La Biblia en verso

FRAGMENTOS DEL LIBRO BÍBLICO DE LA SABIDURÍA EN FÁCILES Y GRÁCILES SONETOS, COMENZANDO POR UNO FAMOSÍSIMO DEL GRAN LOPE DE VEGA


FRAGMENTOS DEL LIBRO DE LA SABIDURÍA (7, 1-21)


 

Hombre mortal mis padres me engendraron,
aire común y luz los Cielos dieron,
y mi primera voz lágrimas fueron,
que así los reyes en el mundo entraron.
La tierra y la miseria me abrazaron;
paños, no piel o pluma, me envolvieron;
por huésped de la vida me inscribieron
y las horas y pasos me contaron.
Y así voy prosiguiendo la jornada,
a la inmortalidad el alma asida,
que el cuerpo es nada y no pretende nada.
Un principio y un fin tiene la vida,
porque de todos es igual la entrada,
y conforme a la entrada la salida.

A Dios pedí por tanto la prudencia,
que quise para mí profundamente,
y se me concedió la inteligencia,
espíritu de Dios en sutil mente.
La tuve yo por mi mejor herencia,
más que el oro o la plata reluciente,
que las gemas preciadas de la gente,
que nada son al lado de la ciencia.
Muy superior a toda la riqueza,
la quise tanto más como a mi vida;
más preferible al trono más loable,
pues ella es mi salud y mi belleza,
ella es la luz de eterno Sol nacida,
que alumbra en resplandor infatigable.

Ella me dió riqueza incalculable,
toda clase de bienes y bondades,
pues es madre de mil felicidades,
y todas disfruté con fin notable.
La aprendí con tesón y sin engaños,
y ahora la comunico con detalle,
sin envidia, sin velos, sin apaños,
sin que nada le falte ni le falle.
Tesoro inagotable es para el hombre
y manantial eterno son las fuentes
de la Sabiduría y su renombre.
Sus enseñanzas son como los puentes
que la amistad de Dios tienen por nombre
y la dicha procuran de las gentes.

Que Dios me deje decir y hasta pensar
sutiles formas en mi pensamiento,
comunicarlas a todos sin errar,
con tino, con amor, con mucho tiento.
Pues Él es nuestro Dios y nuestro guía
y enseña sus caminos al que sabe,
en sus manos estamos cada día
y en su mente toda palabra cabe.
Y toda la pericia y la prudencia,
todo buen juicio y todo buen hablar,
y toda sensatez e inteligencia,
en Él tienen su origen y su obrar.
Del hombre es la virtud de la paciencia,
del hombre el aprender y el escuchar.

Él me enseñó la verdadera ciencia,
la razón de las cosas, su sentido,
del Universo el diseño elegido
y de los elementos su potencia;
de los tiempos su curso definido,
y de las estaciones su apariencia;
de los astros su sitio y su presencia,
de los años su ciclo y recorrido.
Y conocí el instinto de las fieras
y las naturalezas animales,
y virtudes de plantas curanderas,
también la fuerza de los vendavales.
Del hombre sus razones verdaderas,
lo oculto y manifiesto en cosas tales.

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Azulejo holandés con motivo bíblico (siglo XVII)
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