Arte y Arqueologia

Lécito griego suritálico  (Colección particular)


Lecito suritálico

Descripción:
Altura: 14' 5 cm.
Anchura: 7' 5 cm.
Peso: 172 gr.

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El lécito griego (lékythos) era un pequeño vaso cerámico a modo de ánfora en miniatura (pero con una sola asa) que se usaba como recipiente de perfumes, bálsamos y ungüentos oleosos (era uno de los recipientes típicos e imprescindibles de la "toilette" o tocador femenino y se utilizaba también para ofrendas funerarias). Los modelos estandarizados más antiguos, de cuerpo cilindrocónico, fueron progresivamente reemplazados durante el siglo IV a.C., sobre todo en el ámbito griego suritálico, por nuevos diseños más funcionales, de cuerpo ovalado, que ofrecían excelentes condiciones de manejabilidad (permitían, p.e., una completa y segura sujección del vaso por una delicada mano femenina, para lo cual bastaba introducir uno de los dedos superiores a través del asa).

La cerámica figurativa grecoitálica del siglo IV a.C., que continuaba en las colonias griegas italiotas los modelos atenienses de "figuras rojizas" del siglo anterior, alcanzó un desarrollo artístico que superaba en calidad pictórica y estética a los ya muy decadentes vasos áticos coetáneos, imprimiendo a la cerámica decorativa helénica una nueva y postrera vitalidad. De entre los talleres regionales suritálicos destacaron los de la región de Apulia, Lucania, Sicilia y Campania, así como los de la ciudad de Paestum (la antigua colonia griega de Posidonia, en la Lucania), muy interrelacionados entre sí pero cada uno con características propias y un estilo más o menos diferenciado de los demás. De los cerca de 20.000 vasos y fragmentos de cerámica griega que se han conservado hasta nuestros días, casi la mitad son piezas procedentes del sur de Italia, y de éstas otra mitad corresponde a vasos procedentes de la región de Apulia.

Este lécito que aquí nos ocupa parece que puede adscribirse con completa seguridad a alguno de esos talleres suritálicos, concretamente apulianos, sin que podamos establecer de momento con completa certeza su adscripción a una escuela o pintor determinado de entre los grandes artistas de los talleres de Apulia, ni tampoco más concreciones cronológicas que la de suponerlo de la primera mitad del siglo IV, dado que su cuidadoso dibujo principal parece más cercano a los mejores modelos áticos que a los dibujos de perfiles un tanto desmañados con que finaliza la centuria y prácticamente la continuidad misma de esta cerámica en tierras itálicas. En cualquier caso, su datación aproximada podría corresponder a mediados del siglo IV a.C.

Una cabeza de mujer (una joven matrona tocada con gorro de lana, diadema, collar de cuentas y pendientes) llena la mayor parte del vaso, flanqueada por una decoración convencional de dos flores con hojas en voluta y un ramo de mirto o similar (la exuberante y casi surrealista decoración floral "de relleno", con flores tubulares o acampanadas y hojas en roleo o espiral, son precisamente una de las características temáticas más recurrentes en estas cerámicas apulianas). El delicado perfil de la cabeza femenina, así como las vigorosas líneas que perfilan el ojo, revelan una mano segura y experimentada en el dibujo lineal y en la decoración de vasos más grandes, y en todo caso la de un artista capaz de trasladar con facilidad a un vaso pequeño como es el lécito una armoniosa cabeza femenina ejecutada al tamaño y proporciones de la decoración figurativa de los vasos mayores. En cambio, la convencional decoración floral lateral aparece más descuidada y abocetada, como si hubiera sido ejecutada por alguno de los aprendices del taller (seguramente el maestro se reservaba, además de la elección de los temas y de la composición, la ejecución de las figuras en los vasos grandes realizados de encargo y en algunos pequeños fabricados casi "en serie", como este lécito); con todo, el conjunto decorativo resulta bastante equilibrado y armonioso.

Los colores son muy básicos: negro (del barniz envolvente, que en la parte trasera del asa y hasta la base del pie no presenta decoración, salvo la línea del "suelo" decorativo), rojizoanaranjado (el del propio barro cocido, reservado sin barnizar para la decoración figurativa), blanco (utilizado con cierta profusión en la cerámica suritálica para los adornos y contrastes cromáticos), gris diluido (para algunos detalles de pincelada), y algo de rojo en las líneas del perfil de la figura principal (quizá para dejar marcada y perfilada a los aprendices la labor de completación decorativa secundaria). La decoración del cuello del vaso repite uno de los motivos decorativos tradicionales en la cerámica griega de todas las épocas (lengüetas foliadas), como tradicional y convencional es asimismo la clásica segmentación de los espacios decorativos: la base del pie, el cuerpo ovalado central, el cuello y la boca del recipiente.

El vaso presenta un buen estado de conservación (para ser una pieza de más de dos mil trescientos cincuenta años de antigüedad), con algunos leves restos terrosos adheridos que deslucen un poco en algunos puntos la nitidez de la figura central. Por lo demás, y como ocurre en general en la mayoría de los vasos griegos conservados, el brillante barniz negro originario (que aquí intentamos recrear en la ilustración facsímil adjunta) se ha apagado un poco con el soplo de tantos siglos (sólo por ello la cerámica griega antigua, con toda su belleza decorativa, no llega a alcanzar casi nunca la vistosa textura de la porcelana o de la loza fina de otras cerámicas posteriores).

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Lécito griego suritálico
greca romana