verbal, no nominal, con la frase anterior, pero expresando quizá el cambio de sujeto. Traduciríamos:

      "Y (asimismo yo) para su Togoitis, (sacrifico, ofrezco) un ¿toro, carnero?"

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La frase 15 (línea 10) es asimismo bastante sencilla de interpretar, según lo que ya conocemos:

      AUZETI  ARATIM-UE  DECAM-ETAM  TATUZ  IOM

AUZETI, en dativo, es el nombre de la divinidad destinataria de la acción verbal. Nada más sabemos de ella, aunque su nombre o epíteto distintivo parece formado por el lexema -SETI que ya vimos en el componente de otros epítetos de tres divinidades mencionadas anteriormente (Cabi-seto, Ambiti-seto, Robi-seto). El primer lexema, AU(Z)-, quizá deba relacionarse con el celtogalo aus (="oreja"), en griego os otós, en latín auris, con lo que la significación del nombre completo podría ser algo así como "El que está en las orejas".

ARATIM, en acusativo singular, es el Complemento Directo. Puede relacionarse con el verbo latino arare o con el galés erw (="arar"); aquí, por uso metonímico, quizá significase "buey". La conjunción unitiva -UE indicaría, como en la frase anterior, una coordinación oracional, no nominal.

La expresión DECAM-ETAM TATUZ (="de diez años de edad") ya la hemos comentado a propósito de una expresión adjetival similar en la frase 11. Y el conocido pronombre demostrativo IOM, en acusativo singular, es un determinante del núcleo del CD y hay que unirlo a ARATIM (="este buey"). La razón de que aparezca tan desplazado de su núcleo nominal se debe quizá a la intención de marcar sintácticamente el final de todo este periodo oracional.

Traducción:
"Y para Auseto, este buey de diez años de edad"

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Llegamos ya a la frase final del texto, la 16, algo más compleja, pero de fácil interpretación según lo que llevamos visto:

[ TOGOITOS-CUE  SARNIGIO-CUE  AIUIZAS  COMPALCORES  ALEITES  ISTE  ICUES  RUZIMUZ ].  
[ ABULU UBOCUM ].

Las propias desinencias nominales y verbales facilitan bastante el reconocimiento de los sintagmas y sus funciones sintácticas respectivas:
La frase final, la 16

Nuestra conjetura principal, sobre la que hemos construido esta interpretación provisional, se basa en considerar la palabra RUZIMUZ como verbo, con una clara desinencia verbal indoeuropea -mus de 1ª persona de plural (en este sentido la consideró también A. Beltrán en 1981, aunque sin aventurar ninguna interpretación semántica). Tal vez se puede relacionar con el verbo griego rýomai (="acoger", "recoger", "guardar", "preservar", "amparar"). Y puesto que el significado de un verbo de esta clase es transitivo, hemos de buscar en la frase un complemento directo en acusativo, que muy probablemente ha de ser ALEITES ISTE ICUES.

El pronombre ISTE ya lo conocemos por la frase 12 (se trata de un demostrativo en acusativo plural, o quizá indeclinable). El vocablo ICUES, también en acusativo plural, lo hemos relacionado con el verbo latino icio ("pactar") y sobre todo con el verbo griego íko (="suplicar"), y le hemos dado el significado provisional de "pacto", "súplica formal". El término ALEITES podría ser un complemento adjetival (asimismo en acusativo plural), tal vez relacionable etimológicamente con el griego alitérios (="culpable"), aquí con el posible sentido de "expiatorio" o algo similar. La traducción de todo el predicado verbal, conjetural pero muy sostenible contextualmente, sería la siguiente: "acogemos estos pactos (o súplicas) expiatorias".

El sujeto de la frase tendrá que ser necesariamente un nominativo (caso sujeto) y plural, puesto que el verbo es plural. Y este Sujeto sólo puede ser AIUIZAS COMPALCORES. Esta última palabra parece ser un plural (con posible sufijo -or- de sustantivo agente, latín -tor) del término COMPALKES que veíamos en la frase 1, y que considerábamos como un nombre de oficio de carácter religioso ("sacerdotisa"). Aquí, verosímilmente, se refiere a una congregación, corporación o cofradía de sacerdotisas ("las compalcores"). AIUIZAS podría ser también un nominativo plural femenino, concordante con COMPALCORES, pero su significado es problemático. Conjeturalmente lo hemos relacionado con el verbo latino aio (="decir") y con el nombre también latino de Aius (dios de la palabra; voz divina), dándole aquí a este término AIUIZAS el significado hipotético de "profetisas", "adivinas". Por último, la expresión coordinada TOGOITOS-CUE SARNIGIO-CUE (en genitivo, como complemento nominal del Sujeto) ya la conocemos por la frase 1.

La traducción completa de esta frase sería la siguiente:

"Las Compalcores, profetisas de Togoitis y de Sarnigio, acogemos estas súplicas expiatorias".

El sintagma final, ABULU UBOCUM, es el nombre personal -a modo de "firma"- de la sacerdotisa que ha realizado los dos últimos sacrificios recogidos en las frases 14 y 15: una tal Abulu de los ubocos.

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Damos a continuación la traducción provisional completa de toda esta Cara A, poniendo en negrita únicamente las partes que consideramos más seguras del texto:

<< -Treinta lechoncillas, yo, su sacerdotisa, la de Togoite y Sarnigio, (les) he sacrificado.

>>- -Y al Gran Tauno he sacrificado, y a Tauno he sacrificado, y a la ¿viril? Tisaune he sacrificado cerdos yo, AUCU DE ARESTAIO.

>> -Para Tamas, la (divinidad) muy renombrada, para que escuches las súplicas, he ofrecido un carrito de plata.

>> -Para Cabiseto, (ofrezco) sacrificarle un gallo blanco.

>> -Para nuestra Togoite, para que (nos) escuches, (ofrezco) un buey, un ¿carnero?, una ¿cabra? y una oveja.

>>- Para Ambitiseto, ¿he hecho construir? ¿según la costumbre? ¿sus rostros?, ¿protectores? de la salud, que ¿he hecho cubrir? con ¿capucha?.

>> -Para la gran Bitingoune, ¿he dirigido? ¿interiormente? las súplicas mediante los tres ¿regalos? ¿propios? ¿de guerreros?.

>> -Para su Sisonto, (sacrifico) este cordero (lechal).

>> -Para Bionto, este cordero de pasto.

>> -Para Cuato, (ofrezco) estos ¿objetos sagrados? de gran antigüedad y ¿veneración?.

>> -Para Robiseto, (sacrifico) una marrana de diez años de edad.

>> -Para el resplandeciente Somo, (ofrezco) estos ¿collares?.

>> -Estos ¿brazaletes? en excelente estado (se los ofrezco) a nuestro Sarnigio. Yo, BINTOCU de los de ACAINACA.

>> -Y (por mi parte yo) para su (cónyuge) Togoite (sacrifico, ofrezco) un ¿toro, carnero?.

>> -Y para Auseto este buey de diez años de edad.

>> Las Compalcores, profetisas de Togoite y de Sarnigio, acogemos estas ¿súplicas expiatorias?. ABULU DE LOS UBOCOS >>.

Tenemos en este texto los nombres de quince divinidades celtíberas, entre ellas dos parejas (Togoitis y Sarnigio y Bitingounis y Sisonto). Son los siguientes:

     Togoitis -- (=¿Toga?), divinidad femenina
     Sarnigio -- pareja masculina de Togoitis
     Vertauno -- posible divinidad del trueno
     Tauno -- divinidad asociada a la anterior (cf. el germánico Donar)
     Tisaunis -- divinidad desconocida
     Dama -- diosa lunar
     Cabi-seto – dios de la salud y de las enfermedades psicofísicas (cf. el dios sanador cántabro Cabo o Cabun)
     Ambiti-seto – dios de la salud y de las enfermedades corporales
     Bitingounis – gran diosa-madre, esposa de Sisonto
     Sisonto – posible divinidad del aire o del viento, cónyuge de Bitingounis
     Bionto – divinidad masculina desconocida
     Cuato – divinidad masculina desconocida
     Robi-seto – divinidad desconocida
     Somo – divinidad solar masculina
     Au-seto – divinidad desconocida

En el texto B vimos una lista de nombres de catorce personas, de las cuales doce de ellas podrían ser mujeres, matres familias y "compalcores", es decir, sacerdotisas. Si sumamos las tres mencionadas en este texto A, tendríamos en total quince sacerdotisas, una por cada una de las quince divinidades mencionadas. Pero esto puede ser puramente casual, y de momento nos faltan datos para relacionar ambos textos indubitablemente.

Lo principal es que en este texto A tenemos la lista más completa de los principales dioses que constituían ese panteón celtíbero local y tribal (cuyos nombres, en bastantes casos, parecen ser en realidad antiguos epítetos, no los nombres originarios, que desconocemos). Con todo, los datos son interesantes para conocer mejor el mundo religioso de los celtíberos, e indirectamente de los demás pueblos célticos vecinos. Y otro dato no menos curioso e interesante es esa posible corporación o cofradía de sacerdotisas denominadas "compalcores", madres de familia que se ocupaban del culto y de sus correspondientes sacrificios, no sabemos si por cuenta de la propia ciudad o de particulares. Con este importantísimo texto, podemos decir que el mundo religioso y cultual de los antiguos celtíberos nos entreabre una de sus principales puertas.

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Pero la importancia de este texto A (el más completo y uno de los más extensos de todos los conservados) está sobre todo en los datos gramaticales que aporta (fonéticos, morfológicos, sintácticos y léxicos) para el conocimiento de la lengua celtibérica. Es cierto que este texto -como hemos visto- presenta todavía numerosos problemas semánticos por resolver, y que también han de analizarse y confirmarse mucho más en detalle los elementos fonéticos, morfológicos y etimológicos de todas y cada una de las palabras, así como diversas cuestiones relativas a la fonología de esta lengua (acentuación de las palabras, vocales largas y breves, sistema fonológico, "leyes fonéticas", etc). Pero no hemos pretendido hacer aquí un trabajo excesivamente exhaustivo, sino sólo una primera aproximación orientativa y provisional, y al mismo tiempo evidenciar que puede hacerse otra interpretación totalmente distinta (y mucho más coherente y sistemática) que las "interpretaciones hiper-indoeuropeísticas" al uso. Con todo, nos parece que la "interpretación" que hacemos de este texto tiene bastantes partes perfectamente aceptables y sostenibles, junto a otras mucho más conjeturales y otras completamente hipotéticas, pero el sentido general del mismo nos parece ya bastante más seguro que el de las interpretaciones anteriores.

Dejando para los especialistas en indoeuropeo los importantes datos morfológicos y fonéticos de este texto, no queremos terminar este análisis y comentario sin referirnos -aunque sólo sea muy someramente- por un lado a la declinación celtibérica que este importante texto ha puesto al descubierto y por otro lado a las correspondencias fonéticas ("leyes fonéticas") que han quedado más o menos evidenciadas, no tanto en relación con el hipotético protoindoeuropeo originario sino sobre todo en relación con otras lenguas indoeuropeas afines plenamente históricas.

A pesar de las inevitables lagunas, el sistema general de la flexión nominal celtibérica aparece bastante completo en líneas generales y nos permite reconstruir un cuadro provisional de la declinación general de esta lengua, un modelo flexional común que no excluye la existencia de otras diversas declinaciones, tal y como ocurre en otras lenguas indoeuropeas antiguas. Sabemos, por ejemplo, confirmado también por otras inscripciones celtibéricas breves, que en el celtibérico existían declinaciones de temas en -o- (masculinos) y de temas en -a- (femeninos), al igual que en otras lenguas del tronco indoeuropeo. Del verbo celtibérico tenemos pocos datos, pero éstos armonizan perfectamente con los que conocemos del verbo indoeuropeo, sobre todo a través del verbo latino y griego (en este texto hemos visto la desinencia verbal en -m de la primera persona de singular y la desinencia -mus, análoga a la del verbo latino, para la primera persona del plural). Sabemos también que existían algunos sustantivos, adjetivos y sobre todo pronombres que se apartaban un poco de esos modelos generales de declinación nominal (hemos visto algunos como arznas -acusativo singular masculino-, decametinas -acusativo singular femenino-, aiuisas -nominativo plural femenino-, etc).

Éste sería el cuadro de la declinación general celtibérica deducible de este texto:

DECLINACIÓN NOMINAL GENERAL
 

Este cuadro confirma en parte -y sobre todo amplía- los datos sobre la declinación nominal que nos proporcionan otras inscripciones celtibéricas más breves. Y de momento no invalida tampoco otras propuestas de declinaciones de determinados casos postuladas por los investigadores en base al análisis de esos otros epígrafes celtibéricos breves (por ejemplo un supuesto nominativo plural masculino en -(o)i para los nombres masculinos de tema terminado en -o-, como en latín o en griego, o un posible genitivo singular en -i, como el de la 2ª declinación latina); sin embargo introduce no pocas matizaciones en lo que afecta a esos otros intentos de reconstrucción de la declinación celtibérica. Por ejemplo, y a la luz de los datos de este texto, resulta poco probable la existencia de un nominativo plural en -ei (supuesta evolución de -oi), como postularon algunos en el pasado, y es aun más improbable una supuesta desinencia -(c)os para el nominativo plural, a partir de lecturas muy conjeturales de algunos epígrafes monetales. Así, cuando en determinadas monedas e inscripciones celtibéricas breves leemos "Titiacos" o "Lutiacos", hemos de consideralos genitivos en singular de los topónimos correspondientes ("de Titiaca", "de Lutiaca"), pero no nominativos de plural ("los de Titia", "los de Lutia"), etc. Y cuando leemos "Lutiakei" hemos de considerar que esa desinencia -ei podría ser una desinencia de dativo singular plenamente celtibérica ("para Lutiaca") pero más probablemente una desinencia común para el caso locativo con determinados nombres de lugar ("en Lutiaca"), un caso que también conocemos por otras inscripciones breves, aunque en este texto A no tenemos ningún ejemplo. Se trata, en definitiva, de cambiar un poco la perspectiva habida hasta ahora, pues evidentemente el método no puede consistir en intentar adecuar los precarios e incontrastables datos de esas inscripciones menores a estos textos más extensos, sino justamente a la inversa: interpretar a partir de éstos los datos de los epígrafes breves.

Por lo demás, esta declinación provisional celtibérica general que puede reconstruirse a partir de una interpretación más correcta de este texto de Botorrita I o Contrebia I nos ofrece un paradigma desinencial mucho más cercano a las declinaciones latinas (e incluso griegas) que a lo que se conoce de la declinación celtogala, cosa que no nos sorprende en absoluto, pues nunca hemos compartido un "celtismo" lingüístico tan absoluto como el que algunos proponen para las lenguas celtohispanas con respecto a las lenguas celtogálicas, sino más bien la consideración del idioma celtibérico como una especie de "paleo-celta" o más bien de "proto-celtoitálico".

En lo referente a las correspondencias fonéticas regulares ("leyes fonéticas") los datos son todavía necesariamente precarios y provisionales, pues muchas de las palabras de este texto son aún totalmente conjeturales en su verdadero significado. En líneas muy generales, no obstante, podemos afirmar que existe una notable equivalencia estable entre los fonemas celtibéricos y los correspondientes fonemas del griego antiguo, sobre todo entre las consonantes oclusivas, que son las mismas en ambas lenguas, y en general también en el sistema vocálico y en el de los diptongos, con pocas excepciones: p.e. diptongo ou celtibérico, que en griego lo tenemos como ou y excepcionalmente también como o (celt. boustom - gr. bous; celt. goune - gr. gon-), quizá como evidencia etimológica de desarrollos vocálicos en unos casos o sonánticos en otros. En relación con el celtogalo, las oclusivas son las mismas (excepto la labiovelar qw- protoindoeuropea, que se mantuvo en celtibérico y se transformó en p- en galo, o la pérdida de p- inicial en el celta antiguo, transformada presumiblemente en b- en el celtibérico: bercunetaca); pero las respectivas vocales varían mucho en abertura y timbre, según su posición silábica y su carácter tónico o átono (galo etenos, celtib. otanaum; galo aus, "oreja", celtib. os- o más arcaico aus-). Con respecto al celtohispano occidental o "lusitano", tenemos pocos ejemplos contrastables: celtib. aila, "oveja", lusit. oila; celtib. neto; lusit. neito (aunque quizá se trate tan sólo de meras variantes dialectales). No hay suficientes datos tampoco para establecer correspondencias regulares con el antiguo germánico, pues la base de comparación ha de hacerse necesariamente con lenguas germánicas modernas (inglés, alemán, etc) o germánicas medievales (el gótico); el ejemplo menos dudoso sería el celtibérico sleitom (ing. sleigh, alem. schlitt). Y con respecto al protoindoeuropeo, parece claro que el celtibérico mantuvo sin variación todo el sistema de las oclusivas sonoras y sordas, pero no el de las aspiradas (aunque los ejemplos etimológicos de éstas en este texto continúan siendo dudosos: indoeur. *bh- > celtib. b- ; indoeur. *gwh- > celtib. -b ?).

Pero es sobre todo con relación al latín donde podemos establecer las correspondencias fonéticas regulares más completas y seguras. Las oclusivas, en casi todas las posiciones, en general se mantienen (excepto la bilabial sorda p- inicial, que en celtibérico parece que es b-: bercunetaca; lat. porca). En el celtibérico de este texto no parece haber todavía rotacismo o conversión en r de la [z] sonora, a diferencia del latín. El vocalismo es más complejo, y en todo caso muy dependiente de la posición silábica, la cantidad silábica, la acentuación/ inacentuación o la procedencia etimológica. Tenemos, p.e., celtib. iom - lat. eum; celtib. sailo - lat. salus. Las vocales i, u son las más estables en ambas lenguas, pero los resultados de a y sobre todo de e, o son más variables (en latín, además, generalmente más cerrados también).

En cuanto al léxico, ya hemos visto que es todavía muy provisional y en muchos casos completamente hipotético y conjetural, a la espera de su confirmación por otras inscripciones. Los lexemas que nos parecen más seguros en sus significados serían los siguientes:

      aila – "oveja" (lusit. oila; lat. ouis)
      aratim – acus. sing.: ¿"buey", "toro-de-arar"? (lat. arare)
      arznas – acus. sing.: ¿"cordero"? (lat. agnus)
      bercunetaca – diminut.: "cerdita", "lechoncilla" (cf. lat. porca, porcinula)
      boustom – acus. sing.: "buey" (lat. bos bovis)
      candos – adj.: "blanco" (lat. candidus)
      compalkes, pl.: compalcores – ¿"sacerdotisa"?
      coruinos – ¿"carnero"?
      custa – ¿"protectores"? (lat. custodes)
      -cue – conjunc. copulat. enclítica internominal: "y" (lat. -que)
      decam – num.: "diez" (lat. decem)
      decametinas – adj. num.: "de diez años" (celtogalo decametos)
      eni – pron. demostr. dat. sing. fem.: "para ésta"
      enitousei – adj., dat. sing. masc.: "resplandeciente" (lat. niteo, "brillar")
      etam – acus. sing.: "año" (lat. aetas)
      iom – pron.-adj. demostr., acus. sing. masc. y neutro: "a este" (lat. eum)
      iste – pron.-adj. demostr., nomin. o acus. pl.: "estos" (lat. iste)
      litom – 1ª pers. sing. pres. o perfectivo: "sacrifico" (lat. lito)
      ne- – prefijo de pron. pers. de 1ª pers. sing. enfático: "yo..."
      oscues – 2ª pers. sing. presente subjuntivo: ¿"escuches"? (lat. auscultes)
      otanaum – acus. sing.: "gallo" (celtogalo etenos)
      sailo – genit. sing.: "de la salud" (lat. salus -utis)
      satus – "bastante", "suficiente" (lat. satis)
      saum – acus. sing.: "cerdo macho", "verraco" (alem. sau ; ing. swine)
      silabur – ¿"plata"? (ingl. silver ; al. silber)
      sleitom – ¿"carrito"? (ing. sleigh; al. schlitt)
      sos – acus. pl.: ¿"cerdos"? (latín sus suis)
      stena – acus. pl. neutro: ¿"súplicas"? (gr. sténa)
      sua, sues, som -- pron. poses. de 3ª pers.: "su", "sus" (lat. suus sua suum)
      tatus – abl. sing.: "de edad" (galo lepóntico tetu ; alem. zeit)
      triganta(m) – num.: "treinta" (lat. triginta; gr. trikonta)
      tris – num. "tres" (lat. tres, celtogalo tri-)
      -ue – conj. copulat. enclít. nominal y verbal: "y" (lat. -ve)
      uer-soniti – dat. sing.: "resonante",¿"renombrada"? (lat. e itál. per-sonitus)
      uertai – dat. sing. fem.: "grande" (celtogalo ver- ; itálico per-)
      urantiom – acus. sing.: ¿"toro"? (lat. urus)
      use – ablat. sing.: "uso", "utilización" (lat. usus)
      uta – conj. final "para que" (lat. ut, uti)

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En resumen, los problemas lingüísticos que este texto celtibérico plantea son todavía tan numerosos como interesantes, pero al menos disponemos ya (con esta interpretación provisional y aproximativa) de una pequeña y sólida sistematización para abordarlos y para profundizar en el conocimiento de esta importante lengua celtohispana (hablada, entre otros, por los antiguos habitantes de Numancia).

Con todo, nuestro conocimiento actual de la lengua celtibérica continúa siendo tan precario como insuficiente, y sólo el eventual hallazgo (e interpretación) de textos más extensos (y especialmente de inscripciones bilingües latín-celtibérico) podría aclarar definitivamente muchas cuestiones y contribuir a un conocimiento más completo y definitivo de la gramática y el léxico de esta lengua prerromana. Entre tanto, el método más operativo nos parece que ha de partir precisamente de estas inscripciones más extensas y completas, que desgraciadamente no son muchas, y complementarlas con los conocimientos que tenemos de los epígrafes más breves, dejando en todo caso para el final el tercer bloque epigráfico (las inscripciones extensas pero fragmentarias, incompletas o parcialmente ilegibles), pues ya hemos visto la necesidad metodológica de reconstruir primeramente los textos completos en todos sus niveles gramaticales (fonéticos, morfosintácticos y semánticos o léxicos), a fin de no conducirnos tan sólo por meras conjeturas contextuales o combinatorias. El estudio de ese último corpus se lo dejamos a lingüistas más preparados, y de momento nos centraremos aquí en las inscripciones de mediana extensión pero completas en todos sus elementos, con mensajes inteligibles y asimismo completos.

 

Cerámica numantina decorada con truchas
 

                cerámica numantina decorada con truchas


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